«Yo soy el primero que hace autocrítica» dijo Juan Román Riquelme tras la durísima derrota 3-4 de Boca ante Vélez y la eliminación de la Copa Argentina para el equipo que dirige Fernando Gago. Fue el cierre de una noche que comenzó como una pesadilla, generó ilusión y terminó en mazazo.
Es que el título servía para maquillar un 2024 que terminará muy por debajo de las expectativas para Boca, casualmente en el primer año de Riquelme como presidente de la institución. Y el escenario puede ser todavía peor si no logra concretar la clasificación a la Copa Libertadores 2025, que hoy precisa de resultados y un guiño de la suerte.
El exfutbolista, considerado el máximo ídolo en la historia del club, rescató haber llegado a semifinales tanto de la Copa de la Liga (perdió por penales con el campeón Estudiantes) como de la Copa Argentina, y reconoció que en la Liga, donde se encuentra a 10 puntos del líder Vélez, «no lo hemos hecho bien». Nada dijo sobre la temprana salida de la Copa Sudamericana ante Cruzeiro, rival brasileño que desnudó sus limitaciones en la final ante Racing.
En resumen, Boca no estuvo a la altura en los partidos claves (en los que además sufrió expulsiones inadmisibles) y no sumará a sus vitrinas ninguno de los cuatro trofeos que lo tuvieron compitiendo en la presente temporada, primero con el despedido Diego Martínez y ahora con Gago al frente del primer equipo.
Riquelme, el mismo que le restaba importancia a los trofeos locales cuando a la anterior gestión de Daniel Angelici no se le daba la Libertadores, sufre como un karma el balance de su primer año como presidente del club: Boca cerrará 2024 sin festejar títulos de ningún tipo, una situación infrecuente, que en Brandsen 805 no se vivía desde el año 2016.
Ocho años atrás, el Boca de Guillermo Barros Schelotto vivió una situación parecida. El Mellizo descuidó el torneo local y apostó todo a la Copa Libertadores pero cayó en semifinales ante Independiente del Valle. Otra derrota en la Copa Argentina, en cuartos de final frente a Rosario Central, también lo dejó sin Libertadores para el año siguiente.
El cierre de aquel 2016 tuvo a Boca en alza, en la primera parte de una liga que se resolvió en junio del año siguiente (cosas del calendario de la AFA) y en la que fue campeón, iniciando una racha que se cortó en la noche del Kempes, con el gol en contra de Figal y la tarjeta roja de Advíncula ante Vélez.
En 2017, Boca ganó el torneo de Primera División y un año después repitió en la llamada Superliga, ambos con Guillermo en el banco. En 2019 llegó Gustavo Alfaro y el hoy DT de Paraguay le ganó una Supercopa por penales a Central.
En diciembre de aquel año se votó en Boca y Jorge Ameal fue elegido presidente gracias al impulso de la figura de Riquelme. Salió Alfaro, llegó Miguel Ángel Russo y en marzo de 2020 se festejó y mucho la Superliga que se le sacó de arremetida a River. Pandemia de por medio, el Xeneize festejó por duplicado en 2021 con la Copa Diego Maradona y la Copa Argentina, pero la Libertadores se seguía negando.
En 2022 llegó la Copa de la Liga ante Tigre (dirigido por Diego Martínez), con Sebastián Battaglia de entrenador, y ese mismo año, ya con Hugo Ibarra, se coronó campeón de la Liga en ese final electrizante que frustró al Racing de Gago.
El año pasado, perder la final de la Libertadores en el alargue contra el Fluminense en el Maracaná, con Jorge Almirón, no alcanzó para redondear un 2023 muy negativo en las competencias locales, que lo relegó a la Sudamericana en 2024. Sin embargo, Boca sumó estrella: le ganó la Supercopa Argentina a Patronato de Paraná (ya había descendido a la Primera Nacional) con un hat-trick de Darío Benedetto. En marzo se cumplirán dos años.