Las horas posteriores al Superclásico tuvieron un tercer tiempo en las redes sociales. Corporizadas en una mesa de café virtual, durante la madrugada y las primeras horas de la mañana de este lunes, hubo un trending topic vinculado a Boca: Fernando Gago. El técnico volvió a quedar en la mira por la derrota ante River, otro partido clave. Y aunque su equipo está clasificado a los octavos, lidera el Grupo A y la tabla general -con 32 puntos y una mejor diferencia de gol que Rosario Central-, la mayoría de los hinchas perdió la paciencia. El propio Pintita lo tiene claro. Y sabe que hay un límite: su futuro dependerá del Torneo Apertura. Si no termina con una vuelta olímpica el 1° de junio en Santiago del Estero, sede de la final, dará un paso al costado.
El entrenador es consciente de que otro mazazo hará insostenible su continuidad. En definitiva, su ciclo está atravesando el mismo proceso de descomposición que en Racing. La colección de fracasos incluyó la eliminación ante Boca -justamente- en las semis de la Copa de la Liga 2022; la salida prematura de la Sudamericana en la fase de grupos (se clasificaba con un empate en el Cilindro ante River de Uruguay y perdió 1 a 0); la debacle en la Copa Argentina frente a Agropecuario, rival de la Primera Nacional; y el punto cúlmine, cayó de local ante River con un penal a favor que desperdició Jonathan Galván y derivó en una derrota que permitió la consagración xeneize ante Independiente en la Bombonera.
No le alcanzó ganar el Trofeo de Campeones ni la Supercopa Internacional, ambos títulos a un partido y contra Boca. Tampoco, haber sumado 80 puntos aquel año, lo que le dio el pasaje a la Copa Libertadores. En 2023, quedó eliminado en los cuartos del máximo torneo continental ante el equipo azul y oro; fue goleado (5 a 3) por Huracán y se quedó afuera de la Copa Argentina en los octavos y el desenlace fue una derrota contra Independiente en Mozart y Corbatta en el interzonal de la Copa de la Liga.
Hay un patrón que persigue a Gago en su breve carrera como entrenador, que comenzó en septiembre de 2021, cuando asumió en Aldosivi de Mar del Plata: su déficit está en los partidos decisivos, en los mata-mata. En Boca ya lleva tres golpes duros, de esos que desarman ilusiones y encienden la bronca de sus hinchas. Además del reciente Superclásico, cayó ante Vélez en las semis de la Copa Argentina 2024 y se hizo pedazos el sueño de la Libertadores contra Alianza Lima. Ni siquiera quedó el consuelo internacional de la Sudamericana.
Gago sobrevivió porque Juan Román Riquelme esperó un gesto que nunca llegó. El técnico se plantó por una cuestión de principios y otra netamente económica: tuvo que indemnizar a Chivas por romper el contrato para salir de México, 1.250.000 dólares que tiene previsto recuperar a través de su vínculo en Boca, vigente hasta diciembre de 2026. A pesar de que en el entorno del presidente se deslizó que su último partido sería ante Rosario Central, la cadena de victorias, la posición expectante en el campeonato doméstico y el respaldo interno de los referentes, entre ellos Edinson Cavani y Marcos Rojo, lo sostuvo en el cargo.
“El análisis del partido lo voy a hacer puertas para adentro”, dijo el técnico en la conferencia de prensa. Sus declaraciones intentaron justificar la línea de cinco que sostuvo hasta el último minuto del partido. Pareció otro de sus habituales caprichos. En Racing sostuvo a capa y espada a Maxi Romero, muy a pesar de su falta de contundencia, y le dio demasiadas oportunidades a Edwin Cardona. En Boca hizo lo mismo con Frank Fabra y Lucas Janson hasta que, finalmente, decidió no volver a tenerlos en cuenta.
Riquelme ya está desencantado, como ocurrió con el resto de los entrenadores que estuvieron bajo su órbita desde que asumió la conducción del Consejo de Fútbol, en diciembre de 2019: Miguel Angel Russo, Sebastián Battaglia, Hugo Ibarra, Jorge Almirón y Diego Martínez. El club invirtió 21 millones de dólares en incorporaciones, la mitad en Alan Velasco, un futbolista que el ex “10” siempre quiso tener en su plantel y Gago no logra recuperar. Ni siquiera ingresó en el Superclásico.
Los últimos dos cambios, lateral por lateral y un delantero por un volante a 3 minutos del final y en tiempo adicionado, expusieron su falta de respuestas. Sólo hizo cuatro de las cinco modificaciones permitidas en tres ventanas. La postura defensiva que adoptó de entrada con cinco hombres en “altura baja” -como le gusta decir al entrenador- no gustó en el Consejo de Fútbol.
El objetivo a corto plazo es afirmarse en la cima de la tabla para poder definir hasta las semis en la Bombonera, lo que puede ser un arma de doble filo para Gago: a lo largo de su ciclo, que ya lleva 30 partidos, nunca perdió en Brandsen 805. Sin embargo, una eventual caída antes del duelo que definirá el título podría ser todavía más resonante. En cualquier caso, los plazos se achicaron. En simultáneo, ya empezaron a sonar nombres. Desde Gerardo Martino hasta Alexander Medina. Y cuando el Riachuelo suena, técnicos (se) lleva.