Si la Scaloneta no es la mejor selección del mundo, es la segunda. Sólo España le puede pelear de igual a igual el primer puesto. Tal vez por esa razón los seleccionados sudamericanas apelan a algunos factores externos para vencer a Lionel Messi y compañía. “Se nota que lo hacemos bien porque de visitante nos ponen dificultades”, se quejó Rodrigo de Paul en Maturín, donde Argentina empató 1-1 contra Venezuela en una cancha anegada por la intensa lluvia que cayó en la previa . Y agregó: “La mejor condición para jugar es que haya un buen campo de juego. No pedimos mucho, ¿no?”.
El año no es el más brillante para la Selección. Es verdad que Argentina marcha primero en las complejas Eliminatorias sudamericanas y que se quedó con la Copa América de Estados Unidos. Pero no deslumbra el equipo tal como lo hizo en 2022 y 2023. Todos le quieren ganar al campeón del mundo y, para lograrlo, se buscan pequeñas ventajas que están dentro de la ley, pero que podrían ser revisadas por la Conmebol. La situación más peculiar -y hasta se podría decir peligrosa- se vivió en Barranquilla, donde la Selección perdió por 2-1 ante Colombia en un duelo que se disputó a las tres de la tarde con 39 grados de sensación térmica y una humedad que trepó hasta el 80 por ciento.
“Cancha seca, calor, horario. Para seguir creciendo estas cosas se tienen que analizar. Se hace muy difícil jugar. Perjudica al espectáculo. Pero sabemos que las Eliminatorias son así”, lanzó Lautaro Martínez aquella jornada.
La de Colombia, sin embargo, no fue la primera condición extraña por la que debió transitar Argentina en las Eliminatorias. Chile intentó sacar una ventaja externa cuando en enero de 2022 optó por jugar en los 2.300 metros de altura de Calama en lugar de hacerlo en Santiago. El resultado fue 2-1 a favor de los visitantes con goles de Ángel Di María y Lautaro Martínez.
En el actual torneo Argentina ganó por 3-0 en la altura de La Paz en la segunda jornada y derrotó por 2-0 a Perú en Lima en la cuarta. En la sexta, la visita al Maracaná del 21 de noviembre fue con escándalo. Apenas terminaron de sonar los himnos cuando se produjo una enorme gresca entre hinchas de ambos países en una de las tribunas de la cancha. La Policía brasileña se metió de inmediato y comenzó una batalla campal con represión únicamente para los argentinos. Los jugadores de la Selección se acercaron. Algunos saltaron las vallas y trataron de ayudar a los hinchas y de frenar a los policías. Cuando hubo calma, Lionel Messi a la cabeza del equipo se retiró hacia el vestuario. Todos volvieron media hora después. Y Argentina venció por 1-0 con un gol de Nicolás Otamendi.
“Este equipo sigue haciendo historia. Gran victoria en el Maracaná, aunque quedará marcada por la represión a los argentinos una vez más en Brasil. Esto no se puede tolerar. Es una locura y se tiene que terminar ya”, dijo Messi en sus redes sociales aquel día.
En Maturín no hubo nada externo: lo que ocurrió es que Argentina pidió suspender el juego por la enorme cantidad de charcos de agua que tenía la cancha mientras los locales querían jugarlo sí o sí. “Hicimos lo que pudimos. Era jueves, se podía jugar el viernes”, avisó Scaloni tras la igualdad.
Más allá de lo periférico, existen otras cuestiones que conspiran contra el juego de Argentina. Las lesiones se acumularon en el año. Incluso Messi faltó en un par de oportunidades. Además, Angel Di María decidió retirarse y la FIFA sancionó con dos partidos de suspensión a Emiliano Martínez por “comportamiento ofensivo y violación de los principios del juego limpio”.
Ahora Argentina recibirá el martes a Bolivia en la cancha de River y recién visitará a Paraguay el 14 de noviembre. Ahí deberá estar preparada la Selección: nuevos desafíos y unos cuantos imprevistos se presentarán en Asunción.