Bien picante fue el debut del deporte argentino en los Juegos Olímpicos de París. Fue un arranque cargado de drama, escándalo y polémica en Saint-Étienne, donde el seleccionado Sub-23 de fútbol perdió ante Marruecos en un partido insólito, en el que se vieron proyectiles volando desde las tribunas, se tiraron bombas de estruendo y hubo invasión de cancha de los hinchas africanos tras un agónico gol con el que los dirigidos por Javier Mascherano marcaron el empate 2-2 en el decimosexto minuto de descuento, pero que luego fue invalidado.
Y fue un comienzo lleno de silbidos y abucheos para Los Pumas 7’s en el Stade de France colmado de público local, que no se cansó de alentar en contra de los albicelestes. En síntesis, una jornada en la que Argentina fue el enemigo número uno en tierras francesas.
Las razones de la hostilidad hay que buscarlas en el Mundial de Qatar, en los bailes de Emiliano Dibu Martínez en los penales y por la polémica que desató el festejo que transmitió en vivo por redes sociales Enzo Fernández tras la obtención de la Copa América en Estados Unidos.
En Saint Éttiene no se sintió la bronca para con los argentinos hasta momentos previos al partido. A diferencia de los parisinos, los vecinos de la ciudad en la que debutó el elenco que comanda Javier Mascherano se mostraron cordiales y anfitriones. Pero todo cambió en el estadio Geoffroy Guichard. El primer indicio fue cuando los arqueros argentinos salieron a hacer la entrada en calor: una cortina de silbidos se hizo presente.
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Cuando los jugadores salieron a calentar, cientos de fanáticos marroquíes comenzaron a abuchearlos.
Ya con el estadio repleto, la silbatina fue unánime y ensordecedora al momento del himno de Argentina. Una señal de alerta de encendió porque ya no se trataba de el simple folclore del fútbol o de la euforia propia de los africanos.
Existe una particularidad: son más de un millón los marroquíes que viven en Francia. Y bastante más: la figura nacional, Achraf Hakimi, defiende los colores de París Saint Germain.
Entonces, es posible que los marroquíes hayan unido fuerza con los franceses para repudiar a los argentinos. «Los festejos de Enzo Fernández cuando ganaron la Copa América no cayeron bien en Europa», comentó un periodista marroquí en perfecto español.
Y no fueron solo silbidos los que se hicieron presente en el estadio de Saint-Éttiene: arrojaron un par de bombas de estruendo -una cayó cerca de Mascherano- y tiraron muchísimos proyectiles durante el festejo del empate de Cristian Medina que luego fue anulado por el VAR.
También en la delegación argentina alzaron la voz por el robo a Thiago Almada en el predio donde practicó la Selección. «Entraron al entrenamiento y nos robaron. A Thiago Almada le faltaba el reloj, anillos, todo. No quisimos decir nada. Después acá te piden dos millones de credenciales para pasar de una sala a la otra», contó Mascherano. Y siguió: «Sorprenden las cosas que pasaron, pero hay que seguir para adelante».
«En la cancha había 40.000 personas y 39.500 estaban en contra nuestro. Al fin y al cabo estamos en un país que es el que es y nosotros somos Argentina«, sumó el arquero Gerónimo Rulli.
Más: familiares de los futbolistas también se quejaron por algunos tratos recibidos, especialmente en París.
«Siento que los franceses le tienen bronca a los argentinos», contó Lumini, una chica de 25 años oriunda de Sri Lanka y admiradora de Lionel Messi y de Argentina por herencia del padre, fanático de Diego Maradona. «No me quise poner la camiseta de Leo porque sabía que podía pasar algo. Solo me animé a pintarme la bandera celeste y blanca en la cara», dijo desde los alto de una de las tribunas.
Silbidos que motivaron a Los Pumas
En París, el Stade de France, ese estadio emblemático del rugby mundial que tiene una capacidad para 80 mil personas, fue una caldera. Porque fueron casi 80 mil personas -hubo algunos grupitos de argentinos en algunos rincones- las que empujaron siempre en contra de Los Pumas en los partidos que los dirigidos por Santiago Gómez Cora jugaron en la primera jornada del torneo.
Lo que ocurrió cuando los jugadores argentinos pisaron por primera vez el campo de juego impactó. Porque la silbatina bajó desde todos los sectores de las tribunas y generó un murmullo ensordecedor que dejó claro el favoritismo de los espectadores. Por si quedaban dudas, lo que ocurrió durante los duelos ante Kenia y Samoa lo confirmó.
Cada vez que un argentino tomaba la pelota, frenaba un rival o se acercaba al ingoal para anotar un try, se escuchaba un abucheo generalizado y tantos silbidos que ahogaban cualquier otro ruido. Cuando los del equipo contrario alimentaban su marcador, lograban un buen tackle o forzaban el error ajeno, el aire se llenaba de aplausos y celebraciones. Y no faltaron los cantos de alientos para el país africano y el oceánico, siempre con acentos bien franceses. Es más, los hinchas albicelestes que suelen hacerse sentir, incluso en climas muy hostiles, pasaron completamente desapercibidos.
¿Lo sufrieron Los Pumas? No. Al contrario, se lo tomaron con buen humor.
«Cuando entramos a la cancha fue algo llamativo. No me los esperaba. Sinceramente no me había planteado la posibilidad de que estuviera todo el público en contra nuestra, más cuando no jugábamos contra Francia. Igual a nosotros nos gusta, lo disfrutamos de alguna manera. Y una vez que empieza el partido, se acaba. Estás tan metido en el juego que eso no termina siendo tan importante», comentó Gastón Revol, emblema del seleccionado.
Y agregó: «Quizás es por la final del Mundial o por lo que pasó después de la Copa América por el video de Enzo Fernández. Creo que es el resultado de la pica que se generó. No me esperaba que nos recibieran así, pero es folclore, es una parte del deporte y es irrelevante para lo que estamos haciendo en el partido».
Marcos Moneta comentó: «A mí me divierte. Cuando estaba sentado en el banco los sentía, porque no estás tan concentrado como cuando estás jugando. No sé si deben tener bronca por Messi, por el Mundial… Ya hemos jugado con público en contra y hemos jugado contra locales muchas veces en otros torneos y sabemos lo que eso significa. Sabemos el ambiente que se vive, más en un estadio tan grande como este. Pero no le ponemos mucha energía a ese tema».
«No entiendo la reacción del público francés, por qué lo trasladan de un deporte al otro. Pero está bueno que pase, porque si no hay emociones no hay sentimientos y si no hay sentimientos no hay juego, entonces parte del juego es que haya emociones. Eso significa que hay una pasión detrás y eso está bueno, de eso vivimos», reflexionó Santiago Gómez Cora.
El entrenador argentino, además, aseguró que para los jugadores es una motivación más.
«A mí particularmente me gusta que haya aplausos o chiflidos, el medio no. Cuando hay un público apagado es aburrido. Cualquiera de los dos son un buen alimento. A los chicos les encanta. Aplausos o chiflidos son un aliciente, los dos por igual. Así que bienvenidos sean», comentó.
Aunque cerró con una frase de doble filo: «Es un tema de ellos, si están enojados es porque algo habremos hecho. Están dolidos».