La primera vez que el actual presidente de Huracán, Abel Poza, salió en los diarios fue en tapa por la cobertura de la última fecha de la temporada 1989/90 de la B Nacional. Se lo veía trepado al alambrado acomodando un ataúd con los colores de San Lorenzo en la cancha del Globo. Se avecinaba nuevamente el clásico y la barra del equipo de Parque de Los Patricios ya soñaba con un enfrenamiento.
Nadie supo quién era, excepto los padres de ese chico de 15 años que lo recibieron en su casa después de los festejos con la tapa de la sexta edición del diario Crónica. Así lo contó Poza en su primera entrevista como presidente, en el vivo de «Globo de mi vida», en el que asumió que aquel adolescente de entonces «no podía soñar ni imaginar» que 24 años después se convertiría en el presidente de Huracán.
Con 4.278 votos de los 6.378 -casi el 70 por ciento- que se contaron entre las tres listas, Poza pasó de vice durante la reciente gestión de David Garzón a nuevo mandamás del club.
«Con esa cantidad de votos uno siente que tiene un compromiso mayor con el socio. Es mucho apoyo», analizó tras conocer los resultados y confirmar la dirección de su mandato en los próximos tres años: un microestadio, palcos nuevos en la platea Miravé, vidriados a la altura del césped y un restaurante, como el de Estudiantes y para ello la reubicación los bancos de suplentes a su lugar original, además de la repatriación de Wanchope Ävila.
Su origen en la barra
Cuando salió en el diario con lo del ataúd, el dueño del paravalancha en Huracán era El Gallego Jorge, quien algunos años después fue desbancado por los hermanos Claudio y Pablo De Respinis -asesinado en una interna más tarde- y Emiliano Tagliarino, de la banda conocida como «José C. Paz», así bautizada por el punto de reunión de la plaza cercana al estadio, dónde también se congregaba Poza.
Fue con ellos que el chico de la tapa adoptó su nombre de guerra: el Rubio Abel. A los 20 años ya tenía peso propio y no era un anónimo en las tribunas, que todavía tenían espacio para los visitantes. Era una época de «combates» entre barras, con el fixture del equipo como cronograma de posible enfrentamientos.
«Yo no te voy a negar lo que ya sabés: fui referente en los 90 y claro que tuve causas por pelearme en la cancha y en la calle. Pero en los 2000, apenas mi mujer quedó embarazada, me bajé y me fui a la platea. Fui referente de la tribuna entre los 15 y los 20 años», sintetizó Poza en una entrevista con el periodista Gustavo Grabia, sin renegar de su pasado como el Rubio Abel.
Su primera hija, Alanis, fue entonces el punto de inflexión. Dos años más tarde, la pequeña tuvo una hermana -Donna- y desde entonces Poza asegura haber adoptado la platea como hábitat. Signo de los nuevos tiempos, las hijas publicaron un sentido posteo en sus activas redes sociales felicitando el triunfo en los comicios de Huracán. Igual que Raúl Gámez -Pistola, en la tribuna de Vélez-, pasó del paravalancha al sillón del club.
Como Pistola, de barra al escritorio
Pareciera que no hay solución de continuidad entre el Rubio Abel del paravalanchas y Abel Poza, el plateísta que en 2017 comenzó a hacer política en el club y fue vice de Huracán primero y presidente ahora. Sin embargo, en el medio, hay 22 causas penales que llevan o llevaron su nombre. En una docena fue imputado y en el resto querellante, principalmente de aquellos que anteriormente lo denunciaron.
Tiene registrado cuatro «alojamientos» en el servicio penitenciario federal. La más extensa entre el 29 de octubre de 2004 y el 1 de julio del siguiente año en el Complejo Penitenciario de Marcos Paz por tenencia de armas de guerra y atentado contra la autoridad.
«Encontraron una en un auto en el que viajábamos tres personas. El arma no era mía, sino del dueño del auto, pero recién había pasado lo de Axel Blumberg y habían cambiado las leyes, me tuvieron preso ocho meses hasta que finalmente me largaron. No tengo un antecedente penal, sino no podría ser dirigente de Huracán», detalló en la misma entrevista.
Es verdad: en 2008 fue sobreseído en una por homicidio agravado y en el resto -muchas por amenazas, lesiones o robo- fue absuelto o las causas fueron archivadas o cerradas.
El prontuario judicial de Poza, en rigor, no lo tiene anclado a la violencia en el fútbol. Su nombre no está junto al de quienes tienen vedado el ingreso a los estadios. Pese a su condición de plateísta, no dejó de ser considerado un «referente de la tribuna», por lo que se convirtió en un «mediador»: dijo que «cada vez que había un conflicto interno o con otra hinchada» lo llamaban «para resolverlo».
«Abel fue una persona que colaboró mucho conmigo cuando estuve al frente del Comité de Seguridad o Subsecretaría después. Siempre fue un dirigente comprometido incluso en los momentos en los que Huracán etuvo muy mal en la tabla, mantuvimos siempre un buen clima. Fue de los pocos dirigentes comprometidos con las Seguridad», elogia, consultado por Clarín, Guillermo Madero, hoy subsecretario de Planeamiento Estratégico y Política Militar en el Ministerio de Defensa de la Nación y antes titular de las carteras de Seguridad Federal y de la Ciudad.
A partir de ese rol de «mediadior» explicó su papel en un enfrentamiento de la barra a la que perteneció contra la de San Lorenzo en 2008 en la que hubo un muerto, al año siguiente otros dos -uno de ellos, Pablo De Respinis- en una interna quemera y la propuesta de presidir en 2010 la ONG Hinchadas Unidas Argentinas (HUA).
«Aquella interna fue con el grupo de la Villa Zabaleta, actué como mediador y ayudé a pacificar. (…) Con lo de Cafú (el hincha del Ciclón asesinado) Hice de intermediario con los pibes más grandes de San Lorenzo para que se acabara. Lo hice como referente del barrio, yo ya no estaba en el paravalancha. Y lo de Hinchadas Unidas Argentinas, igual. Yo fui el que junté a las cabezas de las distintas barras porque la idea era acabar con la violencia», detalló en una entrevista a Infobae, la última hasta nuevo aviso, cómo indicaron en el área de prensa del club.
Al Mundial por Hinchadas Unidas, o a ver a su yerno
Después del Mundial de Sudáfrica, se alejó de HUA pero volvió a estar en otro. En el de Qatar, dio la vuelta junto al equipo. Entonces era el suegro de Thiago Almada, quien llevaba algunos años de noviazgo con Alanis, la primera de las hermanas Poza.
La primera vez que Alanis salió en una noticia fue dos meses antes de Qatar, cuando un diario publicó que en una fiesta, en la que había otros dos futbolistas, agredió con una jarrón a otra joven, a la que echó de la reunión a los golpes.
La denunciante, identificada como M.K por los medios que hicieron la cobertura, declaró ante la Fiscalía de la Ciudad de Buenos Aires y mencionó la presencia de los campeones del mundo Exequiel Palacios y Ángel Correa.
Luego del Mundial, la pareja se disolvió y el episodio quedó en el olvidó. Los Poza tienen su presente en Huracán y el presidente, con tres años por delante llevando el timón del club, no debe descuidar el paravalancha para evitar que la violencia sea la noticia en la tapa de los diarios.