Carlos Alcaraz es el nuevo Rey de Roland Garros. El murciano hizo historia a lo grande este domingo sobre el polvo de ladrillo de Bois de Boulogne al conquistar por primera vez el título del Grand Slam francés. En una final cambiante, electrizante y de muchísima tensión, derrotó por 6-3, 2-6, 5-7, 6-1 y 6-2 en cuatro horas y 19 minutos a Alexander Zverev y confirmó, por si a alguien todavía le quedaban dudas, que está destinado a dejar una marca enorme en este deporte.
El triunfo ante el alemán, en la que fue la segunda final más larga del certamen en la Era Abierta y la primera en 20 años sin presencia de ningún integrante del Big 3, significó para el español mucho más que un nuevo título, el 14° de su carrera. Sobre todo porque fue su tercera corona en esta categoría y lo transformó, con 21 años y un mes, en el jugador más joven en conquistar torneos «grandes» en tres superficies diferentes. Ya tenía en su palmarés el US Open 2022 y Wimbledon 2023.
¿A quién superó en esa estadística? Nada menos que a Rafael Nadal, el máximo campeón del Major parisino con 14 consagraciones. Rafa completó el trío de festejos en polvo de ladrillo, cemento y césped a los 22 años y siete meses. Fue cuando ganó el Australian Open 2009 y ya tenía en sus vitrinas cuatro Roland Garros y un Wimbledon.
Roger Federer y Novak Djokovic, los otros integrantes del trío legendario que se cansó de romper barreras, también consiguieron ese logro, aunque cuando eran mucho más grandes que Alcaraz. El suizo lo hizo a los 27 años y nueve meses, al gritar campeón en París en 2009. Y el serbio, a los 29 años y 14 días, con su consagración también en el Major francés en 2016.
Los otros tres jugadores que pudieron ganar Grand Slams en tres tipos de canchas distintas fueron el sueco Mats Wilander, a los 23 años y cinco meses en Melbourne en 1988; y los estadounidenses Jimmy Connors, con 26 años y ocho días en el US Open 1978, y Andre Agassi, a los 29 años y un mes en suelo francés en 1999.
Carlitos, que es un jugador más completo de lo que eran Rafa, Roger y Nole a su edad, fue más precoz que todos ellos. También estableció un nuevo récord como el más joven en ganar tres «grandes» diferentes, mejorando lo hecho por Connors, en Nueva York en 1974, Pete Sampras, en Australia 1994, y Nadal, también en Melbourne en 2009; todos con 22 años.
«Tercer Grand Slam a los 21 años. Y tercero diferente. Es increíble. La carrera que ya tiene a esa edad es impresionante. Ya hizo méritos para entrar al salón de la fama. Es un jugador increíble. Y no es la última vez que será campeón acá», lo felicitó Zverev.
«Cuando era chico, salía del colegio y corría para llegar a mi casa a mirar este torneo por televisión y ahora estoy acá levantando el trofeo. Es algo que soñaba desde que empecé a jugar al tenis», recordó Alcaraz, con la sonrisa más grande que nunca.
«Conseguir mi primer Grand Slam fue especial, pero después gané en Wimbledon a Djokovic. Y ganar Roland Garros, después de todo lo que viví en el último mes, quizás este momento es del que me siento más orgulloso. Ojalá que llegue algún día a los 24 de Novak, pero no pienso ahora mismo en eso. Tengo tres y hay que seguir»», agregó.
Tanta ilusión tenía de verse alguna vez campeón en París, que tras cumplir el sueño hizo una promesa especial. «Me voy a hacer un tatuaje en el tobillo izquierdo con la Torre Eiffel y la fecha de hoy. Lo voy a hacer, estoy seguro», contó.
Ese récord de precocidad que le rompió a Nadal no fue el único logro estadístico que consiguió Carlitos en P arís. Se pueden nombrar varios más. Se puede decir, por ejemplo, que el murciano es el segundo de menor edad, detrás de Bjorn Borg, en ganar sus primeras tres finales de Grand Slam en la Era Abierta. Que ya tiene más títulos en este nivel que todos los campeones de «grandes» nacidos en los ’90, que son solo dos, Dominic Thiem y Daniil Medvedev, ganadores del US Open en 2020 y 2021, respectivamente. O que necesitó menos apariciones que nadie para levantar trofeos de Majors en las tres superficies. Pero el peso de esta nueva consagración no se medirá solo por esos números.
