Enfrentar a un conjunto brasileño en un torneo internacional siempre representa un desafío enorme. Y mucho más cuando se trata de uno de los gigantes de ese país. A Boca le tocará hacerlo este jueves: recibirá a Cruzeiro en el duelo de ida de una de las llaves de los octavos de final de la Copa Sudamericana. De todas maneras, el elenco que se presentará en la Bombonera está bastante lejos de sus años dorados.
Quienes peinan canas (o lustran cabezas calvas) pensarán casi inmediatamente en aquel vuelo de Hugo Gatti para detener el penal de Vanderlei y darle al Xeneize su primera Copa Libertadores el 14 de septiembre de 1977 en el Centenario de Montevideo. Los más jóvenes recordarán, mucho más cerca, el triunfo en el cruce de los cuartos de final de la edición 2018 del principal torneo sudamericano. En ambas ocasiones, las versiones de Cruzeiro que enfrentaron a Boca eran más poderosas que la de estos días, en los que el club del estado de Minas Gerais está intentando recomponerse definitivamente tras una profunda debacle.
Siete títulos internacionales, cuatro en el campeonato brasileño, seis en la Copa do Brasil y 38 en el certamen estadual, y una de las hinchadas más numerosas y seguidoras del país (conocida como la Nación Azul) le han dado estatus de grande al club fundado el 2 de enero de 1921 como Palestra Italia, en el seno de la comunidad italiana de Belo Horizonte, y que 21 años después debió resignar sus señas de identidad originales con motivo de la Segunda Guerra Mundial.
El 22 de agosto de 1942, días después de que cinco buques mercantes brasileños fueran torpedeados por el submarino alemán U-507, el gobierno de Getúlio Vargas declaró la guerra a ese país y a Italia. A raíz de ello, un decreto federal obligó a eliminar todos los símbolos vinculados con esas naciones. Por ello, el 7 de octubre de 1942, Palestra Italia fue rebautizado como Cruzeiro, un nombre que hacía referencia a la Cruz del Sur, una constelación cuyas estrellas principales (que formaban parte de la bandera brasileña) fueron incluidas en el nuevo escudo de la institución. El club también renunció a sus tradicionales colores rojo, verde y blanco, pero los reemplazó en su indumentaria por el azul, en un guiño no demasiado velado a la casaca del seleccionado italiano.
Desde entonces, comenzó un período de crecimiento que fue sumando hitos. En 1966, Cruzeiro ganó su primer título nacional, la Copa Brasil, con un equipazo en el que descollaban algunos hombres que se ganaron un lugar en el Olimpo del club como Tostão, Dirceu Lopes y Piazza. En 1977, obtuvo su primer título internacional, la Copa Libertadores, a la que le seguirían otros seis trofeos subcontinentales en los 21 años siguientes. Por ello, cuando la Federación Internacional de Historia y Estadísticas de Fútbol (IFFHS) confeccionó en 2009 un ranking de los mejores clubes de América del Sur en el siglo XX, lo ubicó como el mejor elenco brasileño en ese escalafón que encabezó Peñarol.
Entre 1990 y 2004, los Zorros urdieron una racha notable: consiguieron al menos un título en cada uno de esos 15 años. Lo hicieron con equipos que incluían a figuras como Ademir, Roberto Gaúcho, Nonato, Dida, Ricardinho, Marcelo Ramos, Alex y un muy joven Ronaldo, quien marcó 44 goles en 47 partidos entre 1993 y 1994, y regresaría casi tres décadas después en funciones dirigenciales. En 2003, Cruzeiro fue el primer club brasileño en conquistar en la misma temporada la Triple Corona: su campeonato estadual, la Copa do Brasil y el Brasileirão. En aquel conjunto, que era dirigido por Vanderlei Luxemburgo, se destacaba el argentino Juan Pablo Sorín.
Aquellos años ganadores empiezan a quedar lejos en la memoria de los torcedores veteranos y son apenas una leyenda para los jóvenes. El equipo de Belo Horizonte no obtuvo título internacional alguno en el siglo XXI, no se consagra en el Brasileirão desde hace una década y en las últimas cinco temporadas vio cómo su archirrival, Atlético Mineiro, lo relegaba en el certamen estadual. Pero nada de ello es lo más ingrato que han tenido que soportar sus simpatizantes en los últimos años.
A mediados de 2019, el Ministerio Público de Minas Gerais inició una investigación penal por presuntos delitos de lavado de dinero, falsificación de documentos y falsedad ideológica cometidos por la dirigencia de Cruzeiro, que entonces era encabezada por el empresario Wagner Pires de Sá. La pesquisa seguiría un largo recorrido, que incluiría condenas menores para Pires de Sá y otros dirigentes, y dejaría en evidencia los desprolijos manejos y las deudas que la institución iba acumulando.
