En Pekín 2014 se desarrolló el primer ePrix de la historia. Así se denomina a cada competencia de la Fórmula E, la primera categoría eléctrica desarrollada por la Federación Internacional del Automóvil (FIA). La inauguración fue en el parque olímpico de la ciudad china, que fue el centro de las miradas del deporte motor por una concepción revolucionaria: competencia con vehículos exclusivamente impulsados por baterías eléctricas.
Más allá de la gran novedad de aquellos tiempos, en los que la nueva ola de la propulsión eléctrica se instalaba en la industria automotriz y por ello desencadenó en el deporte motor, la Fórmula E se mantuvo en el tiempo, pese a las críticas de los aficionados, que se aferran a lo tradicional y subestiman esta nueva alternativa.
Los autos son sorprendentes por su evolución técnica, aunque tienen características que no suelen comulgar con el paladar del amante de los fierros. Estos vehículos no hacen ruido, apenas un zumbido al pasar a máxima velocidad, que pueden superar los 300 km/h. Y los pilotos deben preocuparse más por la recuperación de energía que por mantener el pie derecho a fondo.
Las principales marcas de la industria automotriz pasaron o están actualmente en la Fórmula E. Nadie quiso perderse esta gran muestra de alta tecnología con baterías eléctricas, sabiendo que el mercado internacional está ocupado cada vez más por este tipo de vehículos.
Es que ya el 15% de la venta total mundial de automóviles corresponde a los que se mueven por energía eléctrica. Y qué mejor que mostrarse en la Fórmula E para establecer la vanguardia tecnológica. Si bien los máximos representantes de la industria pasaron o están aquí (desde Mercedes-Benz o BMW, pasando por Jaguar y Audi, entre otras), Tesla, empresa disruptiva si las hay, brilló por su ausencia.
El equipo Nissan es el único de las marcas japonesas que compite en la Fórmula E. Y allí corre el piloto francoargentino (las dos banderas están en la cartelería del team) Sacha Fenestraz, que pese a haber nacido en Francia, su corazón está en la provincia de Córdoba.
“Me encanta correr el ePrix de San Pablo, porque es el más cercano a casa. De hecho vienen mis amigos a traerme salame de Colonia Caroya”, comenta con mucha simpatía el chico de 24 años.
“Estos autos son los más eficientes del planeta. Porque no sólo que utilizan toda la energía de las baterías, sino que además en el frenaje puede regenerar hasta un 40% de la energía durante una competencia”, comentan los ingenieros del equipo Nissan, en una recorrida que realizó Clarín por los boxes.
Samba silenciosa
El sambódromo de San Pablo es una fiesta. Las activaciones dentro del predio son asombrosas. Cada marca cuenta con su stand, que no escatima en recursos económicos, para el entretenimiento, pero fundamentalmente en el mensaje hacia el público: la importancia de cuidar al planeta y no desperdiciar la energía. No hay categoría en el mundo que cuente con semejante movimiento fuera de la pista, como la Fórmula E con sus atracciones impulsadas por las terminales automotrices y las empresas vinculadas a la energía.
“El piloto debe ser muy inteligente, además de ser rápido. Todos los pilotos salen con la misma cantidad de energía, pero ellos, junto con los ingenieros en los boxes, deben saber administrarla muy bien, para maximizar los recursos en la pista”, explican dentro del equipo Nissan, donde trabajan 29 personas.
El auto es un GEN3, la última evolución de estos monoplazas que ya son disruptivos desde el diseño, con un formato triangular. Pesan apenas 850 kilos, con el piloto incluido. Antiguamente, cada conductor contaba con dos vehículos, ya que las baterías no llegaban a completar un ePrix, por lo que a mitad de carrera entraban a los boxes para cambiar de coche.
“Hay que ser muy precavido y estar muy atento a la energía que se consume. Por ejemplo cuando uno frena el auto, no lo hace como un auto deportivo convencional, sino que tenemos tres etapas. Primero dejamos de acelerar, luego tocamos el pedal de freno y finalmente accionamos a fondo, de esta manera estiramos el proceso de recuperación de energía, que para una competencia es vital”, explica Fenestraz.
En el encuentro con el piloto bajo el impiadoso sol paulista que lleva a los termómetros a marcar más de 40 grados, trae un volante de su auto, para hacer la explicación más pedagógica: “Este volante cuesta unos 7000 euros aproximadamente. Y es muy completo. Algunas cosas son secretas, como las perillas de la izquierda, pero desde aquí regulamos los frenos delanteros y traseros, y cambiamos el mapeo del impulsor, de acuerdo al desgaste en la pista y al consumo de la batería”.
El ePrix no es en Interlagos, el clásico autódromo de San Pablo. Este tipo de competencias se desarrollan, mayoritariamente, dentro de las ciudades, con trazados callejeros o en este caso el predio del sambródromo. De hecho este fin de semana la competencia se desarrolla en este lugar, mientras que en Interlagos la multitud acude durante tres días a la realización de la versión brasileña del festival musical Lollapalooza.
Si bien la mayor parte del auto es convencional para todos los equipos, la parte trasera del vehículo es de desarrollo de cada marca. Es allí donde se pueden establecer diferencias. Aunque no todo lo que se ve es lo que hace a las evoluciones. “Aquí cada equipo tiene su software. Y el trabajo de los ingenieros con cada piloto marca si se es competitivo o no”, destacan dentro de la estructura Nissan, que se preparan para la llegada de la Fórmula E a Japón, con el próximo ePrix de Tokio, en la siguiente fecha.
La Fórmula E sólo utiliza dos tipos de neumáticos, ya que se promueve el consumo mínimo de todo material que pueda ser perjudicial para el medio ambiente. Por eso también se trabaja en el reciclaje de las baterías. De hecho, para tomar agua no hay botellas de plástico. Se vende en latas, por ejemplo.
La Fórmula E pasa por América del Sur. Años anteriores supo correr en Buenos Aires, en Punta del Este y en Santiago (Chile). Desde 2023 hace escala en San Pablo, dentro del calendario que contiene 16 fechas, con inicio en México y finalización en Londres.
Mientras después de una década la disciplina aún intenta seducir a los amantes del automovilismo, la Fórmula E, con una concepción totalmente novedosa, se mantiene en su línea tecnológica, estética y disruptiva, centrando toda su energía en el avance de una disciplina que es asombrosa, aunque no por ello logre aún el beneplácito de los fierreros.