Cada vez que se ve jugar a Nikola Jokic, crece exponencialmente el valor de una de las mayores hazañas del deporte argentino: el subcampeonato mundial en China 2019. “¿Cómo que salir segundo es una hazaña?”, se preguntarán a los gritos los resultadistas sin criterio. Je, je. Si la Selección Argentina llegó invicta a aquella final perdida ante España fue por un básquetbol de alto vuelo y, entre otros, dos partidos memorables: la zandunga a Francia en la semifinal, tras una demostración de juego y de carácter en los cuartos de final ante la Serbia de… Nicola Jokic.

Ganarles a esos nenes de pecho serbios fue una hazaña que en estos días crece una vez más porque Don Nikola, el tipo que afuera de la cancha tiene cara de bonachón y adentro del rectángulo es todo lo que está bien en este deporte, acaba de ser elegido nuevamente como el Jugador Más Valioso de la fase regular de la NBA.

Hay tres focos interesantes donde poner la atención a la hora de analizar este merecidísimo premio recibido por el nacido el 19 de febrero de 1995 en Sombor, ciudad del noroeste de Serbia de poco menos de 50 mil habitantes.

Todas las luces deben apuntarle a este Terminator con clase que es Jokic. Un todoterreno con estadísticas monumentales. Que nadie le quite protagonismo. Pero dos señales de época -no de ahora, sino de un tiempo a esta parte- son que es la sexta temporada seguida en la que el MVP no es estadounidense y es un interno capaz de hacer de todo.

Primer foco: Nikola Jokic es un crack fuera de serie. El líder de Denver Nuggets acumuló estadísticas inverosímiles en la fase regular: 26,4 puntos (12° en la liga), 12,4 rebotes (cuarto) y 9 asistencias (cuarto) de promedio por partido. Y con 68 doble-dobles y 25 triple-dobles fue escolta en ambos rubros del lituano Domantas Sabonis.

Por si no se entiende, el lungo de 2,11 metros la mete, la va a buscar si no entra y la pasa para que anoten otros. Ah, y quiere jugar siempre: de los 30 máximos anotadores de la temporada, es quien más partidos disputó (79).

Nikola Jokic, en acción. Foto: ReutersNikola Jokic, en acción. Foto: Reuters

Con estas cifras bastaría para entender por qué ganó con buena distancia sobre sus dos inmediatos perseguidores: sumó 926 puntos frente a los 640 del canadiense Shai Gilgeous-Alexander (Oklahoma City) y los 566 del esloveno Luka Doncic (Dallas). Pero sería una mirada nimia, corta, aburrida, incompleta.

Nikola Jokic gana y hace ganar partidos y hasta un título, el del año pasado, el primero en la historia de los Nuggets. Agarra la naranja y agarrate Catalina: te la manda a guardar.

Sin mis compañeros no puedo hacer nada. Entrenadores, jugadores, la organización… Todo es un gran círculo. No puedo ser lo que soy sin ellos”. ¿Cómo no vas a querer jugar con un compañero así, hermano? Más aún si jamás tuviste un reconocimiento de esos que pesan en la NBA.

El periodista Tom Haberstroh publicó en “The Finder” un estudio tan impresionante como demoledor: Jokic es el primer MVP de la era moderna de la liga que en sus primeras nueve temporadas juega en un equipo con compañeros que jamás estuvieron en el quinteto ideal ni en el quinteto defensivo de la NBA y tampoco disputaron un Juego de las Estrellas. ¿Esto es decir que juega solo? No, pero sí que mejora a sus compañeros para construir un equipo de temer.

Nikola Jokic controla el balón ante la marca de LeBron James. Foto: ReutersNikola Jokic controla el balón ante la marca de LeBron James. Foto: Reuters

Segundo foco: Nikola Jokic es el primer basquetbolista no estadounidense en ser tres veces MVP, porque ya había sido elegido en 2021 y en 2022. Antes que él lo había sido el griego Giannis Antetokounmpo por duplicado y el año pasado el galardón fue para el camerunés Joel Embiid. El primer “extranjero” en ser el Jugador Más Valioso había sido el canadiense Steve Nash en 2005 y en 2006, seguido un año después por el alemán Dirk Nowitzki.

El serbio es el noveno jugador en la historia de la NBA en ser tres veces MVP. Kareem Abdul-Jabbar lo fue en seis ocasiones (1971, 1972, 1974, 1976, 1977 y 1980) y Bill Russell (1958, 1961, 1962, 1963 y 1965) y Michael Jordan (1988, 1991, 1992, 1996 y 1998) en cinco. Wilt Chamberlain (1960, 1966, 1967 y 1968) y LeBron James (2009, 2010, 2012 y 2013) fueron elegidos en cuatro oportunidades y otras tres leyendas, en tres: Moses Malone (1979, 1982 y 1983), Larry Bird (1984, 1985 y 1986) y Magic Johnson (1987, 1989 y 1990).

Estos ocho cracks históricos fueron o son estadounidenses. Y entre ellos suman 38 títulos. Jokic es serbio, ganó un solo anillo y le queda resto todavía, por más que la semifinal de la Conferencia Oeste se haya complicado al perder los dos duelos de local frente a Minnesota, donde Pablo Prigioni es asistente técnico.

Tercer foco: Nikola Jokic es la prueba evidente, vivita y coleando, de los jugadores que se han convertido en dominantes en la NBA. Grandotes que parecen torpes cuando la pican pero que tienen una habilidad extrema para llevarla en toda la cancha, pasársela al compañero mejor ubicado o hacerse lugar para sus tiros y castigar en la llave o cada vez más desde el perímetro, a tono con una liga en la que los triples mandan.

Con diferentes características, Antetokounmpo (2,11), Embiid (2,13), Victor Wembanyama (Novato del Año con 2,24), Anthony Davis (2,08) y Sabonis (2,08) dan muestra de ello. Y Jokic es el summum.

Bienvenida esta mole blanca balcánica de 128 kilos que sacude la lógica dentro del rectángulo. Bienvenido el Joker de la NBA. Bienvenido el padre de Ognjena, de dos años y ocho meses, nacida once meses después de su casamiento con Natalija Mačešić, su novia desde la adolescencia.

Ella es la voz del emotivo video con el que Denver Nuggets celebró que el número 15, ese que juega con su anillo de bodas colgando de los cordones de su zapatilla izquierda, haya ganado su tercer premio como Jugador Más Valioso de la NBA.

Nikola Jokic: para los demás, un talento incomparable; para nosotros, un padre de familia altruista. Los de afuera pueden verlo como poco convencional o poco ortodoxo, pero nosotros siempre lo vimos como alguien increíble -relata la esposa-. Puede que resulte inverosímil que un serbio orgulloso, elegido en el puesto 41 del draft, logre un status que sólo unos pocos han alcanzado. Pero cuando jugás bien tus cartas, todo es posible. Detrás de las cicatrices y la sonrisa está el trabajo. Está la creencia de que serás grande. Y nosotros siempre creeremos en nuestro ahora tres veces MVP”.



Fuente Clarin

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