Irreconocible estuvo Novak Djokovic en el duelo de tercera ronda del Masters 1000 de Roma que perdió por 6-2 y 6-3 ante Alejandro Tabilo. El serbio, número uno del mundo, fue superado en todos los aspectos por el chileno, 32° del ranking. Demasiado errático, descoordinado, apagado, Nole nunca logró meterse en el partido y se despidió del certamen italiano antes de cuartos de final por primera vez en su carrera. Y poco después, encendió una alarma porque deslizó que quizás esa versión atípica que se vio en cancha tuvo algo que ver con el golpe en la cabeza que recibió el viernes.

«Tengo que comprobar si mi rendimiento hoy tiene relación con el incidente de la botella. El entrenamiento (del sábado) fue diferente. Hice una práctica más bien fácil. No sentí nada, pero tampoco me sentí igual que siempre. En el partido, bajo mucho estrés, fue bastante malo. No en términos de dolor, sino en términos de equilibrio. Simplemente no tuve coordinación. Fui un jugador completamente diferente al del debut. No fui capaz de encontrar buenas sensaciones, para ser honesto. Estaba completamente fuera de partido», comentó.

Tras vencer por 6-3 y 6-1 al lucky loser francés Corentin Moutet en su primera presentación el viernes, Djokovic protagonizó un insólito incidente. Mientras firmaba autógrafos en la boca del túnel que lleva al vestuario, recibió un fuerte golpe cuando una botella de agua se cayó accidentalmente de la mochila de un fanático, que se inclinó para acercarle un fibrón, e impactó directo en su cabeza. Tras ser atendido en el club, el serbio pasó la noche en el hotel.

Al día siguiente, apareció en el Foro Itálico sonriente y con un casco de bicicleta sobre su gorra, una ocurrencia que hizo reír a todos los que se cruzaron con él. «Hoy vine preparado», escribió en Twitter.

Parecía que el mal momento -«Un accidente», como él mismo aseguró en sus redes sociales- era cosa del pasado. Pero este domingo, el serbio dijo que quizás las consecuencias del desafortunado accidente podrían ser más que el pequeño corte superficial que sufrió en la zona del impacto y por el que no necesitó puntos.

«No me hice ninguna tomografía ni ningún estudio el viernes. Ahora mismo, creo que debería hacerlo», aseguró.

«Lo del botellazo fue una situación muy desafortunada. Fue un accidente inesperado, ni siquiera estaba mirando hacia arriba. Sentí un golpe muy fuerte en la cabeza, fue un gran impacto. Después recibí atención médica. Pasé media hora, una hora con náuseas, mareos, sangre, un montón de cosas diferentes. Conseguí dormir bien, aunque tuve dolores de cabeza. Al día siguiente me sentía bastante bien, así que pensé que no iba a tener ningún problema en el partido», explicó.

Y cerró: «Tal vez esté bien. Tal vez no. La forma en que me sentí en la cancha hoy fue completamente como si un jugador diferente se hubiera puesto mis zapatos. Sin ritmo, sin tempo, sin equilibrio en ningún tiro. Es un poco preocupante».

La prioridad de Djokovic es su salud, aunque su preocupación va más allá. Porque en una semana arranca Roland Garros, el segundo Grand Slam de la temporada y uno de los grandes objetivos de un 2024 en el que aún no conquistó ningún título (ni jugó una final).

Pero tras la inesperada caída en Roma, con un rendimiento muy por debajo del habitual y las dudas sobre si el golpe podría haber tenido algo que ver con esa versión que se vio en cancha, el serbio dejó en el aire su presencia en Bois de Boulogne, donde debe defender el título. No la puso en duda explícitamente, pero tampoco la confirmó.

«Voy a chequear con un médico y después veremos. Todo tiene que cambiar si quiero ganar Roland Garros», afirmó.



Fuente Clarin

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