Todavía hay hinchas que siguen yendo a la cancha y recuerdan cuando el arquero podía tomar la pelota con las manos tras el pase de un compañero. O los que vieron en escena a la pelota con tiento. También existe al menos una generación en el fútbol argentino que, más allá de la trampa de los neutrales o la «magia» la Copa Argentina, solo vio en YouTube canchas con tribunas abarrotadas por el público de los dos equipos.

Para los nostálgicos y aquellos que sueñan con la experiencia inédita, hay una mala noticia: nadie -o muy pocos- reclaman por la vuelta del público visitante. Para algunos clubes, convertirse en anfitrión implica dejar afuera hinchas propios. No hay reciprocidad entre instituciones, más allá del protocolo para la delegación oficial que brinda el local.

Según se saque la cuenta, en la Argentina el fútbol se juega solo con público local desde hace al menos 17 años si se toma como parámetro al Ascenso y 13 -se cumplieron el 21 de agosto de 2024- si la referencia es la Primera División, más allá de alguna experiencia esporádica. En ambos casos, la decisión estuvo motivada por asesinatos.

Se esperaba que la medida fuera transitoria, pero pasaron décadas y no hubo solución para levantar la veda. Sin embargo la excepción es para los partidos de torneos organizados por la Conmebol o la Copa Argentina que gestiona la AFA en conjunto con la empresa Torneos.

El razonamiento de los hinchas en una bandera. Foto: Juan Manuel FogliaEl razonamiento de los hinchas en una bandera. Foto: Juan Manuel Foglia

Nunca el debate interno por el retorno de los visitantes quedó asentado en actas. La discusión siempre tuvo estatus de pasillo y al entonces presidente de la extinta Superliga, Mariano Elizondo, le sorprendía que el tema no formara parte de las reuniones de Comité Ejecutivo y rompió el hielo.

«El tema estaba caliente en las conversaciones previas a la reunión en sí. En un momento un club grande le estaba pidiendo a otro recién ascendido una cantidad de entradas para su gente, pero sin reciprocidad en el siguiente torneo. Entonces para ordenar la discusión cuando comenzó la reunión pregunté si se quería incluir el tema visitantes a la discusión. Nadie levantó la mano», le recordó Elizondo a este diario.

La cosa no cambió. Disuelta la Superliga y reemplazada por la Liga Profesional, en ninguno de sus boletines consta el tratamiento de los dirigentes del fútbol de Primera División para que regrese el público visitante.

Los visitantes, en las copas

En 2016 hubo una experiencia piloto: cada jurisdicción garantizaba el operativo para que al menos una tribuna cobijara a los visitantes. Así en Mendoza se jugó un Godoy Cruz-Boca con ambas hinchadas, como en Buenos Aires Banfield-Estudiantes o Aldosivi-Vélez.

Hinchas de Boca visitantes en Mendoza ante Godoy Cruz, en Mendoza. Foto: José Sánchez (archivo)Hinchas de Boca visitantes en Mendoza ante Godoy Cruz, en Mendoza. Foto: José Sánchez (archivo)

Más allá de la experiencia esporádica, la configuración de estadios con público de ambos equipos se reservó a las copas que organiza Conmebol y la Argentina, competencia oficial de AFA, paralela al resto de las categorías que organiza.

Por más extraño que suene, estos últimos partidos se juegan en estadios neutrales y alejados a los puntos de origen de los protagonistas, obligando a desplegar operativos de Policía interjurisdiccionales con una logística que lleve por rutas diferentes a los hinchas.

Todo es posible tras un cambio de paradigma: se blanqueó a «los violentos» y les pusieron reglas de juego. Existe una política de Seguridad que está aceitada a nivel nacional y provincial, que nació con el propósito de terminar con la violencia pero lleva más de una década administrándola.

El blanqueo rebautizó a la barra brava, que mutó a hinchada caracterizada y puede tener caracter de «oficial». En la jerga de Seguridad, hay «barras oficiales». Es un grupo de personas que se mueve en grupo, en algunos casos asociados al club, recibe entradas y ocupa la parte central de la tribuna anteriormente conocida como «local». Muy parecido a cómo se describía a las barras hasta la década del 90.

