La muerte de Juan Izquierdo duele, genera preocupación y activa los -malos- recuerdos. No es común el fallecimiento de un futbolista durante un partido porque los controles en el alto nivel son cada vez más exhaustivos. Pero suceden y conmocionan, como ocurrió con el defensor uruguayo de 27 años en el duelo entre San Pablo y Nacional en Brasil. Afortunadamente, no existen casos resonantes en juegos de Primera División A en Argentina, aunque sí hay registros tras los duelos o durante los entrenamientos. El acontecimiento más rememorado tal vez sea el de Oscar Víctor Trossero.
A Trossero le decían Nito y jugaba en River de delantero cuando la muerte lo encontró. Había surgido en Boca, no tenía parentezco con Enzo Trossero y usaba un bigote que lo distinguía. El 12 de octubre de 1983, después de un partido contra Rosario Central, en Arroyito, Nito cayó fulminado en el vestuario y nunca más se levantó. Los médicos de River explicaron que fue «un derrame cerebral por estallido de un aneurisma que produjo la ulterior crisis cardíaca». Su viuda fue indemnizada por el club porque la justicia laboral determinó que se trató de un accidente de trabajo.
«Después de aquel partido del año 83 con Central, en Rosario, se me acercó Trossero y me dijo: ‘Doctor, me duele acá’. Y me señaló el esternón. Siguió caminando, se metió bajo la ducha y unos segundos después se desplomó. Muerte súbita. Al lado suyo estaba Mostaza Merlo. Fue terrible», contó tiempo después Roberto Cacho Paladino, entonces médico de River.
En noviembre de 2004, el fallecimiento de Lucas Molina enlutó al fútbol argentino. El por entonces arquero suplente de Independiente murió en la madrugada del día 28 de un paro cardíaco. Tenía 20 años y días antes había estado en el banco en Avellaneda, donde su equipo empató 2 a 2 con Estudiantes, por la decimoséptima fecha del Torneo Apertura.
Molina, quien también integró los seleccionados juveniles argentinos, se comenzó a sentir mal en la casa de su novia, en Berazategui. Lo llevaron de manera urgente al Hospital Ernesto Sábato, donde ingresó sin vida.
Un poco más acá en el tiempo, dos sucesos paralizaron el fútbol del ascenso. El 28 de agosto de 2013, Héctor Sanabria cayó en la mitad de la cancha a los 29 minutos del primer tiempo de Laferrere-Lamadrid. El delantero de Lafe tenía 27 años y al día siguiente hubiese cumplido 28. Cuando ya lo habían trasladado al hospital Teresa Germani, falleció de un paro cardiorrespiratorio. El árbitro Hernán Mastrángelo suspendió el partido en la segunda parte tras enterarse de la noticia.
El 24 de mayo de 2015. El defensor Cristian Gómez, de Atlético Paraná, se desvaneció en Corrientes, a los 32 minutos del primer tiempo, durante el partido contra Boca Unidos por la Primera B Nacional. Tenía 27 años y falleció camino al hospital Escuela «José Francisco de San Martín.
A Gómez le decían Patulo y era oriundo de Rafaela (Santa Fe). Fue un caso de muerte súbita. El club informó que «estaba en buenas condiciones físicas» y que «hace poco más de un mes todo el plantel fue sometido a los estudios de rigor». No hubo en ese chequeo médico señales de alarma.
En 2022, Atlético Tucumán tuvo que transitar por dos tragedias. El 16 de junio, Fabricio Navarro, jugador de la categoría 2001 que militaba en las divisiones formativas del club, murió luego de sufrir un infarto mientras dormía. El joven tenía 21 años y era delantero. Después de un entrenamiento, regresó a su domicilio, merendó y se acostó para dormir la siesta. Nunca despertó.
El 29 de noviembre, en tanto, el colombiano Andrés Balanta falleció luego de descompensarse durante el segundo entrenamiento de pretemporada que realizaba el equipo que por entonces comandaba Lucas Pusineri. El cuerpo médico del club trató de reanimar al futbolista de 22 años durante varios minutos, pero las maniobras no dieron resultado. El deportista murió al llegar al hospital Centro de Salud, ubicado en la capital del Jardín de la República.
Los casos internacionales
Sin dudas, el fallecimiento dentro de una cancha más recordado es el del africano Marc Vivien Foe. Al mediocampista la muerte lo encontró el 26 de junio de 2003, mientras él y su seleccionado de Camerún enfrentaban a Colombia por un lugar en la final de la segunda competición de la FIFA. Iban 27 minutos del segundo tiempo cuando cayó al piso para no levantarse más. Fue un suceso televisado en vivo para todo el mundo. Trataron de reanimarlo. Lo sacaron en camilla. Murió pronto. La segunda autopsia contó la razón escondida: una deficiencia cardíaca, miocardiopatía hipertrófica.
Foe jugó en Lens, West Ham, Olympique de Lyon y Manchester City. Tras el deceso, Lens retiró la camiseta número 17 y el City la 23, las que usaba el camerunés.
El 25 de enero del 2004, el húngaro Miklós Fehér también murió dentro del campo de juego. Fue en un partido entre el Benfica, su equipo, y el Vitoria. Luego de recibir una tarjeta amarilla, mientras volvía a ocupar su lugar con una sonrisa en los labios, cayó inconsciente. Y a pesar de la desesperación por reanimarlo no hubo nada que hacer. Luego se supo que había sufrido un tromboembolismo pulmonar.
Otro caso que sacudió al fútbol español fue el de Antonio Puerta, quien jugaba en el Sevilla. Todo comenzó el 28 de agosto del 2007, cuando el defensor se desmayó en un partido de Liga frente al Getafe. Tras salir del campo, fue internado por precaución, pero tres días después falleció a causa de una encefalopatía postanóxica y un fallo multiorgánico. Tenía apenas 22 años.
Dani Jarque fue otro de los futbolistas que fallecieron en la plenitud de su carrera. Fue a los 26 años cuando era el capitán del Espanyol de Barcelona que conducía Mauricio Pochettino. El defensor murió de una asistolia mientras hablaba por teléfono con su novia en un hotel en Italia, donde el conjunto catalán estaba de pretemporada. Fue el 8 de agosto de 2009.
En marzo de 2013, el defensor italiano Davide Astori, capitán de la Fiorentina, murió a los 31 años en un hotel de Udine, donde su equipo debía disputar este domingo un partido de la Serie A. Llegado a la Fiore en 2015, Astori compartía equipo con los ex River Germán Pezzella y Giovanni Simeone.
Nacido en el pueblo de San Giovanni Bianco, en la provincia de Bérgamo en 1987, y formado en el Milan, Astori jugó la mayo parte de su carrera en el Cagliari y luego pasó a la Roma, antes de fichar por la Fiorentina en 2015. Jugó 14 partidos con la selección y convirtió un gol: el primero de su equipo en el 2-2 ante Uruguay por la Copa Confederaciones de 2013.