Daria Kasatkina nació hace 27 años en Togliatty, una ciudad del oeste Rusia, ubicada a orillas del río Volga, y durante más de 10 años representó a su patria con una raqueta en la mano: ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Nanjing 2014, disputó la cita de verano de Río 2016, levantó el título de la Copa Billie Jean King en 2021 y fue protagonista en las canchas del circuito WTA, en el que ganó ocho títulos. Pero hace unos días anunció que había cortado el vínculo con su país origen y que, de ahora en más, jugará bajo la bandera de Australia. Y en la previa de su debut en el torneo de Charleston, dejó en claro que más que una decisión, el cambio fue una necesidad.
«Con todo lo que está pasando en Rusia, no tenía elección. Como persona abiertamente gay, si quería ser yo misma, tenía que dar ese paso. Y lo di», reveló.
Kasatkina «salió del closet» en julio de 2022, en una entrevista que realizó en Barcelona -donde vivía-, poco después de que Rusia presentara un proyecto que más adelante prohibiría la «propaganda gay» entre adultos, ampliando una ley anterior que ya castigaba cualquier representación «de relaciones sexuales no tradicionales» en público y en los medios. A fines de 2023, además, Moscú metió al «movimiento internacional LGBT» en su lista de organizaciones extremistas y pidió prohibir sus actividades en el país.
La número 12 del ranking mundial, en pareja con Natalia Zabiiako, una patinadora nacida en Estonia, que representó durante años a Rusia, fue en los últimos años una dura crítica al gobierno de Vladimir Putin por la posición oficial de su país sobre la homosexualidad y también por la invasión a Ucrania, que provocó que el deporte ruso sea marginado del escenario internacional. En el tenis, los jugadores aún juegan sin bandera en los circuitos profesionales y junior y los equipos no pueden participar de competencias como la Copa Davis o la Copa BJK.
«Hay muchos temas tabú en nuestro país. Y hay temas muy importantes que están prohibidos, así que no hay que sorprenderse», dijo en aquella charla con su compatriota y periodista Víktor Kravchenko, en la que habló por primera vez públicamente de su homosexualidad. «En Rusia hay una frase que se repite: ‘Si querés ser gay…’. ¿Qué tontería es esa? Realmente me parece que no hay nada más fácil en este mundo que ser heterosexual. Si te dieran a elegir, ¿quién elegiría ser gay y hacerte la vida más difícil? Especialmente allá».
«No me siento segura con el régimen que tenemos. Como homosexual que se opone a la guerra, no puedo volver atrás. Pero no me arrepiento de nada. Cuando empezó la guerra, me sentí abrumada y decidí que ya era suficiente. Ya no podía ocultar quién soy», agregó.
Y cuando le preguntaron si pensaba que en algún momento sería posible para una pareja homosexual caminar tomada de las manos en Rusia, afirmó: «A juzgar por cómo van las cosas, nunca».
Sin esperanza de un cambio en su país de origen, Kasatkina tomó finalmente la decisión de cambiar de bandera para poder vivir «a gusto» con ella misma, algo que, aseguró, «es lo más importante». Y a fines de la semana pasada, reveló en su cuenta de Instagram su «mudanza».
«Me complace informarles que mi solicitud de residencia permanente fue aceptada por el gobierno australiano. Australia es un lugar que amo, increíblemente acogedor y donde me siento como en casa. Me encanta estar en Melbourne y espero establecerme allí. Por ello, me enorgullece anunciar que, de ahora en adelante, representaré a mi nueva patria, Australia, en mi carrera profesional de tenis», escribió.
«Obviamente, hay aspectos de esta decisión que no han sido fáciles. Quiero agradecer a mi familia, entrenadores y a todos los que me han apoyado a lo largo de mi trayectoria tenística hasta la fecha. Siempre respetaré y apreciaré profundamente mis raíces, pero estoy emocionada de comenzar este nuevo capítulo en mi carrera y mi vida bajo la bandera australiana», agregó.
Este lunes, en su primera conferencia de prensa como australiana -a la que llegó saludando a todos los presente con un «Cómo están, ‘mates’«, usando ese término coloquial típico del país oceánico-, se la vio feliz. Y aunque dijo estar ansiosa por comenzar un nuevo capítulo en su vida, admitió que ver la bandera australiana al lado de su nombre en su perfil oficial de la WTA le causó una rara sensación.
«Honestamente, se siente… diferente. No voy a mentir. Es emocional para mí. Pero Australia es el lugar donde todo el mundo es bienvenido y donde siento que puedo ser yo misma. Estoy muy contenta de tener el privilegio de formar parte de este hermoso país», comentó.
Como en el pasado representó a Rusia en competencias internacionales, como los Juegos Olímpicos y la Copa BJK, Kasatkina no podrá empezar a jugar para Australia automáticamente ya que en el reglamente de la ITF está prohibido que una tenista cambie de país. Aunque la federación australiana -que la acompañó y ayudó en el proceso para recibir la residencia permanente- podrá solicitar una exención para habilitarla.
Daria sí disputará desde esta semana los torneos de la WTA bajo su nueva bandera, algo a lo que tendrá que habituarse.
«En mis primeros partidos, seguramente van a decir ´Kasatkina, de Australia’ y yo voy a pensar ‘¿Quién? ¡Ah! ¡Soy yo! ¡Soy yo!’. Durante un par de años no orí nada después de mi apellido, así que voy a tener que acostumbrarme. Pero eso es algo muy bueno», afirmó.