En el Libro de los Jueces, uno de los 46 que incluye la versión católica del Antiguo Testamento, se cuenta la historia de Sansón, un hombre consagrado a la misión de liberar a Israel de los filisteos y que gozaba de una fuerza extraordinaria cuyo origen radicaba en su larga melena. El cabello enrulado de José Ángel Gabriel Rosa ha cambiado varias veces de color, pero nunca cruza la frontera de su nuca. Eso no impidió que el Sansón riojano batiera a cuanto adversario se le plantara enfrente desde su debut como profesional y se convirtiera así, con apenas 24 años, en una de las esperanzas del boxeo argentino.
Rosa gana y espera. Todo ha sucedido a alta velocidad desde que debutó como púgil rentado hace poco más de tres años. En este tiempo, hizo 25 peleas, una cantidad sumamente infrecuente, las ganó todas y 18 las definió antes de la distancia máxima pactada. Fue campeón argentino wélter y obtuvo cuatro títulos regionales. Si bien no desespera, se plantea un horizonte claro: “Mi objetivo es que este año me salgan peleas afuera, si Dios quiere”.
“Si Dios quiere”. A menudo, esas tres palabras rematan las frases del joven a quien casi nadie llama por alguno de sus tres nombres de pila. Y eso no es azaroso.
La madre del Sansón bíblico era una mujer estéril hasta su encuentro con un ángel que le anunció el nacimiento del pequeño superpoderoso. La madre del Sansón boxeador ya había parido a dos de sus ocho hijos, pero en los últimos días del siglo XX estaba teniendo dificultades para gestar al tercero. “En ese tiempo, mi mamá no podía quedar embarazada. Cuando pasó, mi papá dijo que quería tener un hijo que fuera boxeador y que se llamara Sansón, que era un hombre fuerte”, cuenta el protagonista de la historia. Cuando nació, su padre intentó inscribirlo así, pero en la oficina del Registro Civil de la capital riojana no se lo permitieron. “José Ángel Gabriel” fue la alternativa elegida. Sin embargo, desde el primer día, todos llamaron Sansón al pequeño.
El Sansón bíblico era hijo de una pareja de campesinos de Sorá, una ciudad cercana a Jerusalen. El Sansón boxeador es hijo de una pareja sumamente creyente (todos sus vástagos tienen nombres con referencias bíblicas) que en su casa hizo convivir los preceptos religiosos con el deporte de los guantes.
Adriana Fellini fue una de las anónimas pioneras del boxeo femenino en el país en la década de 1990, cuando la actividad todavía no estaba reglamentada en este rincón del planeta (recién lo estuvo a partir del 25 de marzo de 2001). Su esposo, José Joaquín Rosa Gómez, llevaba más de un lustro combatiendo como profesional en su República Dominicana natal cuando aterrizó por primera vez en suelo argentino para desafiar a Ismael Chaves en septiembre de 1996.
El Evangélico, como lo apodaban, encontró aquí su lugar en el mundo: conoció a Adriana, se radicó en La Rioja, se casó y siguió su carrera hasta su retiro en 2009. En ese camino, protagonizó más de 80 combates rentados. El más recordado fue el que en marzo de 2003 le ganó en Caseros al excampeón mundial Raúl Balbi, quien en esos días tenía acordado un enfrentamiento con Floyd Mayweather por el título ligero del Asociación Mundial de Boxeo que terminó naufragando debido a esa derrota.
La influencia familiar hizo que el pequeño Sansón tomara contacto con el deporte muy precozmente. “Cada vez que mi viejo volvía de viaje, traía los guantes que había usado. Y yo siempre lo acompañaba al gimnasio. Practicaba y él trataba de enseñarme. Pero al principio yo no le prestaba tanta atención. Empecé a darle bola al boxeo cuando tenía 12 años, cuando debuté como amateur”, recuerda.
De todos modos, durante años el boxeo convivió en la vida de Rosa con otra actividad: el fútbol. Como mediocampista central se desempeñó en Independencia de Patquía y en Andino, y llegó a debutar en Reserva en la Liga Riojana. “Jugué a la pelota hasta los 16 o 17 años. Después le empecé a meter más al boxeo. Fui a campeonatos argentinos, estuve en la selección. Ahí agarré ritmo y empezó a gustarme mucho”, explica.
En esos primeros pasos serios como amateur se cruzó con una familia catamarqueña, los Corzo, que sería fundamental en su andar: Daniel es hoy su promotor, Joel es su entrenador y Pablo y Gabriel, púgiles profesionales como él, son sus amigos y compañeros de entrenamiento.
A fines de 2016, Joel Corzo se contactó con Patricio, el hermano mayor de Sansón, para proponerle una pelea contra uno de sus pupilos en San Fernando del Valle de Catamarca. El pibe, quien entonces tenía 16 años, fue y ganó. Una semana después, Corzo le ofreció otro combate en Santiago del Estero. Rosa aceptó, estuvo una semana en Catamarca preparándose, viajó, peleó, volvió a ganar y, al regreso, se quedó trabajando en el Elvis Boxing de la capital catamarqueña.
“Desde que los conocí, me recibieron de la mejor manera, me abrieron las puertas de su casa, viví mucho tiempo ahí. Estoy muy agradecido con ellos, que son mi segunda familia. Con Pablo y Gabriel somos un grupo muy unido. Tratamos de mejorar juntos, nos apoyamos, siempre somos muy compañeros en todos los aspectos. Más que amigos, somos hermanos”, asegura el zurdo, quien ahora vive en La Rioja junto a su pareja, Karin Montivero, y asiduamente recorre los 150 kilómetros que lo separan de San Fernando del Valle para entrenarse junto a los Corzo.
