Imane Khelif fue un botín de guerra durante los últimos nueve días. Su nombre y su rostro adquirieron una visibilidad mayúscula desde su debut en París 2024, aunque no (solo) por sus actuaciones sobre el cuadrilátero. Este viernes cerró el círculo con una victoria ante la china Yang Liu en la final de la categoría hasta 66 kilos que se disputó en Roland Garros. Así, se convirtió en la segunda mujer argelina en ganar un oro en esta edición de los Juegos (la primera fue la gimnasta Kaylia Nemour en barras asimétricas) y la cuarta en 60 años de historia olímpica de ese país.
La guerra entre la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) y el Comité Olímpico Internacional (COI), que hace cinco años suspendió su reconocimiento a la IBA como organismo rector de este deporte y la excluyó de cualquier participación en los Juegos, fue el telón de fondo de una historia que la actriz principal, aunque no la única (con menor impacto mediático, la taiwanesa Lin Yu-ting también atravesó lo mismo), jamás deseó protagonizar, pero que finalizó con una visita al podio.
Los 46 segundos que precedieron al abandono de la italiana Angela Carini en el combate que ambas protagonizaron en la Arena del Norte de París el 1 de agosto por los octavos de final de la categoría hasta 66 kilos del certamen olímpico fueron, por mucho, los más vistos en los ocho años de Khelif como boxeadora y los que dieron la señal de largada para esta disputa política y simbólica que se desarrolló, y todavía no terminó, fuera del cuadrilátero. Las lágrimas y las palabras de Carini (“recibí dos golpes en la nariz y ya no podía respirar, me dolía mucho, nunca me habían golpeado así”, aseguró) no hicieron más que alimentarla.
Esta batalla relegó a un muy lejano segundo plano el camino que esta peleadora nacida hace 25 años en Biban Mesbah, una aldea rural en las afueras de Tiaret, 270 kilómetros al sudoeste de Argel, recorrió para lograr esta medalla olímpica. Ver a mujeres compitiendo en los Juegos de Río de Janeiro 2016 fue la inspiración que la llevó a calzarse un par de guantes por primera vez en el Club de la Seguridad Civil de Tiaret cuando tenía 17 años y ya se había destacado en el atletismo y el fútbol durante su infancia y su adolescencia. Para ello, debió hacer frente a los prejuicios. “Vengo de una familia conservadora y el boxeo no era un deporte muy popular entre las mujeres, especialmente en Argelia. Fue difícil”, contó hace poco más de un mes.
Khelif, una admiradora de Muhammad Ali, comenzó a participar en competiciones de la IBA en 2018 y tres años más tarde pudo participar por primera vez en unos Juegos Olímpicos: perdió en los cuartos de final de la categoría hasta 60 kilos con la irlandesa Kellie Harrington, a la postre campeona en Tokio. Tras ello, se quedó con la medalla de oro en el Campeonato Africano de Maputo y en los Juegos Mediterráneos de Orán, ambos en 2022 y en la categoría hasta 63 kilos, y también en los Juegos Panárabes de Argel, en 2023 y en la división hasta 66 kilos.
En mayo de 2022, la argelina participó por tercera vez en un Campeonato Mundial de la IBA (ya lo había hecho en Nueva Delhi 2018 y Ulán-Udé 2019): el que se llevó a cabo en Estambul. Durante ese certamen y “tras numerosas quejas de varios entrenadores”, según reveló el organismo esta semana, la peleadora fue sometida por primera vez a una prueba de género. El resultado estableció que Khelif, que en ese torneo fue subcampeona de la categoría hasta 63 kilos (perdió en la final con la irlandesa Amy Broadhurst), no cumplía con los criterios de elegibilidad para los eventos femeninos de la IBA.
Un nuevo test se le realizó en marzo de 2023, antes de su primera pelea en el Campeonato Mundial de Nueva Delhi ante la keniata Asiko Friza Anyango. Como el resultado de ese examen fue el mismo, la Junta Directiva de la IBA descalificó a Khelif antes de que disputara la final de la categoría hasta 66 kilos ante la china Yang Liu.
El organismo no dio detalles sobre dichos controles porque “esas pruebas afectan a la vida privada de la persona y constituyen información médica protegida”. Pero dos meses después modificó sus reglas de competición por considerar que resultaba “peligrosa para la salud y la seguridad de los boxeadores” la participación en competiciones de atletas con DSD (Diferencia en el Desarrollo Sexual): definió taxativamente a un hombre como “individuo con cromosoma XY” y a una mujer como un “individuo con cromosoma XX”, y estableció que solo podían efectuarse combates “mujer contra mujer y hombre contra hombre”.
Khelif inicialmente apeló la decisión ante el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), pero retiró el recurso durante el proceso, por lo que la decisión de la IBA quedó firme. Sin embargo, la argelina no renunció a su deseo de participar en los Juegos Olímpicos, cuyo certamen de boxeo no es organizado por la IBA, sino por la Unidad de Boxeo París 2024, un ente creado ad hoc por la Junta Ejecutiva del COI como consecuencia de la suspensión del reconocimiento de la IBA y que se rige por las pautas del COI, que considera que el género de un atleta está determinado por lo que consigna su pasaporte.
