Guillermo Coria eligió y, como afirman desde el propio entorno de Horacio Zeballos, “hay que respetar las decisiones del capitán”. Pero al menos y únicamente desde el plano deportivo no hay manera de explicar con razones claras -y de entender- por qué el mejor doblista argentino de la historia y número 1 del mundo hasta hace menos de dos semanas no será parte de la misión del tenis en los Juegos Olímpicos de París 2024.
La noticia la recibió el marplatense de parte del propio Coria apenas llegado de Roland Garros, donde fue semifinalista con el español Marcel Granollers. Públicamente la aceptó. En la intimidad y mientras prepara su viaje del próximo jueves a Wimbledon, todavía no la entiende. Y tampoco la digiere.
Está claro que Máximo González y Andrés Molteni -los doblistas elegidos- integran una dupla probada, de experiencia y de muy buenos resultados pero en un torneo olímpico en el que no sobrarán parejas importantes que habitualmente se desempeñan en el circuito (entre las diez mejores del mundo están las de los italianos Bolelli-Vavassori, los belgas Gille-Vliegen, los alemanes Krawietz-Puetz y los franceses Doumbla-Reboul, además de la de González-Molteni) la presencia de Zeballos con alguno de los singlistas designados o incluso con Nadia Podoroska para el dobles mixto le daría a Argentina otra/s chance/s de lograr una medalla.
Zeballos jugó la Copa Davis por última vez en septiembre de 2022. Reglamentariamente cumplía los requisitos para ser olímpico. En 2023 y 2024 no estuvo en el equipo argentino. Quizá por ahí haya que encontrar alguna explicación razonable.