Barra oficial vs barra disidente

Bandera contra Loquillo, una vieja interna con Bebote Álvarez en la barra del Rojo. Foto: MARCELO CARROLL 
Bandera contra Loquillo, una vieja interna con Bebote Álvarez en la barra del Rojo. Foto: MARCELO CARROLL

Para pertenecer a ese grupo, es condición indispensable no estar en la lista de derecho de admisión del programa Tribuna Segura, que cruza los datos del Registro Nacional de las Personas (Renaper) y los de prohibición de concurrencia de cada distrito.

Existe entonces una administración de la violencia, porque la barra oficial necesita no estar en el padrón de admisión e intenta que su comportamiento se adapte al sistema, que en definitiva la protege: cuando una barra no oficial pretende copar la tribuna, lo hace con violencia y pasa a ser blanco de la Policía.

Nacen las internas y la Policía debe sostener o multiplicar el número de efectivos afectados a los operativos para evitar las emboscadas. El público que no pertenece a la barra oficial ni extraoficial, es sometido a un doble cacheo y suele dejar los paraguas, encendedores o envases de bebidas en plástico o cartón, como parte de la lucha de los organismos de seguridad contra la violencia.

¿Por qué no vuelven los visitantes?

Jactancioso como buen cordobés, el ministro de Seguridad de la provincia mediterránea, Juan Pablo Quinteros, festejó meses atrás que el Superclásico se pueda jugar con hinchas visitantes solo en el Bernabeu o el Kempes, en alusión a la final de la Copa Libertadores jugada en Madrid y los cuartos de final de la Copa Argentina en Córdoba.

El modo en que se distribuyeron los hinchas de Boca y de River en el Kempes.El modo en que se distribuyeron los hinchas de Boca y de River en el Kempes.

Los hinchas y las barras oficiales de cada club viajaron por distintas rutas y por la ingeniería del estadio cordobés, tampoco se cruzaron en los ingresos. ¿Puede entonces Córdoba organizar su fútbol con ambas parcialidades?

«No, de ninguna manera. Pero sí podría garantizar que cada partido que se juegue en el Kempes sea con las dos hinchadas», admite Quinteros ante Clarín, quien no autoriza diversidad de públicos, por ejemplo, en la cancha de Belgrano, por las características de la cancha del Barrio Alberdi.

¿Si los organismos de Seguridad habilitan a los visitantes, qué harían los clubes? Depende cuales: Boca, River, Independiente, Racing, Newell’s, Rosario Central, Belgrano, no quieren otros hinchas en su casa que no sean los propios, que alcanzar para llenar y en algunos casos, quedan afuera. ¿Y Talleres? Tiene la cantidad de socios para cerrarla a su público, pero otra lógica.

El presidente de Talleres, Andrés Fassi, había pensando en algo más ambicioso que los 3.500 para River en la Copa Libertadores: ofreció un ida y vuelta pero con 10.000 espectadores con reciprocidad que no prosperó. Ahora tiene en mente habilitar un sector para el público de Belgrano en el próximo clásico de la fecha 17.

«Veremos q sucede… Talleres siempre apuesta por un fútbol con las dos hinchadas ¡Ese es el verdadero fútbol que quiere el hincha! Y que Talleres pueda ir a todos los estadios de visitante. En los seis años q llevamos en Primera hemos jugado más de 20 partidos con visitantes de Boca, River, clásicos con Belgrano, Independiente, San Lorenzo y Libertadores», se jactó Fassi ante Clarín.

«Sabiendo que nosotros ya tenemos 75 mil socios y llenamos solos el Kempes, es también pensar en nuestros hinchas y en todas las hinchadas cuando vamos de visitante», completó el presidente de la T que confirma que, igual que en la época de la Superliga, ese debate no se da en las reuniones de Comité Ejecutivo.

Aunque no todos piensan como Fassi, la mayoría también quiera aprovechar las oportunidades de recaudar un plus con el público visitante. Aunque no fomenten el debate, es fácil distinguir quienes son. Basta con anotar cuales son las instituciones que fingen captar al público «neutral», eufemismo de los visitantes, dispuestos a pagar por una platea, varias veces más que el valor de una popular de precio regulado.



Fuente Clarin

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