Después de la zurra que recibió su equipo el martes en el estadio Arena do Galo de Belo Horizonte, a los simpatizantes de River les sirve cualquier cosa para tratar de cimentar la ilusión de remontar el 3 a 0 sufrido ante Atlético Mineiro en el partido de ida de una de las semifinales de la Copa Libertadores: cábalas, promesas, señales, metamensajes o recuerdos heroicos valen para este momento. En esa búsqueda pueden hallar el antecedente de una serie mano a mano en la que el conjunto brasileño desperdició una ventaja aún más holgada y terminó derrotado en suelo argentino.

Aquella histórica remontada se produjo hace casi tres décadas, en la final de la edición 1995 de la extinta Copa Conmebol, y el protagonista de la proeza fue Rosario Central. Así, el Canalla se convirtió en el primer equipo argentino en conseguir ese certamen precursor de la Copa Sudamericana, que la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) organizó entre 1992 y 1999, y que luego también ganarían Lanús (1996) y Talleres de Córdoba (1999).

Ese año, el conjunto dirigido por Ángel Tulio Zof había desfilado en las primeras tres rondas del torneo y había salido victorioso en sus seis encuentros para eliminar a Defensor Sporting de Uruguay en los octavos de final, a Cobreloa de Chile en los cuartos de final y a Atlético Colegiales de Paraguay en las semifinales. Atlético Mineiro había dejado en el camino sin demasiados sobresaltos a Guaraní de Campinas en los octavos y a Mineros de Guayana en los cuartos, pero había tenido que recurrir a los penales para superar a América de Cali en las semis.

Se esperaba una final cerrada, con dos duelos parejos, pero el panorama fue muy distinto. En el encuentro de ida, el 12 de diciembre de 1995 y bajo un diluvio en el Mineirão, Atlético golpeó de entrada en el primer tiempo, con un gol de cabeza de Ezio, tras un centro de Leandro, y en el complemento aprovechó al máximo los errores defensivos de Central y estiró su renta gracias a los tantos de Cairo, Paulo Robero y Silva.

El lapidario 4 a 0 parecía haber cerrado la serie en favor del elenco dirigido por Procópio Cardoso. Pero los jugadores de Central todavía creían. “Apenas llegamos al hotel en Belo Horizonte, nos reunimos en la pieza de (Omar) Palma. Hablamos mucho, nos recompusimos anímicamente y juramos dejar todo para darlo vuelta. Nos autoconvencimos de que nada estaba definido”, revelaría una semana después Horacio Carbonari, el héroe en la revancha.

Patricio Graff, Federico Lussenhoff, Horacio Carbonari, Roberto Bonano, Diego Ordóñez (arriba), Omar Palma, Raúl Gordillo, Pablo Sánchez, Rubén Da Silva, Martín Cardetti y Eduardo Coudet, el equipo de Rosario Central que ganó la Conmebol 1995.Patricio Graff, Federico Lussenhoff, Horacio Carbonari, Roberto Bonano, Diego Ordóñez (arriba), Omar Palma, Raúl Gordillo, Pablo Sánchez, Rubén Da Silva, Martín Cardetti y Eduardo Coudet, el equipo de Rosario Central que ganó la Conmebol 1995.

Después de semejante derrota, los dirigentes de Central temían que el público no acompañara en el desquite. Como contaban con una buena recaudación para cubrir gran parte del premio de 200.000 dólares que habían pactado con el plantel por llegar a la final, pusieron a la venta entradas a precios reducidos, de entre 5 y 15 pesos. Las localidades volaron y la noche del 19 de diciembre más de 40.000 personas, provistas de una ilusión a toda prueba, abarrotaron el Gigante de Arroyito.

El milagro en el que no demasiados creían comenzó a tornarse tangible en un primer tiempo en el que el conjunto local barrió a un adversario que no hizo más que defenderse burdamente. A los 22 minutos, el uruguayo Rubén Da Silva, tras una buena jugada de Diego Ordoñez y un centro de Martín Cardetti, anotó el 1 a 0. Quince minutos después, Carbonari, con un potente tiro libre que doblegó la resistencia del arquero Taffarel, marcó el 2 a 0. Y a los 40, Cardetti, después de recibir una asistencia precisa de Da Silva, selló el 3 a 0. Todavía quedaba un tiempo y ya eran muchos más los que confiaban en la proeza.

Pero en el complemento los brasileños consiguieron manejar un poco más la pelota e incluso generaron algunas chances de riesgo. Así fueron ganando tranquilidad, al tiempo que Central iba cayendo en una madeja de nervios. Sin embargo, a solo dos minutos del final, el legendario Palma despachó un centro desde la izquierda y Carbonari, ya convertido en centrodelantero, marcó el cuarto gol con un cabezazo de pique. “Cuando fui a buscar el centro, me repetía: ‘Ahora sí, ahora sí’. Después vi la pelota adentro y me costaba creerlo”, contó luego el zaguero.

El gol del Petaco envió la definición a los penales. Allí, Doriva y Leandro fallaron los dos primeros de Atlético Mineiro. Si bien Taffarel detuvo el tiro de Cristian Colusso, Central llegó al último disparo de la serie con la chance de ganar. Y Da Silva no se equivocó. Así, el elenco rosarino remontó una desventaja de cuatro tantos, algo que nunca había sucedido en una instancia de eliminación directa de un torneo de la Conmebol (y que nunca volvería a suceder), y se quedó con el título. Lo hizo un 19 de diciembre, el mismo día en que, 24 años antes, había derrotado 1 a 0 a Newell’s en el Monumental con la inolvidable palomita de Aldo Pedro Poy en una de las semifinales del Campeonato Nacional que también terminaría ganando.

Omar Palma celebra la obtención de la Copa Conmebol junto a Eduardo Coudet y Hernán Castellano.Omar Palma celebra la obtención de la Copa Conmebol junto a Eduardo Coudet y Hernán Castellano.

“Los mismos fanáticos que aseguraban haber estado convencidos del utópico triunfo desde antes del partido miraban el desbordante festejo multitudinario de adentro del campo en un estado catatónico, de perplejidad absoluta, repitiendo: ‘Ha sido un milagro, no puedo creerlo’”, escribió Roberto Fontanarrosa dos días después de la victoria del equipo de sus amores en una columna publicada en Clarín. Con un milagro similar al que experimentó entonces el Negro sueñan en estas horas los simpatizantes de River para remontar la cuesta el martes próximo ante Atlético Mineiro.



Fuente Clarin

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