El ciclo de Martín Demichelis llegó a su final. La sucesión está en marcha. Para la dirigencia de River, en este momento, hay un único nombre: Marcelo Gallardo. Y el Muñeco tiene ganas de dejar el bronce de lado y volver a la acción, por lo que ya se está trabajando en su regreso.
La motivación que Gallardo encuentra para bajarse de la estatua y ponerse nuevamente el saco de entrenador tiene que ver en primer lugar con su sentimiento hacia River. Desde que llegó al club, con 12 años, el oriundo de Merlo nunca estuvo más de cuatro temporadas fuera de la institución. Y si bien por su cabeza una posible vuelta estaba pensada para más adelante, los hechos se adelantaron.
Después de su fallido paso por el fútbol árabe, Gallardo volvió a la Argentina y decidió quedarse en el país, cerca de su familia, sobre todo de su papá, Máximo, quien se encuentra en un delicado estado de salud, más allá de que en las últimas semanas tuvo una mejoría.
Al Muñeco, por su forma de ser, no le gusta estar mucho tiempo hibernando. Quiere trabajar. Y si es River el que llama, cómo decirle que no. De hecho, por más que quisiera, no pudo cortar el cordón. Sabe todo lo que pasa en el club con lujo de detalles. Y cada vez que podía iba al RiverCamp a ver a su hijo Santino en las Inferiores y a la categoría que dirige su cuñado, Jonathan La Rosa.
“Necesita estar cerca de los hinchas de River y sentir el afecto”, dice alguien que lo conoce bien. Por eso, no es de extrañarse que, el “Muñeeeecooo, Muñeeeeeccooo” que seguramente sonará durante el partido con Sarmiento en el Monumental este domingo a la tarde, sea el corolario que selle su regreso.
De todos modos, esa afirmación vendrá acompañada de una única condición. ¿Cuál? El manejo absoluto del fútbol. Por eso, su desembarco podría producir cambios en la estructura de la secretaría técnica y de todo lo que engloba al plantel profesional.
Para citar un ejemplo: los jugadores que puedan llegar los decidirá él, sin intervenciones. Ni siquiera por una sugerencia de Enzo Francescoli, a quien igualmente quiere y respeta y seguirá formando parte del equipo de trabajo.
En tanto, no se sabe todavía qué pasará con Leonardo Ponzio. Y, por otro lado, Marcelo Barovero podría sumarse como entrenador de arqueros al equipo de trabajo de Gallardo.
Jorge Brito, el presidente del club, se puso al frente de la negociación. Y marcó el teléfono del Muñeco, luego de que el ex técnico de River diera señales positivas a través de interlocutores en común para entablar conversaciones.
Las charlas, por ahora, son a distancia, ya que Gallardo se encuentra en Mendoza, donde el sábado estuvo viendo la victoria de Independiente Rivadavia sobre Independiente. En el equipo mendocino está su hijo Nahuel. Y las cámaras captaron su ingreso al estadio Bautista Gargantini. “Si me preguntabas hace dos meses, te decía que no. Pero ahora todo cambió”, aseguró un allegado a Gallardo sobre su encaminada vuelta a River.
Entonces, no hay mucho más que hablar. Si todo va bien, el Muñeco será anunciado este lunes tras la reunión de Comisión Directiva y la intención es que el martes, luego de que el técnico llegue de Mendoza (tiene vuelo de regreso para ese día a la mañana) sea presentado y dirija la primera práctica.
Su arribo descomprimirá la presión popular de la tribuna (y en las redes sociales) que ya empezaba a salpicar a la dirigencia dada la crisis futbolística del ciclo Demichelis. A su vez, la angustia se transformará en ilusión y esperanza. Sobre todo, a menos de tres semanas de jugar contra Talleres de Córdoba por los octavos de final de la Copa Libertadores.
Una situación similar pasó en River hace 29 años cuando Alfredo Davicce, entonces presidente, cesanteó a Carlos Babington y llegó Ramón Díaz, a 18 días de jugar ante Vélez por un duelo de cuartos de final del máximo torneo continental, en 1995.
Es que la historia es cíclica. Y el sábado, justo a 10 años del debut oficial de Gallardo como entrenador de River, tras acordar la salida de Demichelis, empezó a gestarse el segundo ciclo del Muñeco.