Provocaciones, insultos, empujones y conatos de escaramuzas entre los protagonistas no son elementos atípicos en las conferencias de prensa previas a cualquier gran combate de boxeo. Sin embargo, no es tan frecuente lo que sucedió el jueves, en la antesala de la pelea en la que el mexicano Saúl Álvarez expondrá el sábado sus cuatro títulos de la división supermediano ante su compatriota Jaime Munguía en Las Vegas: Canelo estuvo a punto de trenzarse en una refriega, pero no con su adversario, sino con Oscar De la Hoya, su expromotor, con quien el pelirrojo terminó su vínculo en pésimos términos.

No se esperaba intercambio de metralla verbal entre Álvarez y Munguía en esta conferencia, puesto que ambos contendientes se habían mostrado sumamente respetuosos en todas las entrevistas y exposiciones previas. Los chisporroteos en esos días se habían producido entre el multicampeón y De la Hoya, quien ahora oficia como copromotor de su rival. Ambos se habían prodigado denuestos y acusaciones, en algunos casos vinculados no con situaciones profesionales, sino personales. El jueves, las chispas se convirtieron en lumbre.

La tertulia en uno de los lujosos salones del MGM Grand había comenzado en paz, con las exposiciones de Tom Brown, presidente de TGB Promotions (la empresa coorganizadora del evento), y de Fernando Beltrán, CEO de Zanfer Boxing y copromotor de Munguía. Pero enseguida el estrado fue ocupado por De la Hoya, quien desplegó una hoja y comenzó a leer.

Durante su soliloquio, aseguró que su labor era apoyar a Munguía, pero que debía responder a los ataques de Canelo. “Parece tener problemas para recordar quién lo ayudó a convertirse en una verdadera estrella mundial. No tengo más que respeto por Canelo Álvarez como boxeador, pero pasó gran parte de los últimos dos meses insultándome en lugar de promocionar esta pelea”, se quejó.

Y recogió el guante sobre los señalamientos vinculados con sus adicciones. “Sí, enfrenté muchos desafíos en mi vida. Sí, estuve en rehabilitación varias veces. Sí, hubo puntos realmente bajos en mi vida. Y sí, hubo momentos en los que el trabajo no era mi prioridad por mi salud mental, que había descuidado durante mucho tiempo. Pero eso no cambia el hecho de que Golden Boy construyó a Canelo Álvarez. Punto. La empresa bajo la cual luchaste siempre ha tenido un nombre y es el mío, así que tenele un poco de respeto, carajo”, le espetó a Álvarez.

Mientras el otrora Golden Boy exponía, el púgil tapatío lo interrumpía desde su ubicación. «No sientes lo que dices. Tienes que leer, cabrón. Tienen que escribirle lo que dice este pinche maricón. Tú no haces nada, pendejo”, le decía. Después de que el exboxeador estadounidense recordó que Canelo había dado positivo en dos controles antidoping en 2018, antes de su segundo enfrentamiento con el kazajo Gennadiy Golovkin, lo poco que quedaba de orden en el salón se fue al garete: Álvarez se levantó de su silla y encaró a su antagonista con espíritu belicoso. Tom Brown debió intervenir para separarlos y enviarlos a sus ubicaciones mientras los insultos iban y venían.

Después de las breves exposiciones de Freddie Roach, entrenador de Munguía; de Chepo y Eddy Reynoso, técnicos del campeón, y del aspirante, el estrado quedó a disposición de Álvarez, quien tomó carrera y se despachó a gusto. “A este imbécil, intento de gente que tengo aquí a mi izquierda (en referencia a De la Hoya), que no se le olvide que vine a Estados Unidos siendo ya el Canelo. Él solo lucró con mi nombre, nunca perdió un solo centavo, nada más ganó dinero”, disparó.

“Lo único que hace este hombre es ser una lacra del boxeo, robarles a los boxeadores. El que esté con él, meta a sus abogados porque seguramente les está robando. Es lo único que viene a hacer al boxeo. Y ahora viene a robarle la atención a Jaime Munguía, no viene a promoverlo”, añadió el peleador nacido en San Agustín. Y cerró con un comentario sobre los gustos sexuales de su expromotor. Cuando volvió a su silla, complementó con algunas palabras incendiarias en un inglés no muy trabajado, pero lo suficientemente claro como para que el público angloparlante las comprendiera.

