Después de ganar la medalla de plata en los Juegos Panamericanos de Santiago 2023, hace nueve meses, Lucas Guzmán le contó a Clarín que sentía «un cansancio mental grande» y que su siguiente objetivo era darlo todo para conseguir un cupo para París 2024, donde esperaba bajarle el telón a su carrera. Así lo hizo: en abril llegó a la final en el Clasificatorio Panamericano de Santo Domingo y se aseguró un lugar en sus segundos Juegos Olímpicos. Pero en el proceso despejó la cabeza y disfrutó de la vida más allá del taekwondo, sobre todo de sus primeros meses como papá. Y hoy, con la energía y la motivación renovadas y una ilusión enorme, apunta con todo a la cita de la capital francesa sin saber con certeza si ese será realmente el final del camino.
«Estoy viendo una mejora continua, quizás mínima, porque cuando uno es más chico el cambio se marca más. Veo progresos pequeños, pero que me alegran. Me voy sintiendo muy bien a pesar del esfuerzo y de las cosas que voy dejando en el camino. Estoy consiguieron resultados. Si estuviera en lo último y los resultados no se estuvieran dando, quizás optaría rápido por el retiro. Pero no es así», le comentaba a Clarín en una jornada de entrenamiento con sus compañeros del seleccionado argentino. Este martes a las 7 de la mañana, lucas enfrenta al húngaro Omar Salim.
Con casi 30 años (los cumplirá el 17 de julio) y una larga trayectoria, Guzmán disfruta esta nueva etapa y proyecta con gusto cuál será su nuevo rol dentro del seleccionado.
«Hay un buen grupo, lo que me motiva a transmitir lo que sé a los demás. Creo que esa va a ser parte de mi responsabilidad en lo que viene: mostrarle el camino a la mayoría de los que están acá. Parte de mis compañeros me vieron perder y levantarme. Soy el que sale campeón y está primero para entrenar y el que pierde y está primero para entrenar. El resultado no modifica. La mayoría que estuvo entrenando conmigo sabe que todo lo conseguí con esfuerzo. Eso es lo que quiero dejarles a los chicos, a las nuevas generaciones: que con el esfuerzo, el sacrificio, la constancia y la disciplina, uno puede alcanzar los objetivos personales», reflexiona.
-En Santiago habías dicho que las emociones, la presión y la tensión de la competencia te habían agotado bastante. ¿Qué pasó entre entonces y hoy que cambió el panorama?
-El 2023 fue muy duro. Muchas competencias como Mundiales, el clasificatorio, los Juegos Panamericanos… Hubo muchísimos torneos en los que tenía que estar peleando por un resultado, porque así me lo había planteado. Y fue un año más largo que lo común, porque arrancamos en enero y terminamos casi en noviembre. Estaba estresadísimo. Después tuve mi tiempo para recuperarme, para descansar y para disfrutar también de mi hija, que nació en diciembre. Ahora me siento renovado, con muchas ganas y entusiasmado con los Juegos Olímpicos. No me quiero adelantar a nada: quiero vivir el día a día y estar enfocado en cada progreso que hago.
-¿Te animás a pensar más allá de París?
-Vamos a ir viendo cómo me voy sintiendo. Si lo extraño, si estoy para un poco más, probablemente pueda llegar a meter algunos torneos más. No sé si llegar a Los Ángeles 2028, pero sí tratar de llegar al cien por ciento quizás a los próximos Panamericanos. Veo más cerca el retiro, pero no tengo ansiedad. Sé que hice todo lo que tenía que hacer y más. Me esforcé a veces más de lo que mi cuerpo daba -por eso algunas lesiones- y no me guardé nada. Y si estos Juegos terminan siendo mi último torneo, seguro me iré totalmente contento.
Guzmán, que a los 16 años se colgó un bronce en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Singapur 2010, convive con la presión y las altas expectativas propias y ajenas desde el comienzo de su carrera. Muchas veces las cumplió: ganó tres medallas panamericanas (oro en Lima 2019, plata en Santiago y bronce en Toronto 2015) y el bronce en el Mundial de Manchester de 2019, meses después de la muerte de su mamá. También sufrió varios golpes, pero siempre encontró la manera de levantarse.
«En Singapur era muy chiquito y no tomaba conciencia de lo que eran los Juegos Olímpicos. Fui bronce y estaba triste porque no había salido campeón, porque me había preparado para ganarlo y sentía que estaba para eso», recuerda.
«Me acuerdo que me preguntaron ‘¿Cuál es tu próximo objetivo?’ y dije que era clasificarme a Río 2016, que estaba totalmente lejos. Peleé, llegué a estar séptimo en el ranking olímpico y se clasificaron los primeros seis. Por dos puntos me quedé afuera. Eso me llevó muchísima demanda mental y física, mucho estrés, y me quemó para el torneo clasificatorio, en el que perdí en primera ronda y no pude ir a Río. Fue durísimo y me deprimí. En ese momento pensé: o me levanto o ya está, quedo acá. Evalué todo, pensé en todas las personas que siempre estuvieron conmigo y decidí darme una chance más. Y se me dio Tokio… Y ahora París», cuenta.
En ese proceso pos Río, quizás similar al que vivió en los últimos meses, tuvo un modelo enorme para inspirarse: Sebastián Crismanich, un referente del taekwondo argentino y campeón olímpico en Londres 2012.
