“Esta ciudad no es lo suficientemente grande para los dos”.
La frase, utilizada por primera vez en 1932 en El Código del Oeste, se convirtió luego en un clásico de los westerns. Nueve décadas después y a más de 12.000 kilómetros de Carabinas, el pueblo en el que estaba ambientado el film dirigido por John P. McCarthy, el británico Tyson Fury y el ucraniano Oleksandr Usyk dirimirán este sábado en la tórrida Riad quién será el único hombre que quedará en pie en el universo de los pesados: se enfrentarán para consagrar al primer campeón indiscutido de la división máxima en la era de los cuatro cinturones. La contienda comenzará alrededor de las 19 de la Argentina y solo podrá verse a través de la plataforma DAZN.
El Kingdom Arena, un moderno estadio que terminó de construirse en octubre pasado y que para este tipo de eventos tiene capacidad para 30.000 espectadores, será el inmueble en el que Usyk, campeón de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), la Federación Internacional de Boxeo (FIB) y la Organización Mundial de Boxeo (OMB), y Fury, monarca del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), protagonizarán una contienda que el mundillo de los guantes aguarda desde hace un año y medio, y que encontró un sinfín de obstáculos antes de concretarse.
Desde que en diciembre de 2022, tras noquear al zimbabuense Derek Chisora en Londres, Fury desafió a Usyk cara a cara y con un engarce de insultos que solo puede brotar de su bocaza, los promotores, los manejadores y los abogados de ambos trabajaron horas extra, con avances, paralizaciones y retrocesos en las negociaciones, hasta que todos pudieron estrecharse las manos.
The long-awaited undisputed heavyweight battle #RingOfFire between Tyson Fury and Oleksandr Usyk is set to unfold 🔥 Let’s get ready to RUUUUUMBLLEEEEEEE 🥊
النزال التاريخي المنتظر لبطولة الوزن الثقيل #RingOfFire بين تايسون فيوري وأوليكساندر اوزيك 🔥
نشوفكم جميعًا في المملكة… pic.twitter.com/FHkYT6tCHr— TURKI ALALSHIKH (@Turki_alalshikh) January 31, 2024
La primera fecha acordada para el combate fue el 29 de abril de 2023 y la sede, Wembley. Pero agrias discusiones sobre la bolsa que cada contendiente percibiría, acerca de la inclusión o no de una cláusula de revancha obligatoria en el contrato y, finalmente, sobre la sede y el reparto de dinero en caso de un eventual desquite hicieron que el acuerdo naufragara y llevaron a que ambos buscaran otros horizontes: Usyk enfrentó y noqueó al inglés Daniel Dubois en Breslavia (Polonia) en agosto de ese año y Fury pactó un choque con Francis Ngannou, excampeón pesado de artes marciales mixtas reconocido por Ultimate Fighting Championship (UFC).
Los puentes entre los negociadores nunca se rompieron y a fines de septiembre se acordó el pleito de unificación para el 23 de diciembre en Riad, según comunicaron Queensberry Promotions, Top Rank, K2 y Usyk17 Promotions, las cuatro empresas promotoras involucradas en la organización del evento junto con la Autoridad General de Entretenimiento saudí. Pero Fury exhibió una flojísima imagen ante Ngannou en un combate al que llegó en subóptimas condiciones físicas, en el que fue derribado en el tercer asalto por el novato camerunés y que terminó ganando por puntos en una cerrada decisión dividida. Eso posó un manto de dudas sobre el siguiente compromiso del británico.
“Tenemos un contrato que dice que la pelea tiene que tener lugar el 23 de diciembre, pase lo que pase”, lo apuró Usyk. Entonces quedó claro quién sostenía con más fuerza el mango de la sartén. “No pelearemos en esa fecha”, avisó Frank Warren, el promotor del Rey Gitano. “Fury no estará listo para esa fecha porque fue una pelea dura (contra Ngannou) y necesitará tiempo para sanar su cuerpo y después meterse en el campamento. Solo tendría cinco o seis semanas, así que no sucederá”, justificó. Y así fue.
La contienda se reprogramó para el 17 de febrero, pero 15 días antes se anunció una nueva postergación, esta vez como consecuencia de un corte en el párpado derecho del púgil nacido en Manchester durante una sesión de sparring. La ubicación de ese corte era muy cercana a la de una escalofriante herida que había sufrido en septiembre de 2019 en un pleito ante el sueco Otto Wallin en Las Vegas y que le había demandado 47 puntos de sutura.
Tres meses después y ya (casi) sin riesgos de suspensión, los dos invictos chocarán en un combate en el que no se divisa un claro favorito (las casas de apuestas se han hecho eco de ello como pocas veces) y que, pase lo que pase, promete un segundo capítulo: Turki Alalshikh, presidente de la Autoridad General de Entretenimiento de Arabia Saudita, avisó que la revancha está prevista para el 12 o 13 de octubre nuevamente en Riad.
Fury, quien tiene un récord de 34 victorias (24 por la vía rápida) y un empate, contará con importantes ventajas de tonelaje (en el pesaje del viernes registró 118,850 kilos contra 101,380), altura (2,06 metros contra 1,91) y alcance (2,15 metros contra 1,98). De ello, de su potencia, de su muy buena movilidad, pese a tu talla, y de su abanico de mañas intentará sacar provecho para extender su segundo reinado, que comenzó en febrero de 2020, cuando noqueó al estadounidense Deontay Wilder en Las Vegas.