El Sansón bíblico salió airoso de tres ataques de los filisteos en su vivienda antes de ser rapado, cegado y encarcelado. El Sansón boxeador ya afrontó 25 pleitos desde su debut profesional, en enero de 2021, y de todos salió victorioso: combatió 11 veces en 2021 (más que ningún otro púgil argentino), siete en 2022 y seis en 2023. El sábado, cinco días después del nacimiento de Joaquín Amadeo, su segundo hijo (el mayor, Giovanni, cumplirá dos años el mes próximo), se presentará por segunda vez en 2024.
– ¿Cómo hiciste para sostener esta exigencia?
-Como no termino muy golpeado después de cada pelea, siempre trato de volver rápido al gimnasio. Si peleo un sábado, vuelvo el lunes; si peleo un viernes, vuelvo el domingo. Salgo a correr, hago algo, así siempre me mantengo. Y lo hago porque yo vivo de esto, no tengo más ingresos que lo que cobro por las peleas y lo que aportan mis sponsors. El boxeo es un deporte muy caro por todo lo que se necesita: guantes, equipo para guanteo, suplementación, preparadores físicos. Por eso me cuesta muchísimo ahora, que peleo cada dos o tres meses.
El Sansón bíblico era un hombre temido en su tierra. El Sansón boxeador es un hombre respetado, querido y apoyado en su provincia, de la cual es uno de los representantes deportivos más destacados junto con la tiradora Fernanda Russo, quien fue representante olímpica en Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020, y repetirá la experiencia en París 2024. Gran parte del aporte económico que recibe proviene de comercios locales y de la Gobernación que encabeza Ricardo Quintela. Y la primera vez que peleó como profesional en su ciudad natal, en febrero de 2022 (noqueó en el octavo asalto al brasileño Paulo Cesar Galdino), convocó a más de 10.000 personas en el Superdomo. “Me gané el cariño de mi provincia, siempre me apoyan, me lo demuestran cada vez que salgo a la calle. Y yo estoy muy agradecido por eso”, sostiene Rosa.
Aquella pelea con Galdino en el Superdomo fue su 12ª en el boxeo de paga. Tras ella, siguió encadenando victorias, entre ellas dos ante el excampeón argentino wélter Juan Leal y una frente al actual monarca sudamericano de esa categoría, Leandro Fonseca. Además peleó cuatro veces en el Luna Park. La última, el 30 de marzo, como fondista: noqueó en el cuarto asalto al ecuatoriano Edwin El Sobrenatural Bennett. Su próximo objetivo es combatir fuera del país y para ello trabaja junto a OR Promotions, la empresa fundada por Osvaldo Rivero.
“Ya nos ofrecieron varias peleas afuera, pero se terminaron cayendo. Cuando ven que soy zurdo y cuando miran la cantidad de peleas y el récord que tengo, me rechazan. A (Osvaldo) Rivero le han dicho que con esos números estoy para peleas eliminatorias o por un título mundial, no me quieren para peleas comunes fuera del país”, explica. El objetivo es lograr esa chance antes de fin de año. “Y si no se da, espero que sea el próximo, apenas se pueda. Para eso, tengo que seguir trabajando de la mejor manera en los entrenamientos para seguir ganando experiencia”, añade.
Por lo pronto, Rosa ocupa el 12° puesto en el ranking superligero del Consejo Mundial de Boxeo, que reconoce como campeón al estadounidense Devin Haney, y el 13° lugar en el escalafón de la Asociación Mundial de Boxeo, que tiene como monarca regular al mexicano Isaac Cruz y como interino al venezolano Ismael Barroso. Los otros titulares de la división son el estadounidense de familia hondureña Teófimo López (Organización Mundial de Boxeo) y el puertorriqueño Subriel Matías (Federación Internacional de Boxeo). El sueño del riojano, por supuesto, es uno de esos cinturones.
– ¿Cuán lejos creés que estás de eso?
-Estoy rankeado, que es lo importante. Queda esperar que me llamen y me den la oportunidad de pelear con un boxeador de mayor calibre fuera del país. Ahí veremos porque tengo que ganar afuera y hacerme respetar para que me den esa oportunidad de pelear por un título mundial. Creo que estoy listo mentalmente y físicamente, y que tengo la experiencia suficiente. Ahora es cuestión de promotores. No me queda otra que esperar tranquilo, con mucha paciencia, porque el momento va a llegar.
Sansón en la FAB
La 26ª contienda profesional de Sansón Rosa será este sábado en el estadio de la Federación Argentina de Box (FAB), donde el riojano expondrá sus títulos Fedelatin de la AMB y Latino del CMB de la categoría superligero frente al mexicano Juan Ramón Guzmán. La velada será transmitida por TyC Sports desde las 23.30.
Guzmán, nacido hace 31 años en Playas de Rosarito, tiene una marca de 18 victorias, tres derrotas y un empate, y se presentará por primera vez fuera de su país. El Perro logró 14 de sus 18 triunfos por la vía rápida, pero solo uno fue ante un adversario con récord positivo. Sus tres traspiés fueron ante el exretador mundialista Abel Ramos y contra los invictos Oluwafemi Oyeleye y Esteban García. Si nada extraño sucede, Rosa no tendría que tener demasiados inconvenientes para conservar su currículum inmaculado.
La cartelera en Castro Barros 75 incluirá otras dos contiendas en las que habrá coronas en disputa. En el semifondo, el sanmiguelino Ignacio Gorila Iribarren y el salteño Gerardo Bandido Pérez chocarán por el título sudamericano ligero. Además, la invicta morenense Sol Cudos (hija del exfutbolista Ángel Cudos) expondrá sus cetros sudamericano y Fedelatin AMB de la división mínimo ante la tucumana Verónica Ruiz.