«Seba siempre fue un ejemplo. Alguien a quien estimo y respeto mucho. Yo venía al CeNARD solamente para verlo entrenar para los Juegos. Venía, lo miraba, le sacaba fotos… Y creo que me fui alimentando de eso. Pude compartir y hablar con él, ver que es una persona común y corriente. Y él fue aconsejándome un montón, enseñándome cómo prepararme mental y físicamente para cada competencia. Hoy me doy cuenta de que hay cosas que me decía y yo capaz no las entendía en el momento, pero con el tiempo las fui procesando. Yo sentía que él quería ser campeón y se entrenaba con la mentalidad de que lo podía ser. Ver todas las ganas y la energía que ponía me hizo entender que todo es posible. Es posible llegar a unos Juegos Olímpicos y ser medallista. Solamente hay que trabajar duro», relata.
El paso de los años y la suma de experiencias le fueron enseñando a asimilar los duros momentos y a entender cómo dejarlos atrás. Y encontró la forma de ir a la caza de sus sueños.
«Uno a veces se traba o se enoja con los ‘No’ que a veces le da la vida. Y fui aprendiendo a no quedarme en los obstáculos, porque obstáculos y cosas malas nos pasan a todos. Es algo normal. Las cosas malas pasan, los “No” de la vida los vamos a tener. Lo importante es ver cómo levantarse y sobreponerse a todo eso. Yo creo que la intuición de uno mismo es importante. Yo decía: ‘Me veo en los Juegos Olímpicos, tengo el nivel, me lo merezco y tengo que estar ahí algún día’. Entonces trabajé durísimo para alcanzarlo, con muchísimos altibajos, y poco a poco fui encontrando la motivación interna y logrando resultados que al principio eran solo un deseo y después se terminaron concretando», comenta.
-Con todo ese camino recorrido, ¿estás viviendo la previa de París de manera muy diferente a la de Tokio?
-Hace tres años era todo nuevo, diferente a todas las otras competencias. Hoy lo vivo con más calma y más experiencia. Me acuerdo de los fantasmas que fueron apareciendo en Tokio y sé qué es lo que no me tiene que poner ansioso o asustarme. Y en los últimos años pude acomodarme mental y físicamente. Así que estoy confiado en el proceso y en lo que puedo lograr.
-¿Cuán importante va a ser disfrutar la experiencia de los Juegos más allá de lo deportivo?
-Creo que a veces uno piensa que si sale campeón u obtiene un resultado, la vida le va a cambiar y vas a ser feliz. Y a veces alcanzás esa medalla tan deseada y después no pasa absolutamente nada. Es el momento: salís campeón y festejás con una alegría enorme. Pero es totalmente efímero: son muy cortitas la alegría y la emoción. Por eso es importante absorber todo. Yo quiero disfrutar al máximo de los Juegos Olímpicos, porque me lo gané peleando como siempre. Tener la oportunidad de representar a Argentina en Francia es una responsabilidad, pero también un privilegio enorme.
«Sé que se puede ganar una medalla en París»
Lucas Guzmán competirá en París 2024 en la categoría hasta 58 kilos, en la que consiguió aquel podio en la cita de la juventud en Singapur, las tres medallas panamericanas y el tercer puesto en el Mundial de Manchester.
La misma en la que tuvo su debut olímpico en Tokio 2020, cuando perdió en semifinales y luego cayó en el combate por el bronce. El 7 de agosto, fecha en la que saldrá al tatami en el Grand Palais de los Campos Elíseos, intentará que el resultado sea otro.
«Siento que es una revancha personal por lo que fue Tokio, donde estuve muy cerca de la medalla. Creo que por algo se dio la oportunidad de París y quiero aprovecharla. Estoy demasiado motivado, con muchísima expectativa. Quiero estar entrenando más de lo que debería, estar todo el tiempo pendiente en mi mejora continua. Estos días son especiales y a medida que pase el tiempo tengo que ponerme más fuerte mentalmente para estar al cien por ciento en la competencia. Llegar confiado y con ganas de pelear y de ganar. Eso es lo fundamental», asegura.
Y agrega: «En los Juegos Panamericanos, al ser uno de los primeros, están todos mirándome. Ahora la atención está más puesta en los primeros tres o cuatro del ranking olímpico. Entonces no está toda la presión en mí y eso también me hace ir más relajado. Saber que no tengo nada que ganar ni nada que perder. Hay que trabajar, estar en los detalles y estar preparado mentalmente para ese momento, porque el nivel es tan parejo que el que pueda resolver mejor y esté cien por ciento conectado ese día, se va a llevar el oro».
-Siempre me ilusiono y entreno para ganar. Esa es mi mentalidad siempre. Obviamente me gustaría tener una medalla en los Juegos y sería cerrar un ciclo en mi carrera deportiva de una forma terrible. Si no sucede, también voy a estar contento y conforme con todo el proceso, con todo lo que viví, con todo lo que el taekwondo me regaló. Pero las expectativas siempre están. Sé que se puede. Solamente es ir y hacer lo que hice toda mi vida. Me puede ir bien o mal, porque hay un montón de variables en un deporte como éste, pero aspiro a llegar al podio. Ojalá lo consiga.