Todavía con ruido y polémica sobre su positivo sin sanción, Sinner debutó este martes en el último Grand Slam de la temporada y puso sobre el cemento del estadio Arthur Ashe toda su jerarquía para terminar de manera aplastante un partido que se le presentó adverso en el comienzo: venció por 2-6, 6-2, 6-1 y 6-2 en dos horas y 24 minutos a McDonald y enfrentará en la segunda ronda a otro estadounidense, el joven de 20 años Alex Michelsen (49°).
Sea por la carga mental con la que llegó a Nueva York o por el gran nivel que mostró su rival en ese primer set, lo cierto es que el partido arrancó muy mal para el reciente campeón del Masters 1000 de Cincinnati, quien perdió el saque en cuatro de sus primeros cinco turnos de servicio y se vio rápidamente en desventaja. «No empecé de la mejor manera», reconoció en la entrevista en cancha y luego subrayó que el primer partido de un torneo nunca es fácil y que intentó «mantenerse mentalmente» y «entrar en ritmo» poco a poco.
Al salir a la cancha central del abierto estadounidense, el público estuvo dividido: algunos lo ovacionaron cuando apareció en escena, como si nada hubiera pasado en los últimos días, y otros lo silbaron después de que se conociera el doping y que la Agencia Internacional de Integridad del Tenis (ITIA) lo declarara inocente considerando que se trató de un error de sus fisioterapeutas que no tuvo influencia en su rendimiento deportivo.
En conferencia de prensa, el número uno del mundo fue consultado sobre las críticas que recibe de sus compañeros en el circuito y, fiel al perfil bajo que lo caracteriza, respondió: «No puedo controlar lo que los demás piensan y dicen. No puedo controlar la reacción de los jugadores. Es así. Si tengo algo que decirle a alguien, lo hago en privado porque soy ese tipo de persona. Igualmente, en general (las críticas) no estuvieron mal. Así que estoy feliz por eso”.