Siempre fue un secreto a voces. Los tres tenistas más grandes de todos los tiempos, contemporáneos entre ellos, tuvieron (y tienen) sus diferencias. De un lado, Rafael Nadal y Roger Federer; del otro, Novak Djokovic. Todos enormes jugadores, por supuesto. Tres cracks. Todos buscaron siempre lo mejor para el tenis. El español y el suizo, a su manera; el serbio, pensando en los colegas más postergados, aquellos para los que el tenis no es sólo un deporte. Es una profesión y la fuente de ingresos para vivir.
La tozudez de Djokovic para desafiar una y otra vez las reglas generales siempre asombró. Y también irrita a muchos aunque es verdad que el deporte suele perdonar rápido. “Muchos lo adoran y otros adoran odiarlo”, se escuchó mas de una vez. En 2020 creó la PTPA, la Asociación de Jugadores Profesionales de Tenis, que acaba de provocar un cimbronazo en las estructuras de un deporte más que centenario. Y el inicio de una ofensiva legal contra la Federación Internacional de Tenis, la ATP, la WTA y la Agencia Internacional de Integridad del Tenis sacudió a todos. Nadal y Federer nunca estuvieron de acuerdo con la PTPA. Siempre se mostraron más obedientes al poder. Djokovic, en cambio, siempre fue para adelante a pesar de no tener el apoyo de ambos.
Ahora es Carlos Alcaraz el que también parece estar en contra. A pesar de que la organización afirmó haber recibido el apoyo de más de 300 jugadores, no parece que el murciano esté en el mismo barco. Ni siquiera, afirmó, estaba al tanto de que el documento saldría a la luz; se enteró, al igual que la mayoría, cuando la noticia comenzó a propagarse por redes sociales.«No apoyo esta carta. No la apoyo porque no sabía nada sobre ella. Hay algunas cosas con las que estoy de acuerdo, hay otras con las que no lo estoy. Peor lo principal es que no estoy a favor», aseguró en el «Media day» de Miami.
No fue el único. Aryna Sabalenka, la número 1 del mundo, reconoció también que nadie le consultó para hablar en su nombre acerca de una demanda que firmaron Vasek Pospisil, Nick Kyrgios, Anastasia Rodionova, Nicole Melichar-Martinez, Saisai Zheng, Sorana Cirstea, John Patrick Smith, Noah Rubin, Aldila Sutjiadi, Varvara Gracheva, Tennys Sandgren y Reilly Opelka “en representación de nosotros mismo y de todos los demás situados de manera similar”, según se lee en el «paper».
En los vestuarios y en el «player’s lounge» de Miami, que por estos días concentra lo más selecto del tenis profesional con su segundo Masters 1000 y su cuarto WTA 1000 de la temporada, nadie tiene en claro nada y muchos aseguran que la información es difusa. Y pocos hablan del tema. Se sabe que los jugadores siempre presionan para conseguir mejoras pero la ATP y la WTA mejoraron los premios de los torneos últimamente, por ejemplo.
Las dos son organizaciones sin ánimos de lucro. Es decir, si se encuentran en la obligación de destinar reservas de dinero para defenderse ante la demanda planteada, eso tendría que salir del dinero que reciben los jugadores y los torneos. Como posible consecuencia, los propios tenistas verían afectada su pensión, los torneos bajarían su «prize money» y el «bonus pool» de cada fin de año y los auspiciantes no pagarían tanto ante el caos generado a nivel imagen en el tenis. La PTPA, que en su demanda aseguró luchar por los derechos e intereses de los jugadores, puede provocar precisamente todo lo contrario.
Al parecer, Djokovic se dio cuenta de ello. O le hicieron darse cuenta. “Para ser franco hay cosas con las que estoy de acuerdo en la demanda y también hay cosas con las que no. Me pareció que quizá algunas palabras fueron demasiado fuertes, pero supongo que el equipo legal sabe lo que hace y qué terminología usar para lograr el efecto deseado. Nunca fui partidario de la división en nuestro deporte, pero siempre luché por una mejor representación, influencia y posicionamiento de los jugadores a nivel mundial en el tenis que, creo, aún no está donde debería estar. No sólo en cuanto a premios económicos sino también en muchos otros puntos que también se mencionan en ese documento”, expresó y se distanció el máximo ganador de Grand Slams.
En uno de los puntos habla, también, del pésimo reparto de dinero que se hace en un torneo como Flushing Meadows en el que se reparte a los tenistas apenas el 17 por ciento de los beneficios. Pero la PTPA no incluyó a Tennis Australia, la Federación Francesa de Tenis, la Lawn Tennis Association y la Asociación de Tenis de Estados Unidos en su demanda siendo que las cuatro entidades organizan los cuatro Grand Slams y reparten entre el 13 y el 17 por ciento de los beneficios.
Por todo ello lo más probable es que todas las partes involucradas lleguen a un acuerdo antes de meterse en un proceso legal largo y costoso que no beneficiaría a nadie.Y menos a los tenistas, que serían los principales afectados de un posible cisma con consecuencias desconocidas pero seguramente terribles. Los mismos tenistas que defiende Djokovic.