Hubo que esperar 27 años para ver de nuevo a Aldosivi y Alvarado en una cancha. Fue en el José María Minella, solo con simpatizantes del Tiburón, pero habrá que esperar por los goles al siguiente clásico, en la fecha 27 cuando el Torito sea local, porque en su reencuentro en las canchas no hubo goles.
Aldosivi, el equipo del Puerto, y y Alvarado, el del Matadero, constituyen un clásico de historia breve, pero muy intensa. Sin saberlo el 10 de agosto de 1997 jugaron por última vez en el Siglo XX el clásico en la cancha del River marplatense, un escenario con proporciones más bien barriales y ubicado a pocas cuadras del punto de encuentro de los hinchas de Alvarado.
Duró apenas 20 minutos y se suspendió con el marcador 0-0 cuando llegó la barra de Aldosivi; antes, durante y después, hubo piedras, gases lacrimógenos, corridas, heridos y disturbios que se extendieron a las calles aledañas. Fue la última vez, hasta el 0 a 0 del sábado en el Minella.
El partido no tuvo goles, pero sí polémicas. El Tiburón estuvo cerca de abrir el marcador cuando cerca del final de la primera parte, Alan Sosa pateó un tiro libre que pasó cerca del arco. En la siguiente, todo Alvarado reclamó un penal por un planchazo de Gonzalo Soto sobre Guido Vadalá que el árbitro Nazareno Arasa no convalidó.
Si bien el público era exclusivamente de Aldosivi, el predio deportivo de Alvarado sobre la ruta 88 rugió con el grito de penal, ya que allí se reunieron los hinchas para ver el clásico en pantalla gigante. Hubo banderas colgadas en los alambrados de las canchas de entrenamientos y cantitos, como en la cancha. No solo hubo socios e hinchas, sino que también se hicieron presentes futbolistas históricos.
Para la segunda parte, el juego fue algo más fluído. Luca Franco sacó un potente remate que alcanzó a tapar Jorge Carranza, para mantener la igualdad. El arquero de Alvarado, Juan Manuel Lungarzo, también se lució con un remate de media distancia de Alan Sosa que pudo contener.
Con el correr de los minutos, ambos cuidaron más los espacios y las situaciones fueron más tibias. Solo sacó de la modorra el remate de Agustín Alonso, que pegó en el palo y fue la última acción que pudo atentar contra la igualdad de un partido que esperó casi tres décadas para jugarse de nuevo.