Federico Gómez está viviendo un 2024 de primeras veces. En febrero debutó con 27 años en el cuadro principal de un torneo ATP; en julio conquistó su primer título de Challenger, en Milán; y hace algunas semanas ganó su primer partido en el circuito más importante del tenis, en Chengdu. Y está disfrutando al máximo cada momento: no reniega de los viajes, aunque reconoce que pueden ser muy duros; aprovecha cada oportunidad que tiene para conocer nuevos lugares y descubrir otras culturas; y trata de pasarla bien cada vez que tiene que salir a la cancha, jugar al tenis y competir. Es que el bonaerense, 158° del ranking y uno de los cinco argentinos en la lista de preclasificados del Challenger de Buenos Aires que se juega en el Racket Club– trabajó mucho para llegar al lugar en el que está hoy. Y lo hizo por un camino diferente al de la gran mayoría de sus rivales.
Nacido en Merlo y formado en el Club El Jagüel de Parque Leloir, Gómez comenzó a construir este buen presente hace algo más de tres años. Antes tuvo una experiencia en el tenis universitario de Estados Unidos y pasó un par de temporadas dando clases en la academia de Guillermo Cañas en Florida. Y cuando muchos pensaba que su «tren ya había pasado» -idea que se cruzó por la cabeza a él mismo alguna vez-, en 2021 decidió darse una segunda oportunidad.
«Siempre sentía la chispita de que quería intentarlo una vez más. Siempre tuve la inquietud de decir ‘Vamos a ver qué pasa si me doy otra chance. Vamos a intentarlo’. Y gracias a Dios pude volver», recordó en charla con Clarín en la previa de su debut en el torneo porteño, que fue con derrota 6-3 y 6-2 ante Juan Manuel Cerúndolo.
Motivado y con muchas ganas de mejorar, uno de sus mayores obstáculos en ese viaje fue el factor económico. «Al principio un amigo, Pedro, me ayudó un poco. Mis padres también en un momento, pero muy poquito para lo que es una carrera tenística. Siempre me estuve apoyando en amigos, pidiendo, devolviendo… Tuve momentos malos, momentos en los que el límite de la tarjeta de crédito estaba totalmente en rojo. En los que toqué fondo y se me hizo muy duro mentalmente porque no tenía de dónde sacar más plata. Y pensé en dejar, porque no podés entrar a la cancha pensando que tenés que ganar ese partido para poder viajar la semana siguiente», contó.
Hoy, la situación es otra, no porque haya conseguido grandes sponsors -tiene uno de raquetas, pero sigue en búsqueda de uno de indumentaria-, si no por una innovadora plataforma que permite que sus seguidores lo ayuden a financiar la carrera.
«Hace un año me uní a la comunidad de Slice Token y eso me dio un poco más de tranquilidad económica, que antes no tenía», aseguró
Cada jugador que forma parte de esa plataforma, creada hace un par de años por Mariano Zabaleta y su socio Ángel Lombardi, emite tokens que cualquier persona puede comprar. El dinero de esa venta va directamente a manos del deportista y el «inversor» se asegura recibir a futuro una parte del 30 por ciento del premio en dinero que coseche el tenista en su carrera.
«Ellos me contactaron, yo lo consulté con un par de conocidos que saben de financiación y manejo de jugadores y nos pareció una idea muy copada, porque aunque obviamente la plataforma tiene un beneficio si al jugador le va bien, la prioridad es apoyarte en tu carrera», afirmó Gómez. «Es algo que puede parecer ínfima si se ve la imagen grande, pero si vas sumando gente de diferentes partes del mundo, va creciendo. Y también te da tranquilidad de saber que tenés alguien detrás apoyándote y que estás también en buenas manos».
«Toda ayuda es bienvenida porque no es fácil. Los gastos son muchos durante el año. Para hacer el gran salto y meterte entre los mejores, tenés que tener un equipo y eso es caro. Los viajes también, sobre todo si querés viajar con tu entrenador, tu kinesiólogo, alguien para que te apoye y haga todo más llevadero. Así que siempre estamos tratando de sumar gente que quiera ayudar», reflexionó.
De ser estudiante y profesor a pelearla en el circuito
La costosa vida en el circuito fue una de las razones por las que Fede terminó haciendo un camino distinto con su raqueta.