En sintonía, el equipo se deslizaba por un tobogán enjabonado. El 8 de diciembre de 2019, por la última fecha del Brasileirão de ese año, el elenco conducido por Adilson Batista perdió 2 a 0 frente a Palmeiras en el Mineirão un encuentro que debió ser supendido a cinco minutos del final por el árbitro Marcelo de Lima Henrique debido a los gravísimos incidentes provocados por algunos simpatizantes del conjunto local tras el segundo tanto, marcado por Dudu. Esa derrota dejó a Cruzeiro en el 17° puesto (solo encima de Alagoano, Chapecoense y Avaí) y lo condenó a caer a la segunda división por primera vez en su historia.
La estadía en la categoría de plata del balompié brasileño fue más prolongada y dura de lo previsto. Durante las primeras dos temporadas, el conjunto mineiro estuvo más cerca de caer a la Serie C que de volver a la elite. Recién en 2022, bajo la dirección técnica del uruguayo Paulo Pezzolano, pudo regresar. Se aseguró el ascenso el 21 de septiembre, con una victoria 3 a 0 sobre Vasco da Gama en el Mineirão, y abrochó el título una semana más tarde, con una goleada 4 a 1 sobre Ponte Preta en Campinas.
Por entonces, el fútbol de Cruzeiro ya no era manejado por sus socios. El 17 de diciembre de 2021, una asamblea había votado mayoritariamente (544 sufragios fueron positivos y solo 18 negativos) una modificación del estatuto que permitía mutar hacia el formato de Sociedad Anónima de Futbol (SAF), una figura que había nacido cuatro meses antes, a partir de la aprobación de la Ley 14.193. Un día después, el exdelantero Ronaldo (quien ya era propietario y presidente del Valladolid español desde septiembre de 2018) anunció que, a través de su empresa Tara Sports, compraría por 447 millones de reales (78 millones de dólares) el 90% de Cruzeiro SAF, que así se convirtió en el primer club brasileño en adherir a este modelo empresarial.
La aventura de Ronaldo duró poco menos de dos años y medio. En este período, Cruzeiro volvió a la primera división brasileña y logró reducir casi un 50% su deuda, que ascendía a 1.000 millones de reales (175 millones de dólares) cuando el exjugador del seleccionado se había hecho cargo del fútbol del club. El 29 de abril de 2024, se anunció que el empresario Pedro Lourenço, propietario de la cadena de supermercados BH (que fue patrocinadora principal del equipo entre 2020 y 2022), adquiriría el 90% de la SAF por 600 millones de reales (110 millones de dólares). Ese fue también el primer caso en Brasil de reventa de una SAF.
“Nos enfrentamos a muchos desafíos y, en la gran mayoría de ellos, alcanzamos y superamos nuestros objetivos. Hoy entrego al Cruzeiro con una gran alegría y una sensación de paz, de tranquilidad y de deber cumplido. Cuando llegamos, la situación era realmente muy precaria. Hoy el escenario es completamente diferente e infinitamente mejor”, celebró Ronaldo al partir. “Soy hincha de Cruzeiro. No estoy comprando un negocio. Afrontaremos esto con pasión y razón, siempre de cara a los aficionados. Vamos a darle una sacudida al Cruzeiro, que es lo que necesita”, aseguró Lourenço, cuya cadena de supermercados es la quinta más grande de Brasil, con 300 tiendas y una facturación de 14.000 millones de reales (2.910 millones de dólares) en 2023.
Desde su regreso a la primera división, Cruzeiro no ha tenido demasiados motivos para celebrar. En 2023, hizo una muy floja campaña en el Brasileirão, en el que ocupó puestos de descenso hasta cuatro fechas antes de finalizar el certamen y terminó 14°, a solo cuatro puntos del abismo. En las ediciones 2023 y 2024 del Campeonato Mineiro, debió conformarse con el segundo puesto detrás de Atlético.
Aquella 14ª colocación en la liga brasileña del año pasado le permitió arañar el último boleto para la Copa Sudamericana, en la que culminó primero en el grupo B relegando a Universidad Católica de Ecuador, Alianza de Colombia y Unión La Calera de Chile. Ello le dio el pase directo a los octavos de final, instancia en la que este jueves se cruzará con Boca.
El conjunto azul, que marcha sexto en el Brasileirão (a siete puntos del líder Botafogo), llega a Buenos Aires sin grandes estrellas, pero con una dotación reforzada en las últimas semanas. El equipo que dirige Fernando Seabra desde abril, tras el despido del platense Nicolás Larcamón, repatrió a los mediocampistas Walace (Udinese) y Matheus Henrique (Sassuolo), y al delantero Kaio Jorge (Juventus), y también sumó al veterano arquero Cássio y a Lautaro Díaz. El exdelantero Estudiantes de Buenos Aires y Villa Dálmine es uno de los cinco jugadores argentinos que integran el plantel: los otros son Lucas Romero, Álvaro Barreal, Lucas Villalba y Juan Ignacio Dinenno.