En el Torneo de Clasificación africano, que se desarrolló en septiembre del año pasado en Dakar, Khelif consiguió su pasaje a los Juegos al quedarse con el título tras batir a la marroquí Oumayma Bel Ahbib, a la tanzana Grace Joseph Mwakamele, a la camerunesa Mireille Bindzi y a la mozambiqueña Alcinda Lucas dos Santos. «Por todos los problemas que había sufrido desde el Campeonato Mundial, el entusiasmo del pueblo argelino se había visto interrumpido debido a esa injusticia. A pesar de la falta de competencia, escalé una montaña. Estoy muy orgullosa de mi desempeño y de mi regreso. Esta victoria me da el coraje y la satisfacción de emprender el camino hacia París 2024. Prometo escribir un capítulo en la historia del boxeo y de Argelia», expresó tras ese éxito.
Dos meses después de lograr la clasificación olímpica, el 23 de noviembre de 2023, la africana hizo su primer combate como profesional: noqueó en tres asaltos a la tailandesa Suwanun Antanai en Singapur. «Fue un honor haber traído a casa la primera victoria (profesional) desde Singapur», destacó Khelif. De todos modos, su objetivo principal seguía siendo París.
Durante su preparación, el 31 de diciembre pasado, la boxeadora, al igual que el futbolista del Milan Ismaël Bennacer, fue nombrada embajadora del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) por dos años. “Me siento profundamente honrada. Mi mensaje a los jóvenes es que persigan sus sueños. No dejen que los obstáculos se interpongan en su camino, supérenlos. Mi sueño es ganar una medalla de oro. Si la gano, las madres y los padres podrán ver hasta dónde pueden llegar sus hijos. Quiero inspirar especialmente a las niñas y los niños desfavorecidos de Argelia”, aseguró.
Con ese respaldo, pero también con muchas dudas y cuestionamientos del mundillo del pugilismo, Khelif aterrizó en París junto a sus entrenadores, Pedro Díaz y Mohammed Chaoua. Por entonces, ni ella ni nadie esperaba que se generara semejante controversia tras su debut ante Angela Carini.
En algunos casos, el debate fue honesto, pretendió asentarse en posiciones con sustento científico y apuntó a establecer si deportistas como Khelif y la taiwanesa Lin contaban con ventajas competitivas. En otros, no fue más que una catarata de agresiones a través de las redes sociales de chapuceros cuyo conocimiento sobre el tema era cercano a cero. En la discusión incursionaron el presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune: la primera ministra italiana, Giorgia Meloni; el exmandatario estadounidense Donald Trump, el oligarca Elon Musk y, más acá, el presidente Javier Milei, entre otros. E incluso el tema llegó a una reunión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.
Mientras el ruido en las redes era atronador, la IBA y el COI procuraban saldar su propia guerra. El ente rector del boxeo ratificó férreamente su postura de exclusión de las púgiles y criticó al organismo olímpico por permitirles competir. “La principal preocupación es que su desequilibrio hormonal les otorga una clara ventaja sobre sus homólogas femeninas dentro de sus categorías. Puede ser peligroso para otras boxeadoras”, justificó. Su presidente, el ruso Umar Kremlev, no anduvo con rodeos: “Los exámenes demuestran que eran hombres”, aseguró durante una conferencia de prensa el lunes.
Ese día, el COI retrucó con un comunicado en el que enfatizó que “toda persona tiene derecho a practicar el deporte sin discriminación” y que el organismo se había comprometido a “proteger los derechos humanos de todos los atletas que participan en los Juegos Olímpicos”. Y su presidente, el alemán Thomas Bach, le respondió a Kremlev: “(Khelif y Lin) Son dos boxeadoras que nacieron mujeres, que crecieron como mujeres, que tienen pasaporte de mujeres y que han competido muchos años como mujeres”.
En su escrito, el COI rechazó la decisión de la IBA de excluir a Khelif y Lin de sus competencias, consideró que esa había sido una «decisión arbitraria, que fue tomada sin ningún procedimiento adecuado” y que ello había derivado en «la agresión» que ambas peleadoras estaban sufriendo. Pero no se quedó allí y remarcó que era necesaria “una nueva federación internacional” para que el pugilismo pudiera conservar su lugar en el programa olímpico de los Juegos de Los Ángeles 2028.
Mientras la metralla verbal no cesaba, la argelina seguía avanzando en el certamen olímpico. El sábado superó 5-0 a la húngara Anna Luca Hamori en los cuartos de final. “Mañana pelearé contra un hombre porque quedó demostrado que Khelif es un hombre y por eso la descalificaron en 2023”, había disparado la púgil magiar en la víspera del combate en un video publicado en su cuenta de TikTok. “Peleo por el honor y por la dignidad de todas las mujeres. Han sido injustos conmigo, pero Dios está de mi lado”, replicó su adversaria tras la contienda.
En las semifinales, ya en el estadio Philippe Chatrier de Roland Garros y apoyada por una fervorosa multitud de compatriotas y franceses descendientes de argelinos, Khelif venció también 5-0 a la tailandesa Janaem Suwannapheng, quien recibió una cuenta de protección cerca del final del tercer round. “Es mujer, pero es muy fuerte”, aseguró la derrotada. Emocionada, la ganadora sostuvo que los cuestionamientos ya no la afectaban: “Ahora las críticas me resbalan, no les presto atención porque solo pienso en el próximo combate. Quiero mucho ese oro. Quiero ofrecer la victoria al pueblo argelino y a todo el mundo árabe, que me apoya”.