“Nunca más un coche mío correrá con el color de Italia”. El 30 de septiembre de 1964, desde Módena, un furioso Enzo Ferrari anunció que sus autos no serían rojos en las últimas dos carreras de la Fórmula 1. Competirían bajo la insignia del North American Racing Team, o NART, dirigido por Luigi Chinetti, y pintados de azul y blanco. Por eso, el 25 de octubre John Surtees se convirtió en el primer (y único) campeón con la Ferrari azzurra, algo a lo que la Scudería volverá en el Gran Premio de Miami.
A diferencia de lo que ocurrirá del 3 al 5 de mayo para celebrar los 70 años de la marca en Estados Unidos, aquello que hizo Enzo Ferrari fue una demostración de poder hacia las autoridades del Automobile Club d’Italia, que no apoyaron a su buque insignia del automovilismo cuando la FIA no homologó el modelo 250 LM de Ferrari para carreras de resistencia. Como contrapartida, el fundador de Ferrari le “quitó” a Italia su color nacional de los títulos mundiales de piloto y constructor de ese año.
Es cierto que ni Surtees ni la Ferrari azul y blanca ganaron esas carreras. Vencedor en Alemania e Italia, quien se destaca en la historia por ser el único campeón en dos y cuatro ruedas no llegó como favorito al desenlace de la temporada.
Ese 4 de octubre, en Watkins Glen (Nueva York), Graham Hill ganó el GP de Estados Unidos tras sostener una dura lucha con su compatriota Surtees y con el entonces defensor del título, Jim Clark, y los superó en el campeonato, lo que lo metía con mejores opciones para lograr el campeonato en México.
Sin embargo, en el entonces conocido como autódromo Magdalena Mixhuca (rebautizado Hermanos Rodríguez en 1973), el 25 de octubre, según relata la edición de Clarín del día posterior, todos esperaban la victoria de Jim Clark. El escocés era el líder de la carrera cuando abandonó a una vuelta del final por la rotura de la caja de cambios, lo que posibilitó la victoria de Dan Gurney con el Brabham y la consagración de Surtees, que lo escoltó «Fue una carrera tremenda, pero me ha dado el gusto de participar en ella y brindar al público las emociones que deseaba», destacó el inglés que entonces tenía 30 años.
Pese a su amenaza, cuando el 1° de enero de 1965 la Fórmula 1 se reanudó en Sudáfrica, la Ferrari fue nuevamente roja. Y, ya sin Enzo Ferrari en este plano, el auto del Cavallino Rampante fue bordó en el GP de La Toscana de 2020 para celebrar las 1000 carreras de Ferrari en la Fórmula 1 y tuvo detalles amarillos el año pasado en Monza, por su 75 aniversario en la F1.
Azzurro, un color no tan extraño
Hasta que los patrocinadores entraron al mundo de la Fórmula 1, los fabricantes pintaban sus carrocerías con un color según su nacionalidad. Así, por ejemplo, Gran Bretaña era verde; Alemania, blanco; e Italia, rojo. Sin embargo, el azul nunca estuvo muy lejos de Ferrari, quizás porque, al fin y al cabo, el fútbol también manda por allá y la Azzurra tiñe todo.
Desde los inicios, el Azzurro La Plata, un azul claro, fue el color elegido por Alberto Ascari, muso inspirador de Enzo Ferrari y primer campeón con la Scuderia (en 1952, lo que repitió en 1953), para su vestimenta y su casco. Ese color siguió en uso entre los pilotos de la década de los ’60, donde además del mencionado John Surtees lo vistieron en sus monos Lorenzo Bandini, Ludovico Scarfiotti y Chris Amony.
En 1974, en su primera temporada en Ferrari, el austríaco Niki Lauda retomó aquel color tan característico de Ascari, mientras que su compañero de equipo y figura, el suizo Clay Regazzoni, utilizaba el Azzurro Dino, un tono más oscuro y característico de los uniformes de los empleados de la fábrica. Eso sí, después de ellos, el rojo se volvió inamovible también entre los pilotos de Ferrari.