Aunque la acción de los Juegos Olímpicos aún no inició -se pondrá en marcha este miércoles, dos días antes de la ceremonia inaugural, con el rugby y el fútbol masculino-, hay un lugar en París en el que ya se vive a pleno la cita más importante del deporte. Es la Villa Olímpica, que se transforma en la casa de los atletas de todo el mundo durante los días de competencia y que es el corazón del espíritu olímpico cada cuatro años. El complejo, construido en tres municipios del área de Sena-Saint Denis, a unos siete kilómetros al norte del centro de la ciudad sede, ya recibió a buena parte de los casi 15 mil atletas que serán protagonistas del evento, entre ellos la gran mayoría de la delegación argentina.
En uno de los 82 edificios que integran la zona residencial, pintado de color rojo, pero adornado con carteles a tono con la bandera nacional, ya conviven casi todos los seleccionados nacionales -el de vóleibol fue el último en sumarse, este martes por la tarde; mientras que el de fútbol está instalado en Saint Etienne, donde hará base durante la primera fase-, además de los representantes de tenis de mesa, skate, tiro con arco, triatlón y varios más. Y ese rinconcito del predio de 54 hectáreas (el equivalente a unas 70 canchas de fútbol) se transformó en un pedacito más de patria albiceleste.
Es la Comisión de Atletas del Comité Olímpico Argentino se encargó de decorar cada espacio para que los atletas se sientan como en casa. Lo primero que atrae la atención es una zona en la pequeña terraza que bautizaron como Fan Fest, que derrocha argentinidad. Banderines albicelestes, almohadones haciendo juego en las reposeras, sillas y sectores destinados para relajarse y un sitio con «cositas bien argentinas», como dijo Rocío Sánchez Moccia.
Yerba, café, frascos de dulce de leche, galletitas de chocolate (de esas con paquete lila que se usan para hacer un postre muy conocido) y los clásicos bombones con relleno de pasta de maní que vienen envueltos en un papel amarillo y rojo se mezclan con las barras de cereal y las botellas de bebida energizante, que suelen consumir los atletas. Santiago Gómez Cora, entrenador de los Pumas ‘7, no pudo resistirse al dulce de leche. Y Gastón Revol, emblema de ese equipo, se animó a un pequeño chocolate.
Para pasar el tiempo, hay cartas para jugar al truco, un par de juegos de mesa de los que creó Diego Simonet y una pantalla gigante en la que se seguirá la transmisión de todas las competencias de la delegación.
«Esa tele tan grande para ver otros deportes está buenísima. A nosotras siempre se nos hace muy difícil poder hacerlo y está bueno tener esa posibilidad ahí arriba, con unos mates y unas cositas bien argentinas. Los chicos del COA hicieron un trabajo muy lindo», comentó en charla con Clarín la capitana de Las Leonas y abanderada (junto a Luciano De Cecco) para la ceremonia inaugural.
«Es super importante para la unión de la delegación. Nos hace sentir más cerca de casa estando tan lejos. Y está bueno para la interacción de los atletas de distintos deportes en los momentos de relajación», contó Nicolás Della Torre, jugador de los Leones.
Los que más disfrutaron, hasta ahora, fueron Los Pumas, los primeros en instalarse allí e «inaugurar» el edificio.
«Llegamos antes que nadie. Estaba vacía. Era buenísimo porque íbamos al comedor y no había que hacer fila. Hoy está un poco más movidito y hay que esperar un poco más para todo, pero tuvimos la chance de disfrutar la Villa de las dos maneras», contó Santiago Álvarez Fourcade, capitán del seleccionado de rugby seven.
Y agregó: «Recién ayer y hoy empezaron a llegar los chicos de otros deportes y ya con algunos nos cruzamos y charlamos un poco. Y eso también es de las cosas lindas que te da la Villa».
La magnitud del lugar llamó la atención de todos. Es tan grande el predio -que está atravesado por el río Sena, lo que hace que haya que cruzar un puente para ir de un sector a otro-, que para moverse los atletas tienen a disposición unos vehículos eléctricos que los llevan de las residencias hasta cualquier punto. Aunque la mayoría elige usar algunas de las bicicletas que están estacionadas por todo el lugar. Caminando por las calles internas, no es raro cruzarse con deportistas de todas las nacionalidades pedaleando. Los argentinos no son la excepción.
