Las palabras de Novak Djokovic nunca pasan desapercibidas y Nole, profesional desde 2003 y conocedor como pocos de los entretelones del circuito ATP, utilizó el «poder» de la repercusión para visibilizar lo que entiende como un problema serio para el tenis en vistas al futuro. Lo hizo tras vencer al australiano Alex Popyrin por la tercera ronda de Wimbledon, donde días más tarde perdió la final con Carlos Alcaraz y se quedó en la puerta de igualar el récord de ocho títulos de Roger Federer sobre césped del All England.
En conferencia de prensa, el serbio habló sobre el retroceso de su deporte en comparación con el crecimiento exponencial que tienen otras disciplinas a nivel de marketing y espectáculo. Y les puso nombres propios. “El pádel está creciendo. La gente se divierte y dice: ‘Sí, pero el tenis es el tenis’. El tenis es el rey de todos los deportes de raqueta, pero a nivel de clubes está en peligro. Si no hacemos algo al respecto, global o colectivamente, todos los clubes de tenis se convertirán en clubes de pádel y de pickleball”, reflexionó el ganador de 24 Grand Slams.
En Estados Unidos, según un informe de la agencia Sports & Fitness Industry Association, en 2022 había alrededor de 8,9 millones de jugadores de pickleball en contraste con los 4,8 del año anterior, un crecimiento notable. En tanto, cifras proporcionadas por Wilson indican que hay unos 20 millones de jugadores de pádel distribuidos por todo el mundo. Y en Argentina se refleja esta tendencia global.
El boom del pádel, un viaje de regreso a los años noventa, volvió cuando el aislamiento estricto impuesto por la pandemia de Covid-19 comenzaba a quedar atrás y las medidas de distanciamiento social hacían que la demanda de actividades al aire libre fuera cada vez mayor. Luego, la pandemia se terminó, pero este juego se quedó y está en su auge. Del mismo modo, el pickleball también lucha por ganar parte del terreno que antes era exclusivo del tenis.
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El tenista serbio habló sobre el retroceso de su deporte en comparación con el crecimiento exponencial que tienen otras disciplinas a nivel marketing y espectáculo.
Pickleball +, el primer lugar en el país con canchas profesionales, refleja aquello que dijo Djokovic. «Donde antes teníamos una cancha de tenis, decidimos hacer cuatro canchas de pickleball. Sacamos la medidas, daba perfecto y en octubre del año pasado las inauguramos», le contó a Clarín Silvia Carina Tommarello, una de las dueñas de este complejo que se encuentra ubicado en un campo de 60 hectáreas en Los Cardales, Provincia de Buenos Aires.
― ¿Cómo surgió la idea de apostar por un deporte tan poco conocido en Argentina?
― Hace dos años vino un amigo de California con una paleta y una pelota rara. Le digo: ‘¿Y eso qué es?’. ‘Esto es lo que viene’, me dijo, así de una, y me dieron ganas de jugar. Primero fuimos a Perú Beach, donde había una cancha pintada en un interior, medio resbaladiza; y después jugamos en La Chimenea, un lugar en Avellaneda en el que pintaron dentro de una cancha de pádel, que es de 20 x 10, las líneas de la de pickleball, que es de 13,40 x 6,10. Ahí me terminé de decidir. Lo vi en las redes sociales, vi el potencial que tiene, cómo creció en Estados Unidos. Es una locura. Ahí me terminé de decidir.
Justamente, el origen de este deporte se encuentra en EE.UU. La leyenda cuenta que fue en el verano estadounidense de 1965 en Bainbridge Island, Estado de Washington, en la casa del fallecido congresista Joel McFee Pritchard. Algunas versiones indican que sus hijos y los de un grupo de vecinos amigos estaban aburridos y que Pritchard los invitó a crear su propio juego, mientras que otras señalan que fueron los adultos los dueños de este invento. Sea como sea, lo cierto es que decidieron bajar la altura de la red de la cancha de bádminton que tenía en el jardín, comenzaron a jugar con una variedad de raquetas y paletas y con la pelota de su perro Pickles, agujereada por las mordidas. Y así empezó, como un casualidad.
«Desde el primer día luchamos contra la idea de que la gente grande, la gente fuerte domine el juego», le dijo Barney McCallum, uno de los vecinos de Pritchard, a Jennifer Lucore y Beverly Youngren, autoras del libro «Historia del pickleball». Así fue que surgió una de las reglas básicas: hay una zona delimitada por una línea que recorre todo el ancho a 2,13 metros de la red, llamada popularmente «cocina», desde donde no se puede volear.
Además, se debe dejar picar el saque y la devolución. De esta manera, el juego se hace más disputado, sumado a que las dimensiones de la cancha son poco mayores a la mitad de una de tenis, por lo que los desplazamientos son menores y la condición física no juega un papel tan preponderante.
«Lo juega cualquiera. Acá vienen chiquitos, personas de edades medias y también viene gente grande. Yo tengo un matrimonio de 74 años que jugó al tenis, pero ya no pueden y vienen de Pergamino todos los sábados a jugar acá. Están enamorados del pickleball porque es simple: una cancha chica, con una paleta liviana, una pelota de plástico con agujeros que pica menos. Entonces, el juego se hace un poco más lento y tenés tiempo de pensar la estrategia. Es fácil de jugar», explicó Tommarello, una de las impulsoras de este deporte en Argentina.
Hoy, más de 50 años después de aquella historia en el jardín de la casa de Joel Pritchard, este es el deporte de moda en Estados Unidos. Es tal su furor que figuras como LeBron James, Tom Brady, Serena Williams, Pat Mahomes y Michael Phelps invirtieron en el pickleball, que en el país norteamericano cuenta cuenta con tres circuitos: el de la Major League Pickleball (MLP), el de la Professional Pickleball Association (PPA) y el de la Association of Pickleball Players (APP).
«Acá está el auge del pádel y el pickleball está llegando, al revés de lo que sucede allá, que se juega muchísimo más al pickleball y el pádel va entrando de a poco», resumió.
En Argentina es una novedad, pero hay un nombre que ayuda a su difusión por estas tierras: Federico Staksrud, quien comparte el número uno del mundo de la PPA con el estadounidense Ben Johns y viene de ser subcampeón en singles y dobles del Vizzy Atlanta Open, uno de los torneos más importantes del tour. Se crió en Palermo, jugó al tenis en el predio del Tiro Federal y a los 18 años emigró a Estados Unidos, donde encontró su nueva pasión. Hoy es uno de los tres top ten que no son estadounidenses junto al vietnamita Quang Duong (6°) y al español Jaume Martínez Vich (8°). Además, está sexto en la clasificación mundial de dobles.
En paralelo, fuera del profesionalismo, la Asociación Argentina de Pickleball aporta lo suyo. «Acá (en Pickleball +) se va a realizar el 15 de septiembre una preselección para el Mundial. Vamos a hacer un torneo masculino y femenino de dobles, uno para mayores de 50 y otro libre, y los ganadores van a viajar con todo pago por la asociación a participar de la Copa del Mundo, que se va a desarrollar a fines de octubre en Perú. Esto sirve muchísimo para darle impulso al deporte en el país, pero también en toda Latinoamérica», concluyó Tommarello.