«Es imposible. Tenemos que ganar siete partidos para zafar. No hay chances. Estoy preocupado», decía, tal vez en forma de ritual, Damián Kantor cada vez que se cruzaba con su paso acelerado por la sección Deportes. El tipo, fana de Platense, nunca se había acostumbrado a sufrir. Y eso que el Calamar fue mucho más padecimiento que alegrías, sobre todo en los últimos años. Estaba feliz por la vuelta a Primera, pero se preocupaba porque la alegría podía ser efímera.

Damián se fue hace unos meses de este mundo. Y lo primero que se cruzó por la cabeza de muchos de sus compañeros de la redacción fue la sensación de bronca porque ese cáncer maldito, al que le dio batalla como pudo, se llevó y le impidió ver a su Platense como el campeón del fútbol argentino.

Por fin, Platense. Por fin. La alegría de sus hinchas deben ser infinita. De los miles que se fueron hasta Santiago del Estero. De los miles que no pudieron viajar y ahora festejan en Saavedra y en Vicente López. Y también en cualquier lugar del mundo donde hay hinchas del Calamar.

Hubo que sufrir. Muchos, como Damián, pasaron por esta vida con la ilusión trunca de verlo campeón. No pudieron, pero seguramente fueron clave para transmitirle ese legado de color marrón a los que hoy celebran esta vuelta olímpica. La primera en 120 años de vida que llevará, además, a jugar por primera vez una copa internacional. Sí, la Copa Libertadores.

El secreto de esta felicidad es la valentía de un equipo que se armó con inteligencia en un mercado de retazos. Sin el poder de la billetera de otros, Orsi y Gómez buscaron refuerzos con paciencia y fueron completando un rompecabezas perfecto. Jugadores con recorrido que buscaban una segunda oportunidad. Pibes con ganas de mostrarles a los clubes dueños de sus pases que estaban equivocados en cederlos a préstamo. Y así se construyó una mística que los entrenadores amalgamaron con atinados planteos tácticos.

Así quedaron atrás el Racing de Costas, el River de Gallardo, el San Lorenzo de Russo y el Huracán de Kudelka en este fútbol argentino que no para de dar sorpresas. Es momento de disfrutar para los fanáticos del Calamar. Una pena que Damián, que seguramente se habría enamorado de este equipo, no lo haya podido ver en este plano. Seguramente, por qué no, de alguna manera se estará enterando.



Fuente Clarin

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