Es fácil. Alcanza con leer algún libro de historia. Estados Unidos ganó la medalla dorada en el básquetbol de los Juegos Olímpicos en Berlín 1936, Londres 1948, Helsinki 1952, Melbourne 1956, Roma 1969, Tokio 1964, México 1968, Montreal 1976, Los Ángeles 1984, Barcelona 1992, Atlanta 1996, Sídney 2000, Pekín 2008, Londres 2010, Río 2016, Tokio 2020 y ahora en París 2024. O sea, con la reciente consagración de LeBron James, Steph Curry, Kevin Durant y compañía bajo la sombra de la Torre Eiffel, se puede afirmar sin temor a equivocarnos que el Team USA subió a lo más alto del podio en 17 ocasiones sobre 21 torneos disputados. Sólo no ganó el oro en cuatro oportunidades.

La primera vez fue en Munich 1972. Allí, en esos sangrientos Juegos Olímpicos, la Unión Soviética cortó una racha de siete títulos consecutivos desde 1936, cuando la disciplina fue incluida en el programa olímpica -en Saint Louis 1904 había sido deporte de exhibición-. Fue en medio de la Guerra Fría y también uno de los mayores escándalos de la historia. Los soviéticos ganaron por 51-50 con un doble agónico de Alexander Belov después de que los árbitros ordenaran repetir los últimos tres segundos después de que los norteamericanos creyeran que ya habían ganado el partido. Así se puso punto final a una racha de 63 victorias olímpicas consecutivas para Estados Unidos.

La segunda vez fue en Moscú 1980 y no hay demasiado para contar: Estados Unidos no fue a los Juegos Olímpicos como parte del boicot al que se plegó casi todo Occidente. La medalla quedó en manos de Yugoslavia, que venció en la final a Italia por 86-77.

La tercera, otra vez en cancha, provocó un cambio de paradigma. Ocurrió en Seúl 1988 y allí Estados Unidos volvió a tropezar con la Unión Soviética, a la postre campeón y ahora sin polémicas. Fue en las semifinales con un 82-76 que sufrieron, entre otros, Mitch Ritchmond, Stacey Augmon, Dan Majerle y David Robinson, más tarde estrellas de la NBA.

A partir de allí las autoridades del USA Basketball decidieron que no volverían a usar seleccionados formados por jugadores universitarios, sino que irían con lo mejor que tuvieran a disposición. La determinación se potenció con el tercer puesto en el Mundial de Argentina 1990. Nacería el Dream Team.

La primera versión, la mejor, tal vez inigualable hasta esta última reversión parisina, fue en Barcelona 1992 y desde entonces Estados Unidos hizo sonar su himno «La Bandera de Estrellas Centelleantes» en ocho de las nueve competencias. Sólo fracasaron una vez y fue en Atenas 2004, los Juegos Olímpicos en los que Selección Argentina le dio sustento al mote, muy bien ganado, de Generación Dorada.

Luis Scola y Manu Ginóbili, próceres de la GD. Foto: EFE/AKIS MYKONIATISLuis Scola y Manu Ginóbili, próceres de la GD. Foto: EFE/AKIS MYKONIATIS

«Voy por mi tercer oro, pero todavía pienso en mi primer bronce», reza LeBron James en una publicidad de Nike. The King acaba de lograr en París el objetivo que fue a buscar. Y mientras hace méritos al andar para hacerle cuerpo a Michael Jordan en la lucha por ser el mejor de la historia tiene esa herida que no puede cauterizar ni con anillos de la NBA ni con premios MVP ni con medallas doradas.

Y eso es «culpa» de Carlos Delfino, Gabriel Fernández, Emanuel Ginóbili, Leo Gutiérrez, Walter Herrmann, Alejandro Montecchia, Andrés Nocioni, Alejandro Montecchia, Fabricio Oberto, Juan Ignacio Sánchez, Luis Scola, Hugo Sconochini y Rubén Wolkowyski. Ellos fueron los 12 jugadores, dirigidos por el gran Rubén Magnano. Ellos fueron los únicos que arruinaron la foja perfecta de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos en modo Dream Team. De hecho, es la solitaria derrota en 27 partidos eliminatorias del equipo norteamericano desde Barcelona 1992. Fue un inolvidable 89-81 en semifinales para luego cerrar el cuento de hadas con una cómoda victoria sobre Italia en la final por el oro.

Todavía piensa en la de bronce LeBron James porque esa derrota de hace ya dos décadas con Argentina le dolió un montón. «Fue terrible ser parte de esa historia. Nos patearon el culo», reconoció tiempo atrás en un documental que contó la reconstrucción del básquetbol de Estados Unidos a partir de esa lección que les dieron los hijos de la entonces fulgurante (y ahora devaluada) Liga Nacional que diagramó León Najnudel.

LeBron James sonríe 20 años después. Foto:  REUTERS/Stephanie LecocqLeBron James sonríe 20 años después. Foto: REUTERS/Stephanie Lecocq

Hoy el básquetbol argentino, en letargo desde el Mundial de Pekín 2019 con un recambio generacional pendiente, miró por TV cómo Estados Unidos se colgó la 17ma dorada de la historia del básquetbol olímpico. A sabiendas de que hay que volver a empezar a hacer las cosas bien y más allá del escenario complejo que atraviesa el deporte nacional, queda el orgullo de saber que un día hubo un grupo de amigos y de enormes profesionales nacidos en estas tierras que fue tan invencible que dejó de rodillas al equipo que es invencible.



Fuente Clarin

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