«No dirijo más. No sé si me tendré que morder la lengua, pero creo que no. He colgado los botines». Así, a los 69 años, Rubén Magnano, DT campeón olímpico con Argentina en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, confirmó su decisión de abandonar su actividad como entrenador de básquet. Fue un maestro del básquet, pero su nombre quedará grabado para siempre como el del cerebro detrás de una de las gestas más grandes del deporte argentino. Lo hace, según explicó, para disfrutar más tiempo junto a su familia.

En diálogo con Súper Deportivo, Magnano reveló los motivos que lo llevaron a tomar esta decisión: «Ni he pensado, ni tomado el tiempo de qué cosa es seductora para mí. Aparte, estoy viviendo una parte de mi vida que no pretendo tener distracciones que me saquen el tiempo para mí y mi familia. Hoy, no es negociable. Si dirijo, voy a tener que invertir y sacar ese tiempo. Por eso, esta decisión. Me retroalimento con cosas de básquetbol».

“Cualquier conversación o diálogo caemos siempre en el básquet. Siempre va a estar presente. La felicidad no pasa solo por un logro ni por una medalla obtenida o reconocimiento. Ser feliz es sentirse bien con uno mismo porque en esencia es lo que nos sirve, estar tranquilos”, señaló en la entrevista brindada a Súper Deportivo, desde San Guillermo, Santa Fe.

«¡Qué me recuerden como lo hacen hoy! Estoy viviendo de manera sencilla, normal. De manera muy humana. Estoy viviendo un momento de gratitud muy grande. Ese reconocimiento me fortalece. Que me recuerden como una persona que ha tomado como bastión algo que en esta sociedad no se está tomando con la seriedad que tendría que ser. Que me recuerden por haber llevado a algún lugar por el trabajo. Que me recuerden trabajando», agregó.

Mulitcampeón y prócer con Atenas de Córdoba, el gigante del básquet argentino que hoy intenta volver a la élite de la Liga Nacional, Magnano dirigió también en Italia (Varese), España (Cajasol) y a las selecciones de Brasil y Uruguay. Además, tuvo un paso por Boca.

Dentro de la Selección Argentina de básquet, fue técnico en juveniles, poniendo la semilla de lo que fueron los años dorados del equipo, conquistando la medalla en Atenas pero antes alcanzando la final del Mundial 2002, en Indianápolis, y el campeonato FIBA Américas 2001, además de los Sudamericanos 2001 y 2004.

Magnano, campeón olímpico en 2004. Magnano, campeón olímpico en 2004.

En 2004 llegó la gloria para esa Generación Dorada liderada por Manu Ginóbili y Luis Scola pero sostenida en la mente y el corazón de referentes como el propio Magnano. En los Juegos Olímpicos de Atenas, el equipo argentino derrotó a la local Grecia en cuartos y en las semis detronó a Estados Unidos, dándole un golpe inolvidable al Dream Team. La final ante Italia fue con baile, y la bandera celeste y blanca flameó en lo más alto del podio. Más allá de la medalla, aquel viaje mágico en la tierra de los dioses dejó también la «palomita» de Manu contra Serbia y Montenegro, en la fase de grupos, y la corrida de Rubén, por toda la cancha, festejando como un hincha más. Icónico.

El nacido el 9 de octubre de 1954 en Villa María se llenó de logros personales, como el Premio Konex de Platino al mejor entrenador de básquet de la década, en 2010, y en el año 2021 ingresó al Salón de la Fama de FIBA. Sin embargo, lo mejor sobre Magnano lo dijo un colega: «Todos de pie, se retira Rubén Magnano. Nos llevó a la gloria en Atenas 2004 y al ganarle al Dream Team, siempre creía que se podía ganar el próximo partido y los preparaba al detalle como nadie. Una persona fundamental en la historia de nuestro básquet», escribió Julio Lamas, otro imprescindible para la albiceleste.

Rubén Magnano y su legado en la Selección Argentina. (CAB)Rubén Magnano y su legado en la Selección Argentina. (CAB)





Fuente Clarin

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