Miguel Ángel Russo es un ejemplo de vida. Fue un volante central completo que hizo toda su carrera en Estudiantes de La Plata y como entrenador cumplirá en agosto 36 años de trayectoria. A los 69 tiene la fuerza para encarar un proyecto titánico como es dirigir a Boca en el Mundial de Clubes, y en Miami saca otra vez a relucir su sonrisa que conmueve.

Son cerca de las 20 del jueves 12 de junio en Fort Lauderdale, faltan cuatro días para el debut de Boca en el torneo y de repente se larga una lluvia torrencial. Miguel Russo sale a la puerta del Hotel Hyatt Las Olas, la casa de Boca en la Florida. Son 20, 30, 40 hinchas los que se acercan y se suman para saludar a Miguel, pedirle una foto o que firme un autógrafo.

Miguel Russo podría estar en su casa. El dinero no le cambia la ecuación y el prestigio en el fútbol ya lo tiene ganado. Los hinchas le piden ganar «la séptima», en alusión a la Copa Libertadores sin reparar que fue él quien les dio la «sexta». ¿Qué más quieren?

El entrenador de Boca pide que le estiren la camiseta para estampar la firma con un marcador indeleble. Se cansa. «No sabía que eran tantos», bromea y sonríe. A los niños los toca en la cabeza, los abraza para la foto. Miguel es abuelo, es padre, es amigo. Es entrenador, es «profe», es maestro. Le gritan y le agradecen. Le dan aliento y se entusiasman: «Vamos a llegar a la final, Miguel». No dice nada, solo sonríe.

«Gracias por agarrar esta papa caliente», le apunta uno, más picante, de los que pisa la Bombonera y no vive en Miami desde hace años. «Naaaa», le devuelve Miguel un poco cómplice, pero también marcando el terreno.

Para Russo todo lo que le da la vida «es un regalo» después que en 2017 le diagnosticaran un cáncer de próstata que lo obligó a someterse a una cirugía y a sesiones de quimioterapia. Camina con una renguera que no puede disimular y con la mano de un brazo se sostiene el otro para poder firmar las camisetas. El envase lo expone, pero a Russo «la vida le está ardiendo». Miguel saluda a todos, se saca la última foto. La lluvia se detiene.



Fuente Clarin

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