Purasangre es la denominación de una raza de caballos que es producto del cruce de la árabe con las del norte de Europa. Purasangre podría ser también un término apropiado para describir el dramático combate que el japonés Masamichi Yabuki le ganó por nocaut técnico en el 12° asalto al mexicano Ángel Ayala este sábado en Tokoname y que le permitió convertirse en campeón mosca de la Federación Internacional de Boxeo.

Contra todo lo que podía pronosticarse después de los primeros tres asaltos, durante casi 35 minutos de acción sin pausa ni cuartel se extendió este pleito entre campeones en el Aichi Sky Expo de Tokoname: Ayala, que exponía su cinturón de la categoría mosca de la FIB, y Yabuki, monarca minimosca del mismo organismo, que ascendía para desafiarlo.

Antes de este compromiso, el nipón había logrado 16 de sus 17 victorias por la vía rápida (además registraba cuatro derrotas). La incógnita era si conseguiría conservar su potencia al trepar de división y si lograría con ella dañar a un rival más joven (24 años contra 32) y que había mostrado una muy buena imagen en agosto pasado, cuando había noqueado al filipino Dave Apolinario en la Ciudad de México para consagrarse campeón.

La duda sobre la pegada del peleador nacido en Suzuka y radicado en Nagoya se disipó rápido, ya que cuando terminaba el primer asalto conectó un gancho de zurda que envió al tapiz a Ayala. Si bien el visitante logró ponerse de pie, tras la campana se fue a su esquina con sus fosas nasales sangrando.

Más allá de ello, Ayala mostró signos de recuperación y protagonizó un segundo round competitivo. Pero la potencia del retador volvió a marcar la diferencia: a 45 segundos del final de la vuelta, un cross de derecha hizo que el mexicano se tambaleara y tocara la lona con uno de sus guantes, lo que generó una nueva cuenta del árbitro Katsuhiko Nakamura.

El campeón logró capear el temporal y estaba nuevamente en pelea cuando, a un minuto del cierre del tercer episodio, se produjo un choque de cabezas accidental que marcó el destino de la contienda: el impacto provocó un escalofriante corte horizontal en el pómulo derecho de Yabuki y una no menos espeluznante herida diagonal sobre la ceja derecha de Ayala.

Después de que ambos fueron revisados por el médico de ring, la pelea continuó, pero estuvo condicionada por esa situación. Yabuki procuró que el duelo llegara al menos al final del cuarto round (lo que garantizaba que tuviera una decisión en caso de que debiera ser detenido por las heridas) y luego fue a la carga para noquear a un adversario disminuido. Y Ayala, a quien su corte le provocaba más dificultades, pues la sangre caía pertinazmente sobre su ojo derecho, se jugó todo para remontar la desventaja que significaban las dos caídas en los primeros dos episodios.

Desde entonces, la pelea fue un ida y vuelta constante. El valiente mexicano emparejó las acciones combatiendo en modo bulldozer. El nipón jamás rehuyó al combate franco, aunque después del octavo episodio comenzó a pelear en retroceso, lo que no le impidió embolsarse la mayoría de los rounds. En todo ese tramo de la contienda, en cada descanso fue tanto o más importante en ambas esquinas la labor del cutman para tratar de contener el sangrado de las heridas que la del entrenador.

En el 12°, cuando los rostros y los pantalones de los dos contendientes estaban teñidos de rojo, Yabuki aprovechó la última ofensiva a cara descubierta de Ayala, conectó un bombazo de derecha y lo mandó nuevamente al suelo. En una exhibición de pundonor, el púgil nacido en Texcoco se paró y volvió a la acción, pero ya demasiado dañado. Una nueva andanada del retador obligó al árbitro Nakamura a detener las acciones cuando restaban 65 segundos para el campanazo final.

De esta manera, Yabuki le quitó el invicto a Ayala (había ganado sus 18 combates profesionales) y también le arrebató la faja de la división mosca. Ahora deberá decidir si permanece en esa categoría, en la que también reinan su compatriota Kenshiro Teraji (reconocido por la Asociación Mundial de Boxeo y el Consejo Mundial de Boxeo) y el californiano Anthony Olascuaga (Organización Mundial de Boxeo), o si regresa a las 108 libras.





Fuente Clarin

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