La discusión entre Sergio Romero y un simpatizante tras la derrota de Boca frente a River el sábado en la Bombonera, que le costará al arquero una suspensión de dos partidos impuesta por su club y lo expone a una pena de entre 5 y 30 días de prisión por desorden público e incitación a la violencia, no es el primer caso (y seguramente no será el último) de peleas entre futbolistas e hinchas.

En el caso del exarquero del seleccionado argentino, si bien el momento fue de gran tensión, una vez consumada la derrota de su conjunto en el Superclásico, el contrapunto no pasó de un intercambio de palabras. El guardavalla estuvo cara a cara con la persona que lo había insultado, pero en ningún momento hubo contacto físico entre ambos. En muchos otros casos, en cambio, hubo puñetazos y patadas de jugadores contra simpatizantes propios y rivales.

A pesar del paso del tiempo y de que desde entonces se han producido otros enfrentamientos tanto o más violentos, la situación más recordada es la que protagonizó el francés Eric Cantona el 25 de enero de 1995 en un partido entre Manchester United y Crystal Palace por la 22ª fecha de la Premier League. De hecho, cada vez que se produce una riña entre jugadores e hinchas, la primera referencia a la que se echa mano es esa.

Aquella tarde en el estadio Selhurst Park de Londres, el duelo estaba igualado 0 a 0 cuando Cantona fue expulsado por el árbitro Alan Wilkie por una dura infracción sobre el defensor Richard Shaw. Cuando el jugador se estaba retirando del terreno, Matthew Simmons, un aficionado de 20 años que estaba en la primera fila de la platea, le gritó: “Andate a tu país, bastardo de mierda, volvé a Francia”. El delantero tomó carrera y le aplicó una patada voladora en el pecho. Luego siguió con un par de puñetazos hasta que un asistente del cuerpo técnico de Alex Ferguson lo retiró del centro de la escena.

Como consecuencia de ello, el delantero fue suspendido por nueve meses, fue multado por 10.000 libras y recibió una pena de dos semanas de prisión, que conmutó con 120 horas de servicio comunitario. “Patear a un fascista fue lo mejor que hice en toda mi carrera. No es algo que se saboree todos los días. Me arrepiento de no haberlo pateado más fuerte. Se sintió genial. Aprendí de ello y creo que él también”, afirmó Cantona años más tarde, ya retirado.

El 5 de mayo de 2002, Martín Palermo y Rodolfo Arruabarrena marcaron los goles con los que Villarreal venció 2 a 1 a Zaragoza en El Madrigal por la 37ª fecha de la Liga de España. Esa derrota garantizó al local la permanencia en la primera división y condenó al descenso al visitante. Tras el pitazo final del árbitro Miguel Ángel Pérez Lasa, un grupo de simpatizantes ingresó al campo para celebrar la salvación de los suyos y, algunos, para burlarse de los vencidos.

Ello derivó en una tangana entre hinchas locales y jugadores visitantes. El paraguayo Roberto Acuña fue el protagonista principal: persiguió a un simpatizante a la carrera, lo derribó con una precisa patada y luego siguió repartiendo puntapiés y puñetazos. En esa batahola (en la que también estuvo involucrado Palermo) lo asistieron sus compañeros César Láinez, Juanele Castaño, Martín Vellisca, Goran Drulic y Savo Milosevic.

Tras la gresca, el arquero Láinez asumió su responsabilidad. “Cuando me dirigía a saludar a la afición, un seguidor (de Villarreal) me insultó, me escupió y me agredió. Estaba a 120 pulsaciones y la primera reacción fue soltarlo todo. Me arrepiento de lo sucedido”, sostuvo. En cambio, Acuña se manifestó “para nada arrepentido” por lo sucedido. “Fue para defender a un compañero y amigo. Si volviese a suceder, lo volvería a hacer sin duda”, justificó. Tanto el guardavalla como el mediocampista recibieron inicialmente una sanción de siete encuentros de suspensión, que fue reducida a cinco tras la apelación de Zaragoza.

La apacible Ámsterdam también ofreció hace unos años una escena bastante ruda entre un futbolista y un aficionado. El 21 de diciembre de 2011, durante el partido que Ajax y AZ Alkmaar estaban disputando en el Johan Cruyff Arena por los octavos de final de la Copa de los Países Bajos, un simpatizante del conjunto local saltó al campo e intentó golpear al arquero visitante, el costarricense Esteban Alvarado. Pero el cancerbero lo abarajó con una rápida reacción y luego le aplicó dos sólidas patadas.

Mientras el hincha era retirado por los agentes de seguridad, el árbitro Bas Nijhuis le mostró la tarjeta roja a Alvarado. Indignado por la decisión (reglamentariamente correcta), el entrenador del AZ, Gertjan Verbeek, ordenó a sus jugadores abandonar el terreno de juego, por lo que el partido fue suspendido a los 38 minutos del primer tiempo, cuando Ajax ganaba 1 a 0.

Al día siguiente, la Real Asociación Neerlandesa de Fútbol aclaró que el accionar del árbitro había sido correcto, pero revocó la tarjeta roja a Alvarado por considerar que el arquero había respondido a un ataque injustificado. El hincha, que tenía prohibido ingresar al estadio por un año debido a un incidente previo y había accedido con un ticket comprado por un amigo, fue condenado a seis meses de prisión y se le prohibió la entrada a todos los estadios del país por 30 años. El encuentro suspendido se reanudó el 19 de enero de 2012, a puertas cerradas, y AZ lo ganó 3 a 2.