Para Usyk, quien reina desde que destronó al inglés Anthony Joshua en septiembre de 2021 en Londres, la desventaja de peso y talla no será un factor decisivo. “Para ganar, no necesito ser pesado, necesito ser rápido. Nunca ves a un lobo gordo en el bosque”, comparó el campeón olímpico en Londres 2012 y excampeón indiscutido de peso crucero, quien salió victorioso en sus 21 pleitos rentados (14 los ganó antes del límite). Para amarrar su 22° triunfo, el zurdo nacido en Simferópol seguramente echará mano a su velocidad, su inteligencia estratégica y su depurada técnica, forjada en años de amateurismo supercompetitivo.
Después de una previa complicada y de que el lunes el padre de Fury agrediera a un asistente de Usyk en el Hotel Hilton de la capital saudí, la espuma bajó en las últimas horas. De hecho, en la última conferencia de prensa, que se realizó el jueves en el Boulevard City, un centro comercial y recreativo de 89 hectáreas, los dos contendientes fueron sumamente económicos y medidos en sus palabras, algo habitual en el ucraniano, pero rarísimo en el británico.
“Quiero agradecer a Dios por la victoria que ya he recibido, a todos los involucrados en la organización de este evento y a Usyk por presentarse y desafiarme. No tengo más que decir aparte de que estoy listo para una buena pelea”, dijo el moderadísimo Fury. “Estoy feliz de estar acá, emocionado y agradecido a Su Excelencia (Turki Alalshikh) por hacer posible esta pelea. Hagamos historia. Suficiente. Muchas gracias”, añadió Usyk. Y nada más. El resto se verá sobre el ring.
Un combate que hará historia
A menos que un empate lo impida, los cuatro cinturones de peso pesado de los principales organismos que gestionan el boxeo en el mundo pasarán la noche del sábado en la habitación de un hombre: el ganador del combate entre Oleksandr Usyk y Tyson Fury. Será la primera vez que eso sucederá, aunque no la primera en que la categoría reina tenga un campeón indiscutido.
Hasta principios de la década de 1960, nadie que tuviera un conocimiento elemental sobre pugilismo dudaba respecto a quién era el monarca de los pesados, ya que solo había un campeón mundialmente reconocido en cada división, que entonces eran ocho. Desde la consagración del estadounidense John Lawrence Sullivan, considerado el primer campeón pesado del boxeo moderno, reinaron hombres de la talla de James Corbett, Jack Johnson, Jack Dempsey, Joe Louis, Rocky Marciano y Floyd Patterson.
En febrero de 1963 se produjo el primer gran cisma en la administración de este deporte, con el nacimiento del Consejo Mundial de Boxeo para rivalizar con la Asociación Mundial de Boxeo. Si bien primero Sonny Liston y luego Muhammad Ali fueron campeones reconocidos por ambos organismos simultáneamente, en 1964 la AMB despojó al astro de Louisville cuando pactó una revancha con Liston que estaba prestablecida en el contrato que se había firmado antes del primer choque entre ellos, algo que el organismo prohibía, y ordenó una contienda entre Ernie Terrell y Eddie Machen por la corona vacante (que ganó Terrell).
Ali otras dos veces, Joe Frazier, George Foreman y Leon Spinks fueron campeones indiscutidos durante los años en que convivieron la AMB y el CMB. En noviembre de 1983, nació en Nueva Jersey la Federación Internacional de Boxeo, un ente de corte netamente estadounidense (de hecho, su primer nombre fue Asociación Internacional de Boxeo de Estados Unidos), y el panorama se amplió. Sin necesidad de celebrar combate alguno, la FIB designó como su primer monarca pesado a Larry Holmes, quien para ello renunció a su corona del CMB.
El primer campeón con tres cinturones fue Mike Tyson: los reunió el 1 de agosto de 1987, tras vencer a Tony Tucker, y los defendió seis veces, con igual cantidad de definiciones categóricas, antes de caer ante James Buster Douglas en Tokio el 11 de febrero de 1990. Entonces ya existía la Organización Mundial de Boxeo, que había sido creada en octubre de 1988 y había consagrado a su primer rey pesado el 6 de mayo de 1989, cuando el italiano Francesco Damiani había noqueado al sudafricano Johnny Du Plooy en Siracusa.
Al organismo con sede en San Juan de Puerto Rico le demandó más de tres lustros empezar a hacer pie en el gran concierto de los organismos rectores. Por eso en estas últimas semanas se ha dicho, no sin razón, que el último campeón indiscutido de peso completo fue, en el ocaso del siglo XX, el británico Lennox Lewis, propietario en simultáneo de las fajas de la AMB, el CMB y la FIB, pero no de la OMB.
El 13 de noviembre de 1999, ocho meses después del primer enfrentamiento entre ambos, que había terminado en empate, Lewis, que era campeón del CMB, batió por puntos en decisión unánime a Holyfield, monarca de la AMB y la FIB, en el Thomas & Mack Center de Las Vegas. En esos días, el campeón de la OMB era el por entonces poco conocido Vitali Klitschko, quien había conseguido el título cuatro meses antes frente al británico Herbie Hide.
En abril de 2000, Lewis fue despojado de su título de la AMB por negarse a combatir con el estadounidense John Ruiz, número uno de su ranking. Desde entonces, el peso completo no volvió a tener un campeón que reuniera todos los títulos con mayor reconocimiento. No por casualidad, el inglés y Holyfield, los protagonistas del último combate que consagró a un monarca indiscutido, están en estas horas en Riad para presenciar el duelo entre Usyk y Fury.