Lo que toca primero es lo que corresponde: ser cortés. Van entonces las disculpas a las autoridades de la AFA, de la Liga Profesional y hasta de la Conmebol. Miles de veces se ha criticado (con justificación) a estos organismos por las malas organizaciones de los eventos. Pero todo aquello queda chiquito comparado con el escándalo mayúsculo y sin precedentes con el que comenzaron los Juegos Olímpicos de París 2024: Argentina-Marruecos dieron inicio al fútbol masculino en un partido que duró casi tres horas y media, que se creyó finalizado en empate por el gol agónico de Cristian Medina y que culminó con derrota 2-1 de los dirigidos por Javier Mascherano tras la revisión del VAR unos 120 minutos después de la acción analizada.

El final del duelo fue un caos que se paseó por todo el planeta. Fue impropio de tamaña celebración mundial. «Es el circo más grande que he visto en mi vida. Ni en un torneo de barrio pasa esto. La imagen final fue patética», disparó Mascherano. «Insólito», se sumó Lionel Messi desde sus vacaciones forzadas por la lesión en el tobillo, en Miami. «Pareció un partido amateur, no uno profesional. Fue vergonzoso y nos sentimos usados y maltratados», se acopló Gerónimo Rulli desde la zona mixta. «Es un papelón histórico. Nunca pasó algo así. Ni nosotros ni Marruecos lo queríamos seguir. Da impotencia», fueron las palabras del capitán Nicolás Otamendi.

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El partido fue interrumpido por la invasión de campo y la agresión a los argentinos luego del gol de Medina.

Cerca de la medianoche en París, Claudio Tapia exigió a través de sus redes sociales que la Comisión Disciplinaria de la FIFA tome «las medidas reglamentarias pertinentes y se imponga una sanción a quien o quienes corresponda». «Fue lamentable lo que nos tocó vivir a los argentinos», denunció Chiqui.

«Esperar casi dos horas en el vestuario para que, después de la invasión al campo de juego por parte de espectadores marroquíes y la violencia que sufrió la delegación argentina, nuestros jugadores tengan que volver a salir a hacer la entrada en calor y seguir jugando un encuentro que debió ser suspendido por el árbitro principal, es realmente un sin sentido que va contra las reglas de la competencia«, aseguró Tapia.

Claudio Chiqui Tapia anunció un reclamo oficial de la AFA contra la FIFA por el escándalo en Argentina vs Marruecos.Claudio Chiqui Tapia anunció un reclamo oficial de la AFA contra la FIFA por el escándalo en Argentina vs Marruecos.

Pero, ¿qué fue lo que pasó en el escandaloso Marruecos-Argentina? ¿Por qué se tardaron casi dos horas para definir si el partido seguía o no? ¿Quién dio la órden de seguir? ¿Tiene algún tipo de lógica todo lo que sucedió?

Las preguntas son difíciles de responder porque ni siquiera las autoridades de la AFA tuvieron muy en claro lo que pasó. Fue insólito que los jugadores hayan esperado casi dos horas para reanudar un partido al que le quedaban tres minutos. También fue llamativo ver calentar a los futbolistas 10 minutos para que luego jueguen apenas 180 segundos.

Las versiones son encontradas, por supuesto. «El partido nunca estuvo terminado. Así de simple. El árbitro lo demoró por las agresiones y por la invasión a la cancha», explicaron desde la FIFA a Clarín.

Conviene aclarar que la FIFA es coorganizadora del torneo junto al Comité Olímpico Internacional. Igual, en el estadio Geoffroy-Guichard no se observó a ningún trabajador identificado con la siglas de la FIFA en sus vestimentas. «La última palabra la tiene el COI. La reanudación tardó más de lo previsto porque se buscó que no queden hinchas en el estadio. El clima estaba pesado», ampliaron desde la casa madre del fútbol mundial.

Todo el caos se desató cuando el árbitro sueco Glenn Nyberg, que adicionó exagerados 15 minutos en el segundo tiempo, salió corriendo al vestuario luego de que los marroquíes se metieran en el campo de juego para consolar a los futbolistas rendidos en el piso por el agónico empate de Medina. «Al vestuario, al vestuario», contaron los argentinos que les dijo Nyberg. Ya una bomba de estruendo había explotado cerca del rostro de Mascherano y los pies de Julián Álvarez.

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Desde la tribuna le arrojaron una bomba de estruendo a los jugadores de Argentina durante el festejo de gol de Cristian Medina.

«Se terminó, se terminó», avisó Thiago Almada cuando se metió en el túnel arengando a los suyos. Una obviedad: a Argentina le sentaba muy bien ese empate luego de ir perdiendo 2-0 y no regalando una buena imagen futbolística.

Lo que pasó en los vestuarios -casi dos horas de total incertidumbre- cambia según quién cuenta la versión. La de Mascherano no se corresponde con la de la FIFA. «En todo momento nos dijeron que el juego estaba terminado y que era 2-2. Sé que hubo llamados con FIFA. La posición nuestra era no jugarlo más porque nos tiraron un millón de cosas, porque se paró el partido siete veces. No me pasó nunca como jugador que en un partido de este nivel falle siete veces la seguridad», dijo el DT. «No podíamos entender lo que estaba pasando. Si era offside, lo tendrían que haber cobrado rápido. Todos estábamos de acuerdo con que termine 2-2. Desde la organización nos dijeron que teníamos que salir a jugar porque el show debe continuar«, analizó Rulli.

Cuando la confusión era todo lo que reinaba, un cartel electrónico se publicó en las pantallas gigantes del estadio. «Su jornada está suspendida. Por favor, diríjase a la salida más cercana», se comunicó. Así, los miles de africanos y los poquitos argentinos abandonaron sus butacas analizando el empate y el escándalo.

El cartero electrónico en el estadio de Saint-Éttiene. REUTERS/Thaier Al-SudaniEl cartero electrónico en el estadio de Saint-Éttiene. REUTERS/Thaier Al-Sudani

Pero lo que se comunicaba en la zona mixta de la prensa era otra cosa. «El partido está demorado. Se va a reanudar cuando se vaya toda la gente, se va a revisar con VAR el último gol de Argentina. Quedan 5 minutos», le dijo a Clarín un integrante de la organización que mantuvo su versión a lo largo de las dos horas de espera. Algo avalaba la sentencia: los futbolistas seguían vestidos y sin bañarse, muy a pesar de que los capitanes Otamendi y Hakimi habían acordado no continuar.

Salieron entonces los protagonistas a la cancha a realizar la entrada en calor. Se reanudó sin hinchas y con no más de 20 periodistas, entre ellos una trabajadora marroquí que no paró de gritar desde los pupitres. No volvieron los alcanzapelotas y el banco de suplentes de Marruecos estaba repleto. De eso también se quejó Mascherano.

Fue al VAR Nyberg y anuló el empate de Medina por offside de Bruno Amione. Los de Marruecos lo festejaron como un gol y el eco se hizo gigante en el estadio vacío. Se jugaron otros 3 minutos y Argentina se repitió en estériles pelotas largas. Mascherano se retiró lanzando insultos al aire y los jugadores con la cabeza gacha y los diente apretados. Los vestidos de rojo se juntaron en la mitad de la cancha para celebrar un triunfo memorable. Los árbitros buscaron huir, otra vez. Un hombre de la organización se bancó con aplomo las recriminaciones argentinas.

Tal vez el partido de fútbol más insólito de la historia de los Juegos Olímpicos había llegado a su fin.



Fuente Clarin

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