Rodrigo De Paul es la bandera del legado. Cuando esta Copa América finalice para la Selección Argentina será -todavía más que hoy- el responsable de transmitir los valores que se forjaron en este proceso: humildad, el grupo como prioridad y la camiseta albiceleste por encima de todo y de todos.

Al mediocampista de la Scaloneta, desde chico cuando surgió en Deportivo Belgrano de Avellaneda y más grande cuando se volvió profesional en Racing, lo catalogaron como la chispa que servía para inyectar energía en los equipos. Un “Motorcito” de 30 años.

Ser el que más partidos jugó en la era de Lionel Scaloni (60 sobre 72 posibles) le da autoridad para este rol, que comparte con Leandro Paredes y Gio Lo Celso. Y lo hace con naturalidad, un rasgo distintivo de los líderes positivos.

“Me tienen que aguantar”, dice con una sonrisa sobre las constantes indicaciones que reparte dentro de la cancha, que este jueves en Atlanta tuvieron como principales destinatarios a Cristian Cuti Romero y Nahuel Molina.

Y con esa seguridad y simpleza que irradia en el campo se para ante el micrófono de Clarín, en una zona mixta del estadio Mercedes Benz que es un hormiguero, pero parece detenerse para una charla que no comulga con ese contexto.

Porque De Paul abrió su corazón. Se trata de una Copa América especial, en la que se quiere evitar referencias nostálgicas a Ángel Di María y Lionel Messi, como pidió el DT de Pujato, pero que están presentes a cada paso.

De Paul y Messi, amigos para siempre. Foto: REUTERS/Agustin MarcarianDe Paul y Messi, amigos para siempre. Foto: REUTERS/Agustin Marcarian

“Estamos tranquilos, disfrutando, como siempre… Tomando mate a la mañana, entrenando, lo vivimos como siempre. Cuando se arranca a entrenar, con muchas ganas, con la humildad de querer seguir aprendiendo. Lo que nos enseñan ‘Fide’ y Leo con el pasar de los años es que quieren seguir aprendiendo, que les gusta competir. Y nosotros, como siempre, atrás de ellos, aprendiendo y mejorando”, explicó.

La defensa de la Triple Corona posiciona a la Argentina en otro nivel. De hecho, la globalización de nacionalidades que se vieron en las tribunas en Atlanta con la camiseta de la Selección Argentina explica ese fenómeno.

“Conocimos ese lugar de haber ganado un montón de cosas y es súper especial. Creo que la manera de cuidarlo es compitiendo hasta donde nos dé… intentarlo para que la gente se sienta identificada en esto del trabajo, de las ganas y de que cualquiera de ellos es uno de nosotros. Ese es el mensaje más importante. Ojalá podamos llegar hasta el último día, estoy convencido de que el equipo lo va intentar, de que va a dejar todo”, reforzó.

Rodrigo De Paul y Leandro Paredes, y la cábala de los caramelos. Foto: REUTERS/Agustin MarcarianRodrigo De Paul y Leandro Paredes, y la cábala de los caramelos. Foto: REUTERS/Agustin Marcarian

Una compañía especial

Veinticuatro horas antes del estreno contra Canadá, la habitación que ocupaba en el hotel Westin se vio invadida. No por los hinchas que había podido llegar hasta el lobby del edificio céntrico en Atlanta, sino por dos personas muy especiales para De Paul: sus hijos Francesca (5) y Bautista (2).

Ambos no pudieron acompañarlo durante el Mundial de Qatar, pero ahora -junto a muchos otros familiares que se mueven en grupos a cada ciudad sede- estuvieron presentes para el debut. Le cambia la voz a De Paul cuando habla sobre la chance de que su hija mayor lo haya acompañado en la salida al campo de juego. Lo mismo hizo Victoria, la mayor de Leandro Paredes. Ambas se abrazaron para el momento del Himno. Hipnótico.

«Los disfruto, obviamente. A ellos les encanta venir a ver a su papá. Hoy entró Fran, la más grande, conmigo a la cancha. Le encanta todo eso. Son momentos muy especiales y nos disfrutamos. Espero que estén muy orgullosos de su papá, no por el jugador que es, sino por como soy como padre», remarcó.

‘Fran’ está alucinada con esa posibilidad. Dijo De Paul que «siempre» se lo pide, pero que muchas veces no se puede por cuestiones protocolares de los torneos en los que compite.

«Le gusta cantar el Himno, se prepara, se pinta… Bueno, ella lo vive casi como yo el día que jugamos. Fui a verla a la mañana y ya estaba cambiada, quería ir a saludar a los chicos que la adoran, al igual que a Bauti. Querían ir a saludar, pero en un día de partido no podíamos.

Y dentro de esas relaciones, está la de su papá con el mejor de la historia. Lionel Messi se ha mostrado siempre muy sensible con los pequeños que lo miran fascinados. Sin ir más lejos, pasó este jueves durante la previa a la salida de los equipos, cuando se le colgaban de los brazos solo por abrazarlo un instante.

«Leo y Fran tienen una hermosa relación y ella cuando lo ve lo abraza y charlan normal. Ahora, a Bauti le cuesta más, lo ve como algo ahí arriba. Cuando viene le da un poco de vergüenza pero es típico de la edad», cerró.



Fuente Clarin

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