River cerró el semestre de la peor manera. Con otro papelón. En el Bajo Flores dejó otra imagen negativa y cayó por 2 a 0 ante el humilde y polémico Riestra, que obtuvo la victoria más importante de su historia. Y en su corta estadía en Primera, ya se dio el gusto de ganarle a tres grandes, dado que el equipo de Cristian Fabbiani ya se había hecho fuerte en su casa y había superado a Independiente y San Lorenzo.
La música electrónica a pleno. La escenografía de boliche. Las bebidas energizantes que circulan. El ambiente amenizado como en la previa de un lugar nocturno. Pero es una tarde de sol en el Guillermo Laza. En un día de verano a pocos días del comienzo del invierno. Y acá, a escasos meteos del Nuevo Gasómetro no hay baile, sino un partido de fútbol.
Hasta aquí, al Bajo Flores, llegó River para cerrar el semestre. Y cuando tenía todo encaminado para irse a descansar tranquilo y disfrutar la Copa América y empezar a preparar el equipo para la segunda parte del año, el equipo de Demichelis volvió a tirarse un tiro en el pie. No solo perdió con Riestra, sino que volvió a dejar una paupérrima imagen en la cancha, con un flojísimo desempeño.
Como le viene sucediendo cuando sale del Monumental, al equipo de Demichelis le cuesta entrar en sintonía. Mucho más en un terreno ajeno a su habitualidad, en un estadio reducido, donde solo entran 3 mil personas y con un campo de juego seco, duro y picado. Y más aún cuando el rival le mete pierna y le propone un partido cerrado con rigor físico.
Así recibió el equipo del Ogro Fabbiani a su ilustre rival, con el que ya había jugado en febrero, por la Copa de la Liga. En aquella oportunidad, River se lo había sacado de encima en un tiempo, con una goleada por 3 a 0. Pero esta vez, al descanso se fueron sin goles.
Aquel 11 de febrero estaba Miguel Borja, que ya avisaba que sería clave con sus goles en el semestre. Pero ahora el colombiano estaba con su selección, al igual que Franco Armani y Paulo Díaz, otros dos pilares de la banda roja, cuyas ausencias se notaron demasiado.
Pero, además, de piezas fundamentales, a River lo que le faltó, principalmente, fue juego. Le costó juntar pases y mucho más filtrarlos para generar situaciones de riesgo.
Entonces, la pelota pasó mucho por Nicolás Fonseca, que la jugó con criterio y sin complicarse. Pero Barco y Nacho Fernández tenían que retroceder mucho para recibirla, dada la maraña de piernas que ponía Riestra detrás de la mitad de cancha.
Así y todo, Nacho y Barco poco a poco se encendieron. No así Echeverri, errático y perdido entre el físico de sus rivales.
De los pies de Barco salieron las jugadas más peligrosas. Y las dos tuvo al mismo protagonista en la definición, Pablo Solari. Una dio en el travesaño y la otra se la sacó Arce. El arquero de Riestra también se lució ante un fuerte remate de Nacho Fernández.
El que pasó desapercibido, en cambio, fue Colidio, quien lejos estuvo de hacer olvidar por un ratito a Borja.
Demichelis armó un mediocampo ofensivo y liviano. Y al faltar juego, también escaseó el combate. Y empezaron las quejas al árbitro Mastrángelo. Sobre todo al final del primer tiempo y en el inicio de la segunda parte, a la que River salió dormido. Y a la hora de la siesta, Riestra casi lo duerme en una pelota parada, que terminó con un remate de Benegas en el travesaño. Fue un aviso. En la jugada siguiente, Barrionuevo cabeceó un centro de Rodríguez al gol.
Desde ese momento, River fue pura impotencia en el campo de juego. Deambuló la cancha. No tuvo alma. Salieron Nacho y Barco y Demichelis tiró a los pibes a la cancha. Primero a Mastantuono y a Ruberto. Más tarde a Subiabre. Los expuso en un momento difícil.
Riestra se metió más atrás y revoleó toda pelota que pasó cerca. Y hasta se animó a ir por más. Sobre todo por el sector de González Pirez, quien se salvó de la roja. Y en un tramo del partido el marcador central quedó con la cinta de capitán. Toda una señal del desconcierto riverplatense.
River navegaba en la intrascendencia y faltaba un golpe más. Boselli hizo un penal y Benegas lo cambió por gol. Riestra festejó la victoria más importante de su historia. Y el equipo de Demichelis se fue del Bajo Flores confundido, aturdido y apesadumbrado. Otra vez, como pasó recientemente con Temperley en la Copa Argentina, volvió a hacer un papelón…