«Cuando saqué el primer punto ATP, en septiembre de 2014, no tenía dimensión de lo que implicaba ser un jugador de tenis. Pensé que ya estaba, que todo iba a ser fácil, pero no. Lo que lleva ser un jugador de tenis, armar un calendario y tener un equipo, no lo podía hacer por cuestiones económicas. Entonces decidí irme a Estados Unidos a probar otra estructura de vida y de competencia. Formarme académicamente y a la vez tener la posibilidad de seguir jugando, que era lo que quería», explicó.
«Fue una experiencia muy linda. Me hizo madurar dentro y fuera de la cancha. Me abrió muchas puertas de gente y de conexiones de todo tipo. Y me brindó la posibilidad de hacer lo que me gusta: jugar al tenis en un alto nivel, y hacer una carrera universitaria, que te da tranquilidad porque si el tenis no funciona, tenés un plan B», aseguró quien pasó primero por el ASA College Miami y terminó graduándose en 2019 de la Universidad de Louisville con un título de Administración Deportiva.
En sus últimos meses como estudiante, tuvo que hacer una pasantía y, obligado a trabajar «de 8 a 5», dejó el tenis en segundo plano. Por eso, al recibirse, sintió la necesidad de «resetearse».
«Siempre quise jugar, competir y estar en el circuito. Pero había dejado de entrenar y de enfocarme en el tenis. Entonces pensé que era un buen momento para acomodarme un poco económicamente trabajando y entrenando y empecé a dar clases. Pero fue muy duro, porque no era lo que quería. Jugaba poco y nada, era full clases, pero sentía la chispita de la competencia», recordó.
Fede, entonces, se animó a probar una vez más. En junio de 2021 jugó un M15 en Weston, Estados Unidos, y recuperó aquel punto que había ganado por primera vez siete años antes. Y ya no paró. En enero de 2022 disputó por primera vez un Challenger, en Tigre. En febrero de 2023 se coronó en el M15 de Naples, Estados Unidos, e inauguró su palmarés profesional. En febrero pasado, tras superar la qualy, jugó su primer ATP en Córdoba. Entre junio y julio levantó dos trofeos en el segundo circuito más importante del tenis masculino, en Milán y Trieste. Y en su debut en una gira asiática, pasó la fase previa en el ATP 250 de Chengdu y venció en el debut a Alexandre Muller, 70° del mundo, antes de caer frente al kazajo Alexander Bublik, 27°.
«Siempre supe que el nivel lo tenía. Quizás no se estaba viendo porque no estaba jugando, estaba dando clases. Pero sabía que si me ponía físicamente bien y seguía fuerte de cabeza, podía llegar. Había que trabajar mucho, pero estaba seguro que que tenía lo que se necesita para estar hoy acá», aseguró.
-¿Qué fue lo más difícil de arrancar de cero a los 24 años?
Agarrar el ritmo de tenis, porque mientras estaba dando clases no jugaba casi nada. Pasé casi dos años sin pegar un revés a dos manos. Y también recuperar el ritmo de competencia. Podés jugar y entrenar, pero la chispita del día de competencia, de la previa y del post, no se entrena. Se vive y es una experiencia a la que uno le va agarrando el ritmo a medida que va jugando y va pasando el tiempo.
-¿Los objetivos y los sueños de este Fede son muy distintos de aquel que sumó el primer punto hace diez años?
Cuando sos chico, querés todo, ser número uno del mundo, ganar Grand Slams… Hoy soy más maduro y sé que son muy pocos los que llegan a eso. Pero ese sueño sigue siendo la motivación que te lleva a buscar tu mejor versión. Mis objetivos siguen siendo los mismos de cuando era chico: jugar la mayor cantidad de torneos y avanzar lo más posible en el ranking. Pero los veo desde otro ángulo, desde otra persona. Tengo 27 años, sé que pasó un tiempo desde que arranqué a jugar en torneos profesionales por primera vez. Me encantaría llegar a ser top 100 en algún momento, es una de mis metas. Creo que cumpliendo ese objetivo, muchos otros vendrán de la mano. Hoy estoy disfrutando esta segunda oportunidad que me estoy dando en el tenis.