«Piyin Bracamonte, devolvé los kilos, ni la fiscalía te va a salvar». La nota que se encontró en agosto pasado cuando Andrés ‘Pillín’ Bracamonte había sufrido el último de sus 29 ataques contra su vida -según reveló su abogado Carlos Varela en aquel momento- terminó siendo premonitoria a lo que ocurrió este sábado, cuando el líder de la barra brava de Rosario Central, después de la derrota ante San Lorenzo por la Liga Profesional, fue acribillado en cercanías del estadio Gigante de Arroyito.
«Tenemos que trabajar fuertemente en esclarecerlo», aseguró este domingo Luis Maldonado, jefe de la Policía de la provincia de Santa Fe, horas antes de reunirse con el ministro de Seguridad, Pablo Cococcioni, para analizar los pormenores del caso que mantiene en vilo a una ciudad.
Es que el crimen de Bracamonte, y de su ladero en la tribuna del ‘Canalla’ Daniel ‘Rana’ Atardo, puede provocar una escalada de violencia que dentro del club de Arroyito es difícil de proyectar hasta dónde puede llegar.
En el bulevar Avellaneda, apenas pasada la intersección con Reconquista y antes de llegar a Ibarlucea, la camioneta color blanca donde viajaban las dos víctimas fue atacada por dos personas a bordo de una moto. Las imágenes y los videos que recorrieron las redes sociales durante la madrugada del domingo son elocuentes. Incluso uno en el que se ve a Bracamonte siendo arrastrado hasta la guardia del hospital donde se constató su muerte.
Andrés Bracamonte “Pillín”, líder de la barrabrava de Rosario Central, fue asesinado tras el partido contra San Lorenzo, a pocas cuadras del estadio. Su vehículo fue tiroteado desde una moto, y en el ataque también perdió la vida Daniel Atardo “Rana” pic.twitter.com/ob5JmlfxqB
— Barra Brava Photos (@barrabravaphot) November 10, 2024
Pillín Bracamonte, de 52 años, tenía prohibido el ingreso al Gigante de Arroyito desde 2018, cuando antes de un partido por la Copa Argentina fue demorado en Lanús por repartir entradas de protocolo. Desde entonces la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide) impidió su ingreso a cualquier partido de fútbol. Sin embargo, a pesar de no poder ubicarse en el paravalancha, nadie en la tribuna de Rosario Central cuestionaba a quien lideraba la barra desde hacía 25 años.
Una muestra elocuente de su fuerza ocurrió durante el Mundial de Sudáfrica 2010. Pese a tener dos causas judiciales activas, Bracamonte pudo salir del país como parte de Hinchadas Unidas Argentinas (HUA), el círculos de barras que se organizó para viajar a alentar a la Selección Argentina en el único torneo grande que tuvo a Diego Armando Maradona como DT.
‘Pillín’ -socio de Central desde junio de 1998- fue uno de los 10 que apenas pisaron suelo sudafricano fueron deportados por sus antecedentes violentos. Su retorno a la Argentina fue caótico, algunos utilizaron máscaras para ocultar su identidad y otros atacaron a los periodistas que intentaban captar cómo salían del aeropuerto de Ezeiza.
¿Los Monos y una bandera que sirvió de anuncio?
Cuenta la leyenda que el eslogan «Siempre mono nunca sapo» lo acuñó la barra brava de Boca hace unos 20 años durante una seguidilla de violentos partidos con River en Mar del Plata, Mendoza y Núñez. La frase ya es una marca registrada: enmarca el dibujo de la cara de un gorila furioso que lleva un gorro tipo piluso con el número 12. Es parte del merchandising xeneize.
En lugar del número 12 en el gorro del gorila había un 17 y debajo del mono se leía la sigla «LMQ». La bandera, modesta en su tamaño, se desplegó luego de que, desde ese sector, se tiraran bombas de estruendo al campo. Llevaba como lema principal una frase claramente amenazante: «No respetamos a nadie».
Todo estuvo montado para mandar un mensaje… ¿Pero cuál? y ¿A quién?
Una primera lectura apunta a un homenaje, reivindicación, aviso de venganza por el crimen de Samuel Miqueas Medina (25), yerno de Ariel «Guille» Cantero y hombre con una relación de años con «Pillín» Bracamonte.
«El Gordo Samu» –como le decían a Medina- fue emboscado la tardecita del 1 de octubre cuando llegaba a su casa. Volvía en su Volkswagen Polo de ver el partido que Rosario Central le ganó a Vélez. Con él iban su sobrino y su sobrinita de 10 años. Lo atacaron sicarios en dos motos. «Samu» terminó con 16 balazos. Sus sobrinos se salvaron de milagro.
El crimen de «Samu» tuvo dos aristas iniciales en la investigación por el fiscal Luis Schiappa Pietra: que a Medina lo mataron en una disputa por el poder dentro de la barra de Rosario Central con la gente de Bracamonte; y que tanto él como «Pillín», baleado el 11 de agosto pasado, fueron objetivos de una venganza por un cargamento de cocaína «perdido».