La animadversión que los llevó a protagonizar el altercado del jueves en el MGM Grand es el último episodio (hasta el momento) de un vínculo que comenzó a forjarse hace más de tres lustros, que amagó con ser hiperlucrativo para ambas partes y que terminó en una corte federal de Los Ángeles y con una demanda multimillonaria.

Golden Boy Promotions fue la empresa que llevó a pelear por primera vez a Estados Unidos a Álvarez cuando el colorado tenía apenas 18 años y era una promesa del pugilismo mexicano: fue el 24 de octubre de 2008 en el Morongo Casino Resort & Spa de Cabazon, una minúscula ciudad californiana, donde el tapatío venció por puntos a Larry Mosley. Y acompañó el crecimiento de Canelo: participó en la organización, como promotora única o asociada, de sus siguientes 21 pleitos en ese país hasta 2019, cuando el pelirrojo ya era una superestrella planetaria.

Como parte de esa fructífera relación, en octubre de 2018 el mexicano firmó con Golden Boy y con la plataforma DAZN un contrato por 11 peleas, a realizar en un lapso de cinco años, que le reportaría ganancias por 365 millones de dólares. Eso lo convirtió en el deportista mejor pago de la historia, ya que el acuerdo superaba el que había pactado un año antes el beisbolista Giancarlo Stanton con Miami Marlins: 325 millones por 13 años de servicio.

Saúl Álvarez y Oscar De la Hoya, sonrientes en tiempos felices.Saúl Álvarez y Oscar De la Hoya, sonrientes en tiempos felices.

En el contrato se estableció que Canelo combatiría dos veces por año. El primer compromiso fue el 15 de diciembre de 2018, cuando el mexicano batió al inglés Rocky Fielding en el Madison Square Garden de Nueva York por el título supermediano de la Asociación Mundial de Boxeo. Por esa actuación percibió una bolsa de 15 millones de dólares. Por cada una de las dos siguientes, ante el estadounidense Daniel Jacobs y el ruso Sergey Kovalev (ambas en Las Vegas), cobró 35 millones.

Sin embargo, después del combate ante Kovalev, en noviembre de 2019, y con la pandemia de covid-19 haciendo las cosas más complicadas, las negociaciones para organizar una nueva contienda para Álvarez se estancaron. Cuando se reactivaron, el dinero que se ponía sobre la mesa para el campeón resultaba muy inferior a los 35 millones garantizados en el acuerdo firmado en 2018.

En septiembre de 2020, Canelo demandó en una corte federal de Los Ángeles a Golden Boy Promotions y a DAZN por incumplimiento de contrato debido a que la promotora y la plataforma de streaming no habían conseguido hasta entonces organizar una pelea. El boxeador exigió 280 millones de dólares como indemnización por considerar que su carrera se había visto bloqueada por la impericia de las dos empresas y eso le había causado cuantiosas pérdidas económicas.

Oscar De la Hoya junto a Freddie Roach, entrenador de Jaime Munguía. Foto: Golden Boy Promotions.Oscar De la Hoya junto a Freddie Roach, entrenador de Jaime Munguía. Foto: Golden Boy Promotions.

Soy el número uno libra por libra del mundo. No tengo miedo a ningún oponente en el ring y no voy a dejar que las fallas de mi plataforma de distribución o de mis promotores me mantengan lejos del ring”, justificó el boxeador en una carta abierta dirigida a sus seguidores.

El diferendo se resolvió dos meses después: el 6 de noviembre y a través de un comunicado publicado por Eddy Reynoso, Álvarez se declaró agente libre tras haber alcanzado un acuerdo extrajudicial que permitió dar por cerrado el conflicto legal. Tras ello, selló un contrato con Matchroom Boxing por tres peleas. Desde entonces, fue coorganizador de los eventos que protagonizó en sociedad, alternadamente, con la empresa británica y con la firma estadounidense Premier Boxing Champions. Nunca volvió a trabajar con Golden Boy Promotions.

Esa libertad de movimiento que se permite Canelo fue un elemento que De la Hoya utilizó para atacarlo el jueves. “¿Quién carajo es desleal acá?”, se preguntó durante su exposición. “El que salta de promotor en promotor, de contrato en contrato con estaciones de televisión. Creo que queda claro quién es el malagradecido”, se respondió. “Jamás recibí un ‘gracias’ cuando le conseguí el que era el contrato más grande de su carrera. Que se pudra, al carajo”, sentenció el expúgil de 51 años.



Fuente Clarin

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