Entre la ilusión y el desencanto hubo apenas un paso: el que Gustavo Lemos dio para ascender a la balanza montada en el Scope Arena de Norfolk. En la víspera de un desafío que podía catapultar su carrera, el tresarroyense fracasó estrepitosamente en su intento de dar el peso para la contienda programada para el viernes ante el local Keyshawn Davis. Más allá de este bluff y de la enorme diferencia de tonelaje entre los púgiles, la pelea igualmente se realizará.

El duelo estaba pactado en la categoría ligero y se presentaba como una plataforma para que su ganador aspirara a una chance mundialista en 2025, ya que ambos se encuentran en posiciones expectantes en los rankings de la Federación Internacional de Boxeo (FIB), el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y la Organización Mundial de Boxeo (OMB): Davis figura tercero en los tres; mientras que Lemos aparece sexto, noveno y decimotercero, respectivamente, en esos listados. Sin embargo, cualquier posibilidad para él parece haberse hecho polvo este jueves.

Lo que habitualmente es un trámite se convirtió en un chasco gigante cuando el argentino posó sus pies sobre la báscula y la detuvo en 64,140 kilos, casi tres kilos por encima del límite de la división (61,235 kilos) e incluso por arriba de la frontera de la categoría superligero. El presentador de la ceremonia de pesaje, Mark Shunock, un hombre curtido en estas lides, quedó sorprendido por ese registro. Inmediatamente después desafió la balanza Davis, quien, responsablemente, marcó 60,870 kilos.

Tras el careo entre los peleadores, Tito intentó explicar lo que resultaba demasiado difícil explicar, mientras el público presente en el estadio lo abucheaba estruendosamente. “Tuvimos inconvenientes en los entrenamientos. Y confié en una balanza que trajimos. Vamos a tratar de dar el peso antes de la pelea. Discúlpenme”, argumentó. “Nosotros vinimos a pelear. Vamos a tratar de que (la pelea) se dé”, añadió antes de abandonar raudamente el escenario ante la perplejidad de quienes lo observaban sin entender qué pasaba.

En casi cualquier situación, resultaría inviable una contienda entre púgiles separados por una brecha de dos categorías. Pero el boxeo, como cualquier disciplina profesional, no es solo un deporte, sino también un espectáculo. Y el espectáculo organizado en Norfolk, la ciudad natal de Davis, y para el cual se vendieron 10.000 entradas solo puede sostenerse si el crédito local da el presente en la pelea principal de una cartelera que incluye otras siete, entre ellas las que protagonizarán sus dos hermanos, Kelvin (ante el colombiano Yeis Solano) y Keon (frente a Jalen Moore).

Keyshawn Davis y Gustavo Lemos, cara a cara tras el pesaje en el Scope Arena de Norfolk. Foto: Top Rank.Keyshawn Davis y Gustavo Lemos, cara a cara tras el pesaje en el Scope Arena de Norfolk. Foto: Top Rank.

Por eso, Davis adelantó, al ser consultado, que su voluntad era pelear, más allá del bochornoso incumplimiento de su adversario. “Estoy contento porque a mí me van a pagar más (por la multa que Lemos deberá abonar por su exceso). El show debe continuar”, afirmó, citando el título de la canción «The Show Must Go On», de Queen.

Esta no es la primera vez que Lemos tiene problemas para dar el peso para una pelea. En agosto de 2023, después de 17 meses de inactividad, debía enfrentar en el Luna Park al cordobés Javier Clavero en un duelo pactado en la división superligero, pero el combate se canceló luego de que el tresarroyense excediera por cuatro kilos el límite de la categoría (63,500 kilos). Eso también motivó que la FIB lo excluyera de su ranking, en el que hasta entonces ocupaba el primer puesto.

Si finalmente el espectáculo sigue adelante, como todo hace suponer, la del viernes será la segunda actuación de Lemos en Estados Unidos, después de su discutida derrota frente al local Richardson Hitchins en abril, y la primera bajo la órbita de Top Rank, la empresa con la que firmó un contrato promocional multianual a fines de mayo. El fracaso ante la báscula este viernes no es la mejor carta de presentación.



Fuente Clarin

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