La victoria ante Zverev fue una demostración de su grandeza física, tenística y mental. Fue un triunfo a puro «huevos, corazón y cojones», esa receta que alguna vez le dio su abuelo para encarar la vida y el deporte y que él parece seguir al pie de la letra. Porque el alemán, que venía de conquistar Roma y se quedó con ganas de sumar su primer Grand Slam, lo puso a prueba, lo llevó al límite por momentos, no le regaló nada y siempre lo hizo jugar una pelota y un punto más.
En un momento, entre el final del tercer set (que Sascha se llevó tras levantar un 2-5 en contra) y el arranque del cuarto (cuando el alemán recuperó un quiebre tras estar 0-4), hasta parecieron los fantasmas de la semifinal del año pasado en la que cayó ante Djokovic. Este domingo, cuando Carlitos empezó a errar de más o pidió la atención del fisio por una molestia en su pierna izquierda, hubo quienes se acordaron de aquel duelo ante el serbio en el que el español se dejó ganar por la tensión y los nervios, se acalambró y se fue del partido. La historia fue otra en esta ocasión.
Pese a ese inconveniente físico pasajero, Alcaraz no perdió el foco. Tuvo sus altibajos, sí, provocados un poco por la presión constante de Zverev, uno de los rivales más duros de enfrentar en esta superficie, que también sufrió con su irregularidad. Pero aguantó bien cuando tuvo que hacerlo, siguió concentrado en su propio juego, supo gestionar las emociones y cuando tuvo la gloria al alcance de la mano, jugó a lo campeón y no perdonó.
«La lección que aprendí es que la fortaleza mental gana partidos. Era una asignatura pendiente. Ante Zverev luché como un guerrero y me considero un guerrero», aseguró.
La consagración con remontada incluida fue inédita. Nunca antes en la Era Abierta un jugador había conquistado un Grand Slam tras tener una desventaja de 1-2 en sets tanto en las semifinales como en la final. El murciano venía de firmar una recuperación también épica ante Jannik Sinner, con quien ya empezó a construir una rivalidad que regalará grandes emociones durante muchos años.
El italiano, campeón este año en Australia, será este lunes el nuevo número uno del mundo y Alcaraz desplazará a Djokovic al último escalón del podio y se trepará al dos. Otra señal de que el cambio de mando en el circuito masculino ya es un hecho y que es la nueva generación del 2000 la que está lista para comenzar su reinado.
«Estuvimos luchando mucho el último mes con la lesión en el brazo. Vinimos acá con muchas dudas, sin saber si íbamos a poder hacer mucho en la cancha. Y cada partido que jugué, iba mejorando. Todo el trabajo que hicimos con mi equipo todos los días ha sido muy bueno. Creo que por eso pude jugar como lo hice. Además, tuve confianza en mí desde el primer partido hasta la última pelota de la final», comentó.
Carlitos también extendió la gran tradición española en Roland Garros. Segundo campeón del torneo afuera del Big 3 en las últimas 20 ediciones, después de Stan Wawrinka (2015), se convirtió en el octavo jugador de su país en levantar el trofeo de singles masculino en París.
Antes que él habían ganado Rafa (14 veces), Manolo Santana y Sergi Bruguera (dos cada uno), y Andrés Gimeno, Carlos Moya, Albert Costa y Juan Carlos Ferrero, su entrenador, quienes lo conquistaron solo una vez.
«Conociendo todos los jugadores españoles que salieron campeones en este torneo, poder poner mi nombre en esa lista es un orgullo. Este trofeo es personal pero va para todos ellos», comentó el murciano.
Alcaraz, quien cuando irrumpió en el circuito con su potencia y su poderoso drive había sido señalado como el «heredero» de Nadal, parece preparado para tomar la posta del mallorquín y empezar a escribir su propia historia en Bois de Boulogne. ¿Será tan exitosa como la de su legendario compatriota? Solo el tiempo lo dirá. Pero el murciano ya demostró que puede brillar con luz propia sobre el polvo de ladrillo francés y sobre cualquier cancha del mundo.