Casi seis años después, el 2 de noviembre de 2017, fue Patrice Evra quien se trenzó con algunos simpatizantes, aunque, en ese caso, de su equipo, el Olympique de Marsella, antes de un partido que el conjunto francés iba a disputar como visitante frente a Vitoria Guimarães en el estadio Dom Afonso Henriques por la cuarta fecha del grupo I de la Europa League.

Durante la entrada en calor de los equipos, el defensor fue agredido verbalmente por un pequeño grupo de aficionados marselleses. Ante las primeras palabras, el jugador respondió con ironía, pero los intercambios fueron subiendo de tono y los hinchas, favorecidos por los lábiles controles de seguridad, descendieron al terreno de juego. Evra primero pateó una pelota hacia los hinchas y luego, mientras algunos de sus compañeros forcejeaban con los aficionados, le aplicó a uno de ellos una patada digna de un kickboxer. Enterado de lo sucedido, el árbitro húngaro Tamás Bognár lo expulsó, por lo que no pudo jugar el partido que su equipo perdió 1 a 0.

Evra fue suspendido por el Comité de Control, Ética y Disciplina de la UEFA por el resto de la temporada y multado con 10.000 euros. Ocho días después del incidente, el defensor se desvinculó del Olympique. Según consideró la dirigencia del club, el jugador había cometido “un error irreparable al responder a provocaciones indignas de un puñado de individuos”. “Nada, ni en el fondo ni en la forma, justificaba tal desliz, especialmente de un jugador veterano con tanta experiencia cuya actitud dentro y fuera del campo debe inspirar a los más jóvenes”, evaluó la dirigencia.

De todos modos, el club también fue duro con sus simpatizantes, al señalar que el incidente había puesto de relieve “la actitud inaceptable de un pequeño número de personas que profirieron insultos y amenazas verbales de rara violencia hacia el jugador y su familia, y luego invadieron el terreno de juego despreciando el reglamento”.

Mucho más cerca en el tiempo, hace poco más de dos meses, la Copa América que se disputó en Estados Unidos regaló una trifulca entre jugadores del seleccionado uruguayo y simpatizantes colombianos en una de las tribunas del Bank of America Stadium de Charlotte tras una de las semifinales del certamen, que el combinado dirigido por Nestor Lorenzo había ganado 1 a 0. Al ver que sus familiares estaban siendo agredidos en una de las tribunas, varios futbolistas de la Celeste, encabezados por Darwin Núñez, ingresaron a ese sector y la emprendieron a puñetazos contra los hinchas colombianos.

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Después del encuentro, el delantero del Liverpool terminó en una batalla campal con los hinchas colombianos

El hecho provocó una airada reacción de Marcelo Bielsa, quien dos días después, en una conferencia de prensa, respaldó a sus futbolistas, cuestionó a la organización certamen y criticó a los periodistas que no exponían todas las irregularidades que habían ocurrido durante el torneo. “Los jugadores reaccionaron como lo hubiera hecho cualquier ser humano. Si están agrediendo a su madre, a su esposa, a un bebé, ¿qué me van a preguntar? ¿Si los van a sancionar después? La sanción debería ser para los que obligaron a los futbolistas a reaccionar así. ¡Qué van a suspender a los jugadores! ¡Pídanles disculpas, viejo!”, exigió el DT.

Lejos de ello, la Confederación Sudamericana de Fútbol castigó a 11 jugadores uruguayos por la refriega: Darwin Núñez fue suspendido por cinco partidos, Rodrigo Bentancur fue sancionado por cuatro encuentros y recibieron tres juegos de pena Mathías Olivera, Roland Araújo, José María Giménez, Sebastián Cáceres, Matías Viña, Emiliano Martínez, Brian Rodríguez, Facundo Pellistri y Santiago Mele.

La pelea entre Sergio Romero y un simpatizante el sábado en la Bombonera hizo que algunos recordaran estos incidentes. De todas maneras, ese no fue el cruce más fuerte entre jugadores e hinchas que se produjo este fin de semana en el fútbol argentino. Bastante más intenso fue el enfrentamiento que ocurrió luego de la victoria 2 a 0 de Gimnasia de Concepción del Uruguay sobre Unión de Sunchales que condenó al elenco santafesino a descender del Federal A al Regional Federal Amateur.

En el estadio Miguel Morales de Pergamino, estos dos equipos disputaron un desempate para definir al cuarto conjunto que perdería su lugar en el Federal A (ya habían descendido Defensores de Pronunciamiento, Sansinena y Ferro de General Pico). Tras la victoria del Lobo, los futbolistas del Bicho Verde se trenzaron, alambrado mediante, con los hinchas entrerrianos e incluso les arrojaron botellas.

Este duelo arrastraba un antecedente reciente y bastante fragoroso, ya que estos dos equipos se habían enfrentado tres semanas antes en el estadio Manuel y Ramón Núñez de Concepción del Uruguay por la séptima fecha de la zona B de la Reválida. Tras la victoria 2 a 0 del local, se produjeron serios incidentes entre los jugadores visitantes e hinchas del Mens Sana.

Un grupo de simpatizantes forzó un portón a ingresó a la zona de vestuarios. Allí, los hinchas protagonizaron escenas de pugilato con los futbolistas del conjunto sunchalense. Agentes de la Policía entrerriana intervinieron para poner fin a la escaramuza e incluso dispararon al aire para dispersar a los revoltosos.



Fuente Clarin

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