Tal vez fue el profesor Alfredo Weber, el Nano Fernando Areán, ayudante de campo, o el mismísimo Héctor Rodolfo Veira. En un pizarrón del vestuario de River, con letra clara y precisa, escribieron con tiza blanca: “Orden, disciplina y humildad. Con este plantel podemos quedar en la historia de River”.
Esa fue la carta de presentación puertas adentro en el primer día de entrenamiento del Bambino Veira como técnico de River, el 21 de septiembre de 1984, hace ya 40 años. El entrenador lo contó el 9 de marzo de 1986 (se había consagrado campeón un día antes frente a Vélez y con cinco fechas aún por jugar) en una nota que le realizó Enrique Macaya Márquez y que se puede ver en el capítulo 6 de la serie documental El fútbol es historia, dirigida por Christian Rémoli.
“Esas líneas fueron puestas ahí el 21 de septiembre de 1984, después puse rumbo al título, porque los objetivos que nos habíamos propuesto, llegaba el momento de ir hacia el título. El primero era que el promedio de River era muy bajo, había que levantarlo;, el segundo era armar un plantel competitivo; y el tercero objetivo era ese; rumbo al título”, precisa un joven Veira en el documental.
Puertas afueras, el show comenzó temprano en las instalaciones de River, en una mañana de primavera fresca y lluviosa, de esas que odian los adolescentes que buscan espacios verdes y soleados para festejar el Día del Estudiantes, como sucederá también este sábado pero con ritos del siglo XXI. El Bambino Veira, acompañado por el presidente Hugo Santilli, ingresó pasadas las 10 al vestuario y Reinaldo Mostaza Merlo, en su condición de uno de los más veteranos del plantel, le presentó uno por uno a sus compañeros al nuevo entrenador.
El día anterior, River le había ganado 2-1 a Temperley en el Alfredo Beranger. Veira, que había estado en la cancha y también había visto el encuentro anterior con Argentinos, 1-1 en Ferro. Fiel a su estilo motivador, les dijo a los jugadores: “Tendríamos que llegar seis o siete veces por partido al área rival, ya que ustedes son jugadores que no se equivocan frente al arco, y así contaríamos con mayor potencia”.
Más tarde, Veira habló oficialmente para la prensa: “En esta etapa tengo que adaptarme a los jugadores, necesariamente, pues el plantel ya está armando. Hay elementos interesantes, de buen manejo, buen trato de pelota”. Entre varios aspectos, aclaró: “Aquí va a jugar el que ande mejor; nadie tiene comprada la camiseta”.
Cuando asumió, ya se habían disputado 21 fechas del torneo Metropolitano de 1984, River estaba quinto con 25 puntos, detrás de Estudiantes (30), Ferro (29), Argentinos (28) y Vélez (26). Enzo Francescoli, con 11 tantos, era el goleador del torneo, y en la tabla de promedios del descenso, estaba undécimo entre 19 equipos, un poco más holgado que al principio del torneo pero necesitaba seguir sumando, ya que en el torneo anterior, Metro 83, había quedado penúltimo con apenas 27 puntos.
Argentinos fue campeón y a la última fecha también llegaron con chances Estudiantes y Ferro. River terminó cuarto con 43 puntos, es decir que en los 15 partidos que disputó bajo la conducción del Bambino Veira logró 18 de 30 (en esa época se obtenían 2 puntos por victoria). A comienzos de 1985 se jugó el torneo Nacional, que también ganó Argentinos. River llegó hasta la final de perdedores y fue eliminado por Vélez (2-1 en la cancha de Huracán). Pero lo mejor estaba por venir.
En plena reestructuración del fútbol argentino (el Nacional 85 fue la última versión y al año siguiente se jugaría por primera vez la B Nacional), se volvió a jugar un solo torneo de Primera División, con el formato de los Metropolitanos que se jugaron entre 1980 y 1984, es decir, todos contra todos y a dos ruedas. El River del Bambino fue campeón récord, brillaron Nery Pumpido, Oscar Ruggeri, Héctor Enrique, Claudio Morresi, Enzo Francescoli, Antonio Alzamendi y la Araña Luis Amuchástegui, entre otros. Se consagró el 9 de marzo de 1986, campeón cinco fechas antes y se clasificó a la Copa Libertadores.
En junio, Pumpido, Enrique y Ruggeri fueron campeones del mundo en México. Unos meses después, River levantó por primera vez la Copa Libertadores ante el América de México, con ese gol inolvidable del Búfalo Juan Gilberto Funes. Y en diciembre, para coronar un año perfecto, se consagró campeón del mundo ante el Steaua Bucarest de Rumania, en Tokio, Japón, al vencer 1-0 con gol del uruguayo Alzamendi. Y todo había empezado un día de la primavera, como hoy, pero hace cuarenta años.