Toda una familia de Racing y nadie lo hubiese imaginado el destino del pequeño Gustavo Adolfo. Ni papá Raúl, obrero gráfico, ni mamá Angela Joaquina. Ni los abuelos ni los tíos. Ni el padrino Alejandro, quien allá por 1966 conocía a alguien de la Comisión Directiva y logró que los jugadores entraran a la cancha con el pequeño Costas, nacido el 26 de febrero de 1963 y que tenía apenas tres años.
Tampoco lo imaginó Juan Carlos Rulli, quien posó varias veces con el chico en brazos, ni el fotógrafo de la revista El Gráfico que eternizó ese momento. Ni Luis Carrizo, Alfio Basile, Roberto Perfumo, Rubén Díaz, Miguel Mori, Oscar Martín, Angel Rambert, Rulli, el Chango Juan Carlos Cárdenas (que lo sostiene), Juan José Yaya Rodríguez ni el Bocha Humberto Maschio, los campeones del 66 que posaban con ese nenito desconocido.
Ese chico ahora es un adulto de 61 años en una conferencia de prensa emotiva, el entrenador recordó cada uno de sus pasos en el club.y dice en la previa de la final con Cruzeiro: “Se los dije a los jugadores y también a los hinchas. Tenemos que estar todos juntos. Somos Racing, distinto a todos. Nos bancamos todo y ahora estoy a las puertas del sueño de mi vida. Nunca imaginé ver a Racing peleando la Copa e Independiente ahí abajo. Soy primero de Racing y después argentino. Es el amor de mi vida, moriría por Racing”
Gustavo Costas no se acuerda mucho de esos momentos. Pero se lo contaron muchas veces. El relato oral cobra cada vez más vida. Si es verdad que estuvo los 39 partidos invictos, entonces empezó en 1965, cuando apenas tenía dos años. Pero la foto es de 1966, porque ya estaba el Bocha Maschio de regreso. Aunque en realidad hayan sido un par de partidos, lo cierto es que fue mascota de aquel campeón.
Lo que sí recuerda el actual técnico de Racing, el marcador central del ascenso de 1985, el capitán del título en la Supercopa de 1988, es a su mamá haciendo con papel crepé una bandera celeste y blanco. Y no para un acto escolar. Para la final con el Celtic de Glasgow, el 4 de noviembre de 1967. Y que después de salir campeón sacaron el tocadiscos a la calle y pusieron las canciones de Racing a todo volumen.
Hay personas que están predestinadas. Y el destino de ese chico que tiene nombre de poeta, aunque su mamá no se lo puso por Bécquer sino porque le gustaba, era Racing, primero como hincha, después como jugador y finalmente como entrenador. Pero no un destino sencillo. Un destino de lucha, de sacrificio, de dolor y gloria.
«Hay mucha emoción, ya quiero que sea sábado. Hace dos semanas que quiero que llegue el día. Estoy ansioso como todos los hinchas. Los jugadores me dan la tranquilidad a mí, es al revés a lo que suele pasar. Te enamorás de este grupo, es bárbaro. Por eso me calenté tanto cuando se metieron con lo del plantel, el grupo es uno de los mejores que tuve. Lo demostraron con el segundo gol a San Lorenzo, fueron todos a festejarlo. Estamos en un momento muy bueno”, arenga desde Asunción.
El pibe Costas, que se probó y quedó a los 12 años, debutó en Primera en los años de vacas flacas para La Academia. Aún así, se destacó enseguida pero por una lesión, que siempre lamentó, jugó muy poco en el Metropolitano de 1983, año en que Racing descendió por primera y única vez en su historia. Dos años después, fue el marcador central indiscutido del equipo que retornó a Primera.
“Para mí es una triple alegría. Me inicié en el club cuando tenía doce años y las pasé todas. Además cuando descendimos yo estaba lesionado y no pude jugar. Me quedó el gusto amargo de no haber hecho nada en ese momento, así que esto es lo mejor que me podía pasar, como jugador y como hincha”, dijo en la puerta de Clarín el 28 de diciembre de 1985, tras lograr el ascenso. Y faltaba más.
