Lejos quedó aquel momento en el que las muletas (y su mujer Coty Sfeir, ahora madre de sus dos hijos) eran su sostén, el control remoto de la TV una de sus pocas actividades y las preguntas sin respuesta sobre el «¿por qué?» se repetían en su cabeza.
Sus gambetas ya no servían y entonces hizo un clic. «Quería vivir, salir del sillón, dejar las muletas y a pensar en el futuro. No quería ser un inválido con 30 años y empecé a valorar más la vida», le dijo a TyC Sports en 2021.
“Hice varios cursos de DT en España y me gustó. Todavía no sé si sirvo o no. Es algo que me gustaría probar y ver cómo sale”, explicó en alguna entrevista antes de sumarse al cuerpo técnico de Diego Giustozzi, justo antes de las Eliminatorias 2016. Vaya si sirvió.
Matías Lucuix ahora es el cerebro de la Albiceleste. El líder de una Selección que durante una década tuvo cambio de DT, jugadores que ya no están, otros que se sumaron, pero una esencia que no cambió. «Creo que soy un entrenador más táctico que de gestión, pero cambié mucho para centrarme en las personas. Trato de que haya una retroalimentación entre lo que sienten los jugadores, porque te miden todo el tiempo», confesó.
En el podcast «Directores Deportivos», el DT de 38 años reveló la fórmula de una Selección que, desde los resultados pero también desde una forma de competir, se sienta en la mesa de las mejores de la historia del deporte argentino. «Valores y reglas claras, desde 2015», confió Lucuix, que hoy está acompañado en su staff por el PF Esteban Pizzi, los analistas Pedro Baiza y Mariano Gómez y dos campeones del mundo como Damián Stazzone y Santiago Basile. Sí, parecido a la Scaloneta, ¿no?.
Así, casi sin pensarlo, creó su propia teoría de la retroalimentación para mantenerse en la cima de este deporte casi ininterrumpidamente. «En la elite, estamos continuamente en la cornisa emocional, en la que tenemos que demostrar la ambición de querer seguir ganando. El que ganó, quiere seguir estando ahí, quiere seguir viviendo esos momentos. Es algo muy bonito, pero es una noche. Cuando perdés, como en la final del Mundial 2021, lloramos todos. No querés volver a pasar por eso, sino llorar, pero de alegría».
El domingo, confesó, será su «revancha personal». Una más para un ejemplo de superación y de trabajo al servicio de la camiseta argentina.