En la tarde del 25 de junio de 1978, en el estadio de River, la Selección Argentina conquistó por primera vez la Copa del Mundo con la victoria de 3-1 en el alargue sobre Holanda (hoy Países Bajos). Se instalaba así a nuestra Selección entre las grandes del fútbol mundial, una distinción que se prolongó con el título de México 86 y el más reciente, en Qatar. Historias conocidas y siempre conmovedoras.

Uno de los héroes de aquella primera coronación se llamaba Luis Galván. Defensor central, un héroe silencioso, nunca aparecía entre las “luminarias mediáticas” ni había llegado precedido por un gran cartel. Pero su actuación –antes y después, pero también especialmente aquella tarde- fue sencillamente fantástica. Revisamos todas las crónicas del día después: “Luis Galván, 10”.

Galván en la Selección –sería el “2” inamovible hasta el Mundial siguiente- en España fue uno de los hallazgos que la conducción y organización de César Luis Menotti produjo para los equipos nacionales. En su caso concreto, de aquella innovación que resultó el “scouting” entre futbolistas del interior, de los cuales tres llegaron a la selección mundialista procedentes de Talleres de Córdoba (el mismo Galván, Oviedo y Valencia). Galván ya figuraba en las primeras convocatorias a juveniles o futbolistas del interior, como sucedió con los Juegos Panamericanos de México 75.

Passarella, Houseman, Olguín, Tarantini,  Kempes, Fillol, Gallego, Ardiles, Valencia, Galván y Bertoni.
Foto: TwitterPassarella, Houseman, Olguín, Tarantini, Kempes, Fillol, Gallego, Ardiles, Valencia, Galván y Bertoni.
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“A Luis Galván lo veníamos analizando desde hacía mucho tiempo. Roberto Saporiti, uno de los colaboradores más cercanos, lo conocía de Talleres y siempre me mantuvo informado. Después, en los entrenamientos y en los partidos, demostró que podía ser titular. Siempre tuvo buen manejo, anticipo y capacidad para ir arriba en el momento y tiempo precisos” justificó Menotti su elección en el plantel del 78.

Luis Galván salía, en algún aspecto, del biotipo de los “número 2”, los centrales, que la Argentina, y en general todo el fútbol, exhibieron por décadas: hombres recios en su estampa, en su personalidad y en su acción, que harían de su fortaleza física el eje de su puesto. Pierna fuerte e intimidante cada vez que fuera necesario. Roberto Perfumo, que le unía a esos tributos su inmensa calidad futbolística, se adueñó del “2” en la Selección a partir del Mundial del 66, fue un indiscutible durante casi una década, pero ya no estaba disponible para el proyecto del 78.

Entre las opciones que manejó Menotti por aquellos años figuraban Olguín (a quien finalmente ubicó como lateral derecho) y Piazza (jugaba en Francia, era uno de los pocos “extranjeros” que Menotti aceptaría traer y finalmente no pudo hacerlo por un accidente familiar). Ese “2” debía complementarse con uno de los baluartes, el capitán Daniel Passarella, y sobre todo cubrir a este en sus frecuentes proyecciones ofensivas. Roberto Mouzo, afianzado en Boca, era uno de los candidatos para el puesto.

“Lo de Piazza no pudo ser. Y recurrimos a Luis Galván porque se adaptaba mejor al funcionamiento que yo pretendía de la línea de cuatro defensores”, explicó Menotti en Así ganamos la Copa, su libro de memorias del Mundial.

Definido por el propio Menotti como “un tiempista”, Galván se convirtió en nombre fijo de la Selección hasta que ese ciclo –con el DT y varias de sus figuras- concluyó tras el Mundial de España, donde no pudo mantener el nivel anterior.

Luis Adolfo Galván nació el 24 de febrero de 1948 en Fernández, localidad a 30 kilómetros de la capital santiagueña. Jugó en las inferiores de Independiente de esa provincia y luego en Unión de la misma provincia, el mismo club donde había surgido el “Chango” Cárdenas. Talleres de Córdoba lo fichó en 1972 y allí llegó a jugar 534 partidos, es el futbolista con más presencia en la historia del club.

Galván disfrutó aquella época en Talleres y, entre tantas historias, varias son particulares. Por ejemplo, fue uno de los protagonistas del día del debut de Maradona en Primera en 1976 (cuando entró en Argentinos-Talleres). Y cinco años después, cuando Diego debutó en Boca, enfrentando a… Talleres por el Metropolitano, en la Bombonera.

Talleres vivió una de sus épocas más brillantes en la década del 70, se prendió varias veces en los primeros puestos. También sufrió la frustración de la final del Nacional, que cedió ante Independiente cuando sentía el título en sus manos, con tres jugadores de más…“Yo estaba mal anímicamente, me sentí muy cuestionado. Entonces me fui a mi pueblo por unos días, para estar con mi gente. Pero en febrero Menotti me cita para entrenar con la Selección, creo que fui uno de los últimos en ser llamado, después que Piazza no pudiera venir”, recordó.

También, en algunas entrevistas, recordó la resistencia que generaba su nombre en las convocatorias: “En realidad, no me conocían mucho. En la concentración, recibíamos los diarios pero yo no quería leerlos porque las críticas conmigo eran duras, después de los partidos preparatorios. Me ayudó mucho Rogelio Poncini, uno de los ayudantes de Menotti: ‘César te conoce, te tiene confianza. Sos el único que puede jugar al lado de Passarella y él te puede escuchar’”.

En el Mundial le tocó controlar delanteras peligrosas, experimentadas, las mejores de la época, aquellas que traían nombres como Bettega o Paolo Rossi (Italia), por ejemplo. Pero su rendimiento fue creciendo partido a partido, hasta la culminación, histórica, en el Monumental.

Llegó a jugar 34 partidos con la celeste y blanca.

Su gran etapa culminó luego del Mundial de España, también dejó Talleres. En 1983 se incorporó al proyecto que Amalita Fortabat había armado con Loma Negra de Olavarría, al año siguiente jugó en Belgrano de Córdoba y Central Norte de Salta. Y en 1986 lo hizo para el Bolívar de La Paz (Bolivia) en la Libertadores, donde alcanzaron semifinales. Volvió a Talleres, ya preparando su retiro, casi a sus 40 años.

Luis Galván, reconocido por Talleres.Luis Galván, reconocido por Talleres.

Dirigió por largo tiempo la Escuela de Fútbol de Talleres y tuvo otras funciones en el club, en el Centro de Alto Rendimiento Amadeo Nuccetelli. Su club de origen, el Atllético Independiente de Fernández, fundado en 1919, le dio merecidamente el nombre de “Luis Adolfo Galván” a su estadio, en un acto en 2015. Y allí estaba el propio jugador, sus familiares y afectos, y también alguno de sus viejos compañeros de hazañas en la Selección como Leopoldo Luque. El Concejo Deliberante lo nombró “ciudadano ilustre”.





Fuente Clarin

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