La demanda que presentó la Asociación de Jugadores Profesionales de Tenis contra la ATP, la WTA, la ITF y la ITIA amenaza con quebrar el orden establecido en el mundo de la raqueta. La PTPA, fundada en 2019 por Novak Djokovic y Vasek Pospisil, denunció que «los jugadores están atrapados en un sistema injusto que explota su talento, suprime sus ingresos y pone en peligro su salud y seguridad» y expuso la necesidad de una «reforma real que los proteja y les dé poder». Un planteo muy similar al que provocó hace 37 años la última gran revolución del tenis masculino, que explotó en la recordada «Conferencia de Prensa del Estacionamiento», celebrada a las puertas del US Open de 1988.

El 30 de agosto de ese año, mientras en las canchas de Flushing Meadows se desarrollaba la segunda jornada del Grand Slam estadounidense, Hamilton Jordan, Director General de la ATP, se paró delante de un podio improvisado y leyó «El tenis en la encrucijada», un texto que hablaba de los problemas a los que se enfrentaba el deporte en aquel momento y proponía la creación de un nuevo circuito. Lo acompañaban un pequeño grupo de jugadores -entre ellos el sueco Mats Wilander, número dos del ranking (ganaría días después ese Major para llegar por primera vez al «1»), el francés Yannick Noah (8°) y el estadounidense Brad Gilbert (17°)- y varios periodistas acreditados para el torneo. Y allí, frente a la entrada principal del complejo de la USTA, se sembró la semilla para el nacimiento del ATP Tour.

La creación de la Asociación de Tenistas Profesionales en 1972 había logrado ordenar un tenis que estaba sumido en el caos desde el inicio de la Era Abierta en 1968, con un calendario que no tenía consistencia y una lucha de poder constante entre diferentes organizaciones y sponsors privados.

El primer gran logro de la flamante ATP, que tenía como objetivo proteger los intereses de los jugadores, fue establecer el ranking mundial, que se publicó por primera vez el 23 de agosto de 1973. Donald Dell, Jack Kramer y Cliff Drysdale, fundadores de la asociación, coquetearon también con la idea de instaurar un circuito propio. Pero sin el respaldo financiero necesario, decidieron unirse a la ITF, que organizaba los Grand Slams, y a los directores de los torneos independientes para formar el Consejo Internacional de Tenis Profesional Masculino (luego, MTC), que comenzó a regir el tour en 1974.

La armonía duró solo unos diez años. A mediados de la década del ’80, los jugadores empezaron a soñar con un cambio. Con tres votos para cada miembro del MTC, no tenían suficiente peso a la hora de tomar decisiones frente al frente unido que solían presentar los representantes de la federación internacional y los torneos, sobre todo cuando se trataba de premios en dinero.

Igual, la principal preocupación eran otra. Había demasiados certámenes de los más diversos niveles, algunos que ni siquiera entregaban puntos para el ranking, pero igual atraían a los grandes nombres del tour; mucha desorganización y poca preocupación por el bienestar de los atletas. «Cantidad en lugar de calidad», decían algunos. Y los mejores del mundo, que se cruzaban muy de vez en cuando en la cancha (generalmente en los Majors), querían más desafíos.

«No es divertido. Jugar contra el número 40 en semifinales cada semana no supone ningún reto. Es difícil encontrar la motivación semana tras semana a menos que juguemos contra jugadores tan buenos como nosotros», reflexionó Wilander durante su paso por Wimbledon en 1988.

Todo eso hacía difícil «vender» el tenis a los fanáticos, que no seguían las idas y vueltas del circuito como ocurre hoy. «No se trata de dinero. Hay que decirlo sin rodeos. Lo que intentamos es presentar una mejor imagen del tenis al público, para que vean más partidos importantes entre los mejores», explicaba por aquellos días John McEnroe.

«A los jugadores les preocupaba no tener una voz equitativa en la gestión del deporte y también buscaban una forma de promocionar mejor un juego que, en nuestra opinión, estaba infravalorado», recordó Brian Gottfried, que fue presidente de la ATP de 1986 a 1989, en una nota con la página oficial de la asociación.

En ese contexto, entró en juego Hamilton Jordan, que fue elegido como Director Ejecutivo de la ATP en febrero de 1987, a los 42 años.

Antiguo Jefe de Gabinete de la Casa Blanca durante la presidencia de Jimmy Carter, se lo conocía como una gran líder estratégico y una gran orador; y encaró su nuevo cargo más como una campaña política que como un trabajo administrativo. Incluso antes de ser designado, habló y debatió con jugadores, agentes, dirigentes, directores de torneos y otras personas de peso dentro de la industria del tenis. Jordan creía que el tenis debía gestionarse como el golf (con el PGA Tour) y que los jugadores tenían que separarse del MTC y crear su propio circuito; y tras llegar a la ATP no perdió el tiempo en empezar a trabajar para hacer realidad esa visión.

Así se llegó a ese histórico 30 de agosto de 1988.

Unos días antes, la ATP había amenazado públicamente con retirarse del MTC y organizar un nuevo tour si no se reestructuraba el consejo para dar más control a los jugadores. Pero la propuesta de reforma fue rechazada por la ITF. Y con el apoyo de la mayoría de los top 10 (los único de ese grupo que no se habían comprometido con el plan eran Jimmy Connors e Ivan Lendl), la asociación decidió seguir adelante con su plan.

Ante la negativa de la USTA de cederles una sala de conferencia para hablar con los medios, Jordan y su equipo decidieron organizar la presentación en el estacionamiento. Y así lo hicieron, pese a que a último momento, el torneo les ofreció un lugar dentro del predio. «Jordan no quiso. Sabía que así llamaría la atención. Tuvo un impacto mayor y fue un poco simbólico», comentó Gottfried.

Según contó hace unos años Brad Harris, asistente de Jordan, en una charla con la ATP, fue todo improvisado. Pegaron el logo de la asociación con cinta en el podio, alquilaron un equipo de sonido portátil y le pagaron a la policía para que no les dieran problemas. Y frente a un pequeño grupo de jugadores y a algunos miembros de la prensa, horas después de una reunión con IBM para tentarlo con un posible patrocinio, Jordan dio el discurso que fue el punto de partida del ATP Tour.

La propuesta fue muy bienvenida. Poco después, 85 de los mejores 100 del mundo y los directores de algunos de los torneos más importantes del calendario oficializaron su respaldo al nuevo circuito. A principios de 1989, 24 jugadores -entre ellos, todos los top 10- había firmado cartas comprometiéndose a jugarlo. Y en 1990, con IBM como sponsor principal y los primeros 50 jugadores del ranking, se disputó la primera temporada oficial.

Eran 76 torneos en 28 países de siete continentes, con un aumento promedio del 50 por ciento en premios en los eventos. Y con una primera gran innovación: la creación de los Super 9 (hoy Masters 1000), que se convirtieron en torneos obligatorios para los jugadores y que no podían pagar honorarios de participación a nadie.

Desde aquella primera edición hasta la que se está disputando en este 2025, el circuito cambió y creció muchísimo, pero esa misma evolución fue también generando problemas y choques entre los diferentes actores del tour. Y hoy, con reclamos muy parecidos a los de hace 37 años, los jugadores parecen apuntar a una nueva revolución, como la que ocurrió tras aquella famosa conferencia de prensa a las puertas del US Open, que cambió para siempre el tenis profesional masculino.





Fuente Clarin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *