Suena contradictorio si se piensa en Rafael Nadal, uno de los tenistas que, más allá de una innumerable colección de virtudes reconocidas a lo largo de toda su carrera, siempre tuvo al espíritu competitivo como uno de los aspectos más relevantes de su juego. Pero afirmar que en el ATP 500 Barcelona fue más importante haber quedado eliminado en la segunda ronda que haberle ganado al australiano De Minaur no es una locura.

Nadal necesita ir de a poco en su vuelta al circuito que, además, será la última. Y de ello no hay duda porque su cabeza no resistiría una nueva lesión. No la pasó bien el mallorquín en los últimos tiempos.

Tanto que en los últimos meses hizo algo que nunca había hecho desde que es profesional; pasó días «desaparecido» y sin atenderle el teléfono por lo menos a tres integrantes clave de su equipo: Carlos Moya, Gustavo Marcaccio y su agente . Y no lo hizo por descortesía sino porque la cabeza lo tuvo «match point» en contra.

Tras su desgarro en el abdominal que lo obligó a no presentarse en la semifinal de Wimbledon 2022 frente a Nick Kyrgios, el mallorquín le introdujo a su saque una pequeña modificación técnica para no recargar esa zona.

¿De qué se trató? El sacaba el brazo por el costado y le quisieron cambiar para que lo hiciera hacia adelante. Y fue justamente ese movimiento levemente diferente el que, por ejemplo, le provocó los dolores que lo obligaron a bajarse de Indian Wells, uno de sus torneos preferidos, en marzo.

Rafael Nadal lanza para sacar. Foto: Pau BARRENA / AFPRafael Nadal lanza para sacar. Foto: Pau BARRENA / AFP

Pero en Manacor retomó los entrenamientos y fue tal el nivel recuperado que decidió viajar a Barcelona para decidir ahí si jugaría o no el torneo que lo vio ganador nada menos que 12 veces. En el polvo de ladrillo catalán comenzó a jugar sets de práctica contra adversarios en plenitud. Y a todos les ganó con autoridad, aún con ese servicio cambiado.

La victoria en el debut frente al italiano Cobolli entusiasmó a todos. Menos a él, claro. «Es una estupidez pensar que soy favorito», dijo antes de medirse con De Minaur. Tuvo razón.

El futuro de Nadal

Ahora la clave es mantenerse sano. Y pensar en el corto plazo. En Roland Garros y en los Juegos Olímpicos (¿jugará sólo el dobles con Alcaraz?). Y después trazar un balance y hacer un análisis. Si todo va bien podría jugar hasta fin de año. Pero nadie pone las manos en el fuego de que 2024 será el «último baile».

Porque si se siente bien y, sobre todo, competitivo -palabra clave en su vida- por qué no pensar en una despedida en la cancha y en sus torneos favoritos como Australia, Indian Wells (Miami nunca le gustó por el calor), Barcelona, Madrid, Roland Garros, Wimbledon y Flushing Meadows.

La palabra final, como siempre, la tendrá Rafael Nadal. Uno de los mejores tenistas de todos los tiempos y, por lejos, el dueño de dos títulos que nadie podrá discutirle: el mejor jugador de la historia en canchas lentas y el atleta que consiguió una de las mayores hazañas del deporte mundial. Porque tampoco nadie puede poner en tela de juicio que haber ganado 14 veces Roland Garros es una locura irrepetible.



Fuente Clarin

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