Todos revolean las camisetas. Jugadores e hinchas se pliegan. Los brazos parecen hélices y, a fin de cuentas, es un vuelo a la ilusión. Racing acaba de llegar a una final internacional que esperó durante tres décadas. Lo hizo con convicción, personalidad, garra y corazón, como se deben jugar este tipo de duelos. También, con un extraordinario Juan Fernando Quintero. Y “vamos, vamos, vamos, vamos la Acadé”, se grita en el Cilindro. “Te vinimos a ver, te vinimos a alentar, de la mano de Costas, la vuelta vamos a dar”, se canta por el emblema que fue mascota del equipo de José, campeón de la Supercopa ’88 como futbolista y está ante el desafío de coronar como entrenador. El 23 de noviembre, en Asunción, enfrentará a Cruzeiro en el mano a mano por la Sudamericana. Sí, el mismo rival al que venció en aquella inolvidable gesta hace 36 años.
De las dudas y la desventaja prematura a esa explosión en el final del primer tiempo. Racing pasó de los nervios que generó el contexto a dos goles en tres minutos. Jugó a bordo de las emociones y el que mejor entendió el partido fue Juan Fernando Quintero. No solo porque gritó por duplicado; además, porque siempre fue el guía celeste y blanco. Incluso, en el momento más crítico de la etapa inicial.
Y si Quintero fue el hombre destacado en la Academia, Memphis Depay fue el más iluminado en Corinthians. El neerlandés que se lanzó a la aventura americana es pura élite. Se mueve con una gran categoría en espacios reducidos. Lo había mostrado en San Pablo y volvió dejar a Yuri Alberto de frente al gol. Armó una pared con el “9” que requirió un taco mágico para desarticular a toda la defensa y el centrodelantero resolvió ante un apurado Gabriel Arias. Salió al costado el arquero, abrió las piernas y el disparó se filtró por debajo de sus extremidades.
Racing estaba atribulado, impreciso y a los cuatro minutos, con un resultado difícil de asimilar para su gente. Y le costó afirmarse en ese 3-4-3. Empujaba, pero no tenía claridad. A excepción de Quintero, por supuesto. De