Eduardo Rodrigo Domínguez (1978) hace más de 20 años que se desvinculó de Vélez, el club en el que se formó junto con su hermano Federico, dos años mayor. Los dos eran laterales por izquierda y ambos estaban tapados por Raúl Pacha Cardozo, el titular indiscutido de todo el ciclo exitoso del 93 al 98. Si bien integró el plantel campeón con Marcelo Bielsa y jugó un par de partidos con Eduardo Luján Manera como entrenador en 1999, Julio César Falcioni, cuando asumió como técnico principal, ubicó a Fede como marcador central y Eduardo tuvo su espacio por el lateral izquierdo, ya con Cardozo relegado. Si bien Fede ganó seis títulos en aquella época, Edu no pudo dar ninguna vuelta olímpica.
Es que el actual técnico de Estudiantes de La Plata se fue a mediados de 2002, Falcioni asumió en Olimpo de Bahía Blanca y pidió a tres jugadores de Vélez, que fueron a préstamo: Juan Martín Pietravallo, Marcelo Bustamante y el menor de los Domínguez. Para esa época, Eduardo había sido parte de un conflicto entre el plantel y la dirigencia y quedó apuntado como cabecilla.
El propio jugador lo contó en alguna entrevista: “La gente de Vélez me maltrató mucho por esa salida, y por cómo se dio. Mi último partido fue por la Copa Libertadores 2002, contra Nacional de Montevideo, en Liniers. Nos alcanzaba con el empate para clasificarnos a octavos. Hubo un reclamo por sueldos atrasados, como lo que vivió Gimnasia hace poco, y no concentramos. No tomé yo la decisión. Lo decidió el grupo, como suele pasar. Yo era el capitán y, por lo tanto, la voz cantante. El tema es que perdimos 1–0, pegamos tiros en los palos, uno de esos días en que la pelota no quiere entrar. Quedamos afuera y el presidente del club (Eduardo Mousseaud) declaró: “La culpa de esta eliminación la tiene el capitán Domínguez”. Listo: quedé como el gran traidor”.
Un año después, la bronca de la gente de Vélez alcanzó otra vez a Domínguez, que ya estaba en Olimpo. El equipo de Liniers peleaba el campeonato, venía de ganar siete de los últimos ocho partidos y por la 15a. fecha del Clausura 2003 recibía a Olimpo, que tenía a Falcioni como técnico y a los tres pibes que estaban a préstamo. Edu recordó el 1-0 con gol de Cristian Castillo en una nota en el diario bahiense La Nueva Provincia: “A mí y a otros chicos nos prestó Vélez. Hubo un partido que le ganamos en su cancha y lo privamos de salir campeón. Eso nunca me lo perdonaron, aunque yo defendía los colores de Olimpo y cuando salgo a una cancha quiero ganar”.
En la última fecha, el Aurinegro recibió a River y si le ganaba, le daba una manito a Vélez. Clarín realizó una producción previa con los ex de Liniers que estaban en Olimpo: Piatravallo, Bustamante y Falcioni. “El único que no aceptó la nota fue Eduardo Domínguez ya que no quiere hablar del tema Vélez”, comentó el periodista Hernán Castillo en el texto. El vínculo con su ex club ya estaba roto. Se transformó en una especie de enemigo íntimo. No hubo más onda de un lado ni del otro.
A partir de ese momento, Vélez y Eduardo Domínguez transitaron caminos diferentes. Hasta que en 2009 se cruzaron en la intersección de una definición de campeonato. No una final como la de este domingo, pero sí una última fecha de torneo que resultó una verdadera finalísima. Edu era uno de los pilares del Huracán de Ángel Cappa, que llegó al estadio José Amalfitani como puntero con el equipo de Liniers como escolta. El que ganaba salía campeón. Un empate, coronaba al Globo.
Domínguez fue, justamente, protagonista de la primera jugada polémica de aquel accidentado encuentro disputado el 5 de julio de 2009, postergado primero quince días por la gripe A y luego demorado casi una hora por una fuerte tormenta con granizo. A los 9 minutos, tras un tiro libre de Matías Defederico, Domínguez convirtió de cabeza. El asistente Ricardo Casas levantó la bandera señalando posición de adelantada y el árbitro Gabriel Brazenas lo anuló. El defensor del Globo estaba habilitado por Nicolás Otamendi. El referí nunca reconoció ese error pero sí el penal que no cobró de Carlos Arano sobre Fabián Cubero y la infracción de Joaquín Larrivey a Gastón Monzón en el gol de Maximiliano Moralez.
Sin embargo, para esa época, Domínguez ya tenía un vínculo cercano con gente muy allegada a Vélez. Ya estaba en pareja con Brenda, la hija de Carlos Bianchi, el Virrey de Liniers. «Mi señora me tuvo que sacar el beso. El padre de uno de mis mejores amigos era amigo de Carlos y cuando venían para acá nos juntábamos. Y yo la veía desde los 12 o 13 años, ella tenía 15. Imaginate que yo a los 12 no tenía idea. Después cada uno hizo su camino. Cuando ella vuelve, nos encontramos otra vez… A mí me quedaba de paso un lugar donde íbamos a comer y ahí nos veíamos. Con mi timidez no charlaba nada, ja. Teníamos un grupo lindo con los primos de ella: tenía 25 o 26 años. Era uno más y no nos buscábamos, nos conocíamos y estaba todo bien», reveló en una entrevista con LT 10 de Santa Fe, luego de ganar la Copa de la Liga con Colón en 2021.
En septiembre de 2008 nació Mateo y en abril de 2010, Nina, los hijos del matrimonio Domínguez-Bianchi. “Mi modelo a seguir es mi suegro porque lo tengo muy cerca y ha ganado todo. Trato no de copiar, pero sí de tomar varias cosas suyas”, contó en 2015 ya como técnico de Huracán, donde dejó de jugar e inmediatamente se hizo cargo del equipo.
El 5 de mayo de 2024, a 22 de años de su salida del equipo de Liniers, a 15 años de aquel encuentro decisivo con Huracán, Domínguez jugará la séptima final como entrenador e irá por su cuarto título -fue campeón con Nacional de Uruguay, Colón y Estudiantes-. Justamente ante Vélez, al que conoce tan bien desde varias aristas. Ese enemigo íntimo.