Ya con Racing en Primera, con el Coco Alfio Basile de nuevo como entrenador, Racing hizo historia al ganar la flamante Supercopa, en 1988. Fue el primer equipo argentino en ganar la Copa Intercontinental en 1967 y 21 años después, del nuevo trofeo de la Conmebol. En la final de ida, la Academia venció 2-1 a Cruzeiro en Avellaneda. Necesitaba al menos un empate en Belo Horizonte para dar la vuelta olímpica. Una derrota forzaría un tercer partido. Y fue 1-1 con un inolvidable gol de Omar Catalán. En la euforia de los festejos, Costas le decía a Clarín: “Esto me parece un sueño, cuando era mascota no hubiese imaginado que viviría una cosa así. Nunca podré olvidarme de esta noche”. Y faltaba más.
El descenso no fue el único golpe duro para la vida institucional de Racing. En 1999 llegó la quiebra y la posiblidad de desaparecer. Como todos los hinchas académicos, Costas sufrió mucho por esos días. Ese mismo año asumió la responsabilidad de dirigir al equipo junto a otra gloria del club, Humberto Maschio. No fue fructífera, apenas 14 triunfos en 56 partidos. Tuvo una segunda chance, ya en soledad, en 2007, tampoco le fue bien: 9 victorias en 24 encuentros. Volvió a principios de este año con una ilusión: ganar una copa internacional después de 36 años. Lleva 29 triunfos en 51 partidos con 92 goles convertidos.
Está a un paso de la gloria. El mensaje de Costas sigue siendo el mismo para la gente. Y lo reiteró hace unos días en un video que grabó para la Conmebol. “Agradecerle a todos porque entendieron el mensaje, porque estuvimos juntos siempre. Como dije antes, hay que estar juntos para llevar a Racing a lo más alto. Estuvimos juntos cuando se encadenaron en Villa del Parque cuando iban a rematar la sede, estuvimos juntos el día que empezó el campeonato y no jugamos y llenamos la cancha. Estuvimos juntos en el Congreso cuando tenía que salir la ley porque Racing era patrimonio nacional y no se podía, en la Casa Rosada. Creo que ahora es el momento de estar juntos para poder lograr lo que más queremos…”. Se emocionó y no pudo seguir hablando. Costas es ADN académico. Mascota, hincha, jugador, técnico, ahora trabajando junto a sus hijois, con los que se abraza ante cada gol. Costas está viviendo una película perfecta, mucho más de lo que todos hubiesen imaginado. Un predestinado. O en sus propias palabras: «Siempre le agradezo a Dios todo lo que estoy viviendo».
Las mejores frases de Gustavo Costas
«Justo Dios me puso con Cruzeiro, con el que quería jugar, y en mi segunda casa, Paraguay. Ojalá que estos no se equivoquen mañana y ganemos»
«Estoy orgulloso de este grupo. Ellos generaron todo esto. A la gente les digo que confíen en ellos».
«A los chicos les digo que disfruten eso que es hermoso. Tengo toda la fe del mundo para mañana».
«Que mañana ganemos… Después vemos si es para película o no. Que mañana ganemos y que llegue rápido mañana».
«Me gustaría que me recuerden como hincha porque lo mejor que tiene Racing es su gente»
«¿Qué le diría al Gustavo hincha? Que mañana, cueste lo que cueste, hay que ganar»
«Favorito, no. Tenemos toda la fe del mundo, pero favorito no. Capaz no tiene las figuras que tiene Corinthians, que es uno de los mejores equipos de Brasil. Este rival tiene un gran DT (Fernando Diniz), que busca tener mucho la pelota, salir jugando todos los tiros, arriesgando todos los tiros. Es uno de los equipos que más intensidad tiene. Dejó a Boca afuera, dejó a Lanús. Tiene cosas muy interesantes cuando ataca. Es un equipo para nada fácil. Uno tiene la fe, pero es la final, es un equipo brasileño y que tiene una billetera un poco más importante que nosotros… Pero tenemos todas la fe del mundo»
«Es una historia linda con Cruzeiro. Volver a jugar después de treintipico de años con el mismo rival al que le ganamos la última copa y que después nos ganó en la última final internacional. Ahí ellos tenían más equipo, no sé cómo llegamos. Es una linda historia. En el 88 la gente no estaba tan loca como aquellos días. Era un equipazo, sacando a Costas, un equipazo. Con el Pato (Fillol), Ruben (Paz)… Era un equipo muy humilde, que no fue reconocido como debió ser reconocido. En el 92 me dolió. Espero que mañana se cumpla el sueño que todos queremos».