Pablo Matera llegó a los 100 partidos con la camiseta de Los Pumas. Entre ese centenar de partidos que se empezaron a contar desde el 1 de mayo de 2013 cuando debutó ante Chile y el que jugará el sábado en Vélez, pasó de todo. Hay tres Mundiales, los de 2015, ‘19 y ‘23, está la capitanía y los partidos memorables que inscribieron su nombre en la historia del Seleccionado de rugby.

Triunfos como el 37 a 25 ante Sudáfrica en Durban en 2015 que cortó una racha de casi 40 años; la goleada a Irlanda en los cuartos de final del Mundial de 2015 por 43 a 20 y el 23 a 19 en Gold Coast para vencer a Australia de visitante después de 35 años, lo tienen entre los protagonistas y no precisamente por sumar puntos.

Matera tiene potencia descomunal. No llega a los dos metros por apenas 10 centímetros, pero parece superarlos. Es gigante, de cerca mete miedo. Su juego combina fuerza, tackle y destrezas, además de mucha entrega y corazón.

«No puedo ver que un rival le pega a un compañero, yo juego por mi país», le explicaba al árbitro en medio de un juego con Nueva Zelanda en el que estuvo a los empujones con Dan Coles.

Matera en un entrenamiento en Mendoza, antes del primer partido ante Francia.Matera en un entrenamiento en Mendoza, antes del primer partido ante Francia.

Se destacó siempre en cada partido con la selección o el recorrido que lleva en clubes o franquicias. Prácticamente no experimentó como finisher, son contadas las veces que no fue titular.

El punto de quiebre en su vida no llegó de la mano del rugby, sino de sus propios actos, archivados a la vista de todos en la red social que reinaba en la primera década de este siglo. La muerte de Maradona y un homenaje por parte de los All Blacks en lugar de Los Pumas lo puso en el blanco de los cuestionamientos, por tratarse del capitán del equipo.

Alguien escudriñó en su historial de Twitter y se topó con publicaciones de un @pablitomatera de 18 años que no encajaban con su presente a los 27 años y 69 caps con Los Pumas. Eran expresiones xenofóbicas y de odio de clase.

Sus viejas publicaciones cobraron una fuerza inesperada. La Unión Argentina de Rugby lo sancionó y además le quitó la capitanía. Parecía que había llegado el final de su prometedora carrera en el seleccionado. Pero no. Tras ofrecer sus disculpas en otra red social y aclarar que sus lamentables consideraciones del pasado no lo representaban en el presente, continuó su carrera.

En Vélez, en el escenario en que concretará su partido 100 con Los Pumas, junto a Julián Montoya, quien lo sucedió en la capitanía.En Vélez, en el escenario en que concretará su partido 100 con Los Pumas, junto a Julián Montoya, quien lo sucedió en la capitanía.

Pese a que en aquel momento era políticamente incorrecto no condenar aquellas publicaciones, muchos de sus compañeros cuestionaron el tenor del archivo que salía a la luz, pero salieron a bancarlo. Agustín Creevy, antes capitán, escribió una carta pública, Matías Moroni –entonces y ahora compañero-, no le dio lugar a los cuestionamientos y exaltó la figura de quien siguió llamando “mi capitán” por un tiempo.

Desde entonces ese rol recae en Julián Montoya, aunque en ocasiones Matera vuelve a serlo: se mantuvo como subcapitán, sostenido por sus compañeros: tiene una ascendencia enorme sobre el plantel. Tras quedar desafectado del Mundial de Francia por un desgarro de grado 3 en el sector proximal del isquiotibial derecho, siguió en el plantel y se sostuvo como líder.

“Cuando Pablo habla todos escuchan y se callan. Su palabra es muy importante para el equipo, siempre habla con las palabras justas y dice las cosas que hay que decir”, lo elogió Moroni, compañero desde hace casi 10 años.

La lesión en Nantes, ante Japón, que lo sacó del último Mundial. Foto: EFE / Mohammed BadraLa lesión en Nantes, ante Japón, que lo sacó del último Mundial. Foto: EFE / Mohammed Badra

Con el próximo Mundial como meta, al que llegará con 34 años, aquel Matera dio vuelta aquella página xenófoba y clasista que lo persigue con persistencia. Llegó a los 100, una barrera que ya rompieron Agustín Creevy con 108 y Nicolás Sánchez con 104.

“Estoy contento. No tanto por los 100 partidos, sino por estar acá. Vélez es un lugar que nos representa mucho, tuvimos muchos años jugando con Jaguares. Prácticamente sentimos que es nuestro estadio”. Con un recorrido que comenzó en Alumni, siguió en Leicester Tigers, Jaguares, Stade Français Crusaders y Honda Heat, desde hoy sigue contándose en tres dígitos con la camiseta argentina.



Fuente Clarin

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