Un sudor frío recorrió el cuerpo de muchas personas que observaron el miércoles el desenlace del combate que Jonathan Ariel Sosa perdió por nocaut ante el estadounidense Terrence Williams en Plant City (Florida). Después de horas de incertidumbre, el bonaerense regresó este viernes al país y así cerró una excursión que había nacido reñida con la normativa deportiva vigente en el país.
Un certero gancho de zurda a la mandíbula envió al tapiz a Sosa cuando solo habían transcurrido 67 segundos de acción en el Centro de Eventos de ProBox TV, la plataforma encargada de la transmisión de la velada. Tan concluyente fue la caída que el árbitro Michael DeJesús ni siquiera inició el conteo y convocó enseguida al médico de ring. Sin demoras, Sosa fue trasladado a un centro de salud en Plant City.
“El último recuerdo que tiene es haber recibido un par de golpes en la nuca durante la pelea. A partir de ese momento, tiene un bache de consciencia hasta el momento en que lo estaban atendiendo en un hospital”, contó el periodista Sergio Pepe, quien el jueves pudo comunicarse brevemente con Sosa durante una escala en su viaje de regreso a Buenos Aires.
Efectivamente, el argentino recibió al menos dos impactos en la nuca durante el primer minuto de pelea. Si bien nunca debe minimizarse el potencial efecto de ello, Sosa no pareció condicionado y continuó intercambiando después del último golpe en esa zona. De todos modos, los estudios a los que seguramente se someterá en estos días arrojarán claridad sobre su estado de salud tras este nocaut, que fue el sexto que sufrió en su carrera y el tercero en sus últimas cinco presentaciones.
Esas cinco presentaciones fueron en Estados Unidos, donde el púgil nacido hace 33 años en San Martín edificó el último tramo de su carrera profesional, que se compone de 7 victorias, 17 derrotas y 2 empates. Su último combate en el país fue hace casi un lustro, el 20 de julio de 2019, cuando también fue noqueado por el rionegrino Saúl Huenchul en una velada organizada por Arano Box, la promotora del empresario Mario Arano, en el Complejo Deportivo Origone de Justiniano Posse, en Córdoba.
Después de que la pandemia de coronavirus pusiera en pausa el deporte en casi todo el planeta durante algunos meses, Sosa optó por buscar nuevas oportunidades fronteras afuera, donde la paga en dólares (por más que no sean demasiados) funciona como un seductor anzuelo para muchos boxeadores. Pero, al igual que varios colegas, hizo todos sus viajes sin autorización de la Federación Argentina de Boxeo (FAB).
Cualquier boxeador que desee combatir fuera del país debe presentar, personalmente o a través de su mánager, un pedido de autorización en la FAB al menos siete días antes de la pelea. El reglamento del organismo establece que la solicitud debe incluir una serie de requisitos como los datos del rival, del promotor que organiza la velada y del director técnico o segundo que lo acompañará durante la contienda.
Entre los requisitos indispensables que establece la FAB, uno es haber sido fondista. Esa condición se puede alcanzar tras haber realizado al menos tres combates a seis asaltos y otros tres a ocho. Cuando Sosa viajó por primera vez a Estados Unidos, no cumplía con ese requisito, pues solo había peleado dos veces a ocho rondas: contra el tresarroyense Gustavo Lemos en noviembre de 2017 y ante el juninense Juan Nicolás De León en abril de 2019.
Tampoco cumplía con la exigencia de contar con un récord con al menos un 50% de pleitos ganados: solo había logrado 7 triunfos en 21 presentaciones (registraba además 12 derrotas y 2 empates). Su última victoria había sido (y sigue siendo) el 20 de mayo de 2017, cuando batió por puntos en cuatro rounds a Esteban Rocabado en el Club Almafuerte de San Martín.
Sin haber hecho el pedido de autorización reglamentario, Yoni trepó el 12 de marzo de 2021 al cuadrilátero montado en el mismo escenario en el que cayó el miércoles para enfrentar al debutante cubano Alayn Limonta, un joven prospecto que había tenido una buena carrera amateur juvenil en su país, en un pleito encuadrado en la categoría superwélter (hasta entonces, el argentino había hecho toda su carrera entre las divisiones superligero y wélter).
Aquel día, Sosa, quien acumulaba seis derrotas consecutivas y ocho en sus últimas nueve presentaciones, fue noqueado en el tercer asalto por Limonta. Como consecuencia de ese viaje, el Tribunal de Disciplina de la FAB canceló su licencia profesional por seis meses por haber combatido en el exterior sin permiso del organismo y por “baja performance”, según consignó en su reporte mensual.
Once meses después de que aquella pena se extinguiera, pero nuevamente sin autorización de la FAB, el bonaerense aterrizó en Bridgewater (Massachusetts), donde completó los seis asaltos pactados en un pleito con intensos intercambios ante Mike Ohan, quien tenía un récord de 15 victorias (9 por nocaut) y solo una derrota. A su regreso, recibió una nueva suspensión de seis meses.
Dieciséis días antes de que expirara esa sanción (vencía el 6 de febrero de 2023), Sosa volvió a combatir en Estados Unidos: fue noqueado en el segundo asalto por el invicto local James Perella, quien hasta entonces había ganado sus 12 peleas (siete por la vía rápida), en Boston. Y repitió el pasado 21 de octubre en Fall River (Massachusetts), donde cayó por puntos tras seis asaltos con el dominicano Víctor Reynoso.
Después de cuatro incumplimientos a su normativa, el 11 de enero el Tribunal de Disciplina de la FAB le aplicó una suspensión de un año, retroactiva al 21 de octubre de 2023. Esa pena todavía estaba vigente cuando el miércoles subió al cuadrilátero para enfrentar a Terrence Williams en Plant City.
La irregular situación administrativa de Sosa adquirió una inhabitual visibilidad en espacios que frecuentemente prestan escasa o nula atención al boxeo por la sobrecogedora escena del nocaut del que fue víctima y porque se produjo en una cartelera transmitida a todo el mundo a través de la plataforma Probox TV. Sin embargo, no es un hecho aislado.
En su último reporte mensual, publicado el jueves, la FAB informó que había 16 púgiles suspendidos por haber combatido fuera del país sin autorización, entre ellos algunos con robusta experiencia como el excampeón sudamericano pluma Alan Luques Castillo, la múltiple retadora mundialista Yamila Reynoso y el exmonarca argentino y sudamericano pesado Leandro Robutti.