«El comedor grande está un poco lejos y en bicicleta llegás en tres minutos, eso está buenísimo. Aunque es una lucha, porque tenés que tener la suerte de encontrar alguna disponible y nosotras, que somos 19, es complicadísimo que enganchemos esa cantidad», comentó entre risas Sánchez Moccia. «Pero es bueno que sean tan amplios los espacios, en Tokio eran más chicos y acá los ampliaron mucho. Me gustó mucho la distribución de los edificios, ni hablar del puente que cruza el Sena. Y a la noche, con la iluminación, parece mágica. Estamos todos muy contentos».
Álvarez Fourcade agregó: «La bici, que agarramos todos los días, y los autitos que te buscan y te llevan, son lo mejor para moverte y aprovechar todo lo que tenemos disponible, todas las comodidades. Hay muchos puestitos de café muy rico, donde nos podemos sentar y disfrutar un rato todos juntos; hay puestos de agua en todos lados, algunos hasta fueron a la peluquería… Está todo muy lindo».
Como ocurre en cada Juego, la Villa está pensada y diseñada para que los atletas tengan a mano todo lo que necesitan. El gran comedor funciona las 24 horas y tiene lugar para 3.200 personas. Allí se preparan unas 40 mil comidas diarias (se calcula que serán 13 millones durante los Juegos Olímpicos y Paralímpicos) con 550 recetas, muchas de las cuales son veganas. Hay un gimnasio equipado con más de mil aparatos, un centro multi-religioso, un policlínico, una guardería -novedad para esta edición que podrán aprovechar los deportistas con hijos pequeños- y el Village Club, un sector de 800 metros cuadrados destinado al entretenimiento.
Además hay un edificio identificado como «Mattress Fitness», en el que los atletas pueden pedir un cambio del colchón -que reposa en camas de cartón, como las de Tokio- si no les resulta cómodo y hasta solicitar que le agreguen una extensión si les queda corto (lo que probablemente harán muchos de los chicos del vóleibol y el handball).
La Village Plaza, ubicada en la zona internacional, ofrece una lavandería, un pequeño supermercado de esa famosa cadena francesa (con presencia en Argentina), la peluquería, un área de familia (para que los deportistas reciban visitas), la plaza café con una pantalla gigante y la Truce Wall, en la que se ven miles de firmas de atletas con mensajes de paz.
Lo único negativo que algunos tuvieron para decir sobre el lugar tiene que ver con ese sistema de refrigeración especial, que se instaló para evitar la contaminación que pudieran generar los equipos de aire acondicionados. Y que, parece, no funciona demasiado bien porque en los días de más temperaturas de la semana pasada, el calor se sentía demasiado y algunos atletas tuvieron algunos problemas para dormir bien. La lluvia de la mañana del martes y el viento fresquito fue bienvenido por todos.
La delegación argentina disfrutó este martes por la noche de una velada especial: cenaron todos juntos en uno de los comedores, que está también decorado de celeste y blanco.
«Acá es difícil hacer un asado, pero lo importante es que vamos a comer todos juntos. Está bueno para verse la cara, para saber quién es quién, para poder conversar con atletas de otros deportes y dentro del nuestro también. Sabemos que además de Leones, somos parte de un equipo más grande que es la delegación argentina y es lindo saber que tenés muchos afuera de nuestro equipo que va a estar apoyándote», contó Della Torre.
Entre todos los argentinos, hubo uno que sabe muy bien lo que es vivir la experiencia de la Villa, aunque en esta ocasión lo está haciendo desde otro lugar por primera vez. Santiago Lange llegó a París invitado por el Comité Olímpico Internacional y se acercó hasta ese rincón argentino en el predio de Saint Denis.
«Estoy recién llegado y no tengo palabras para explicar lo que es estar acá. Pensaba que estaba superado el tema de los Juegos -y creo que lo sigue estando-, pero las emociones no. Y es algo muy bonito. Son todas cosas lindas, como poder haber visto el entrenamiento de los chicos de rugby -con los que tengo mucha relación-, saber que mañana empiezan los Juegos… Todas cosas lindas, pero también muchas emociones. Es increíble vivirlo por primera vez como ex atleta», afirmó el campeón olímpico de Río 2016 junto a Cecilia Carranza en la clase Nacra 17 de yachting.
Y, como resumiendo el sentimiento de todos los argentinos, agregó: «La Villa es lindísima, como siempre son las de los Juegos Olímpicos. Porque más allá de la arquitectura y cómo esté organizada, en la Villa hay una atmósfera especial, hay almas de deportistas. Eso siempre está vivo en estos lugares y hace que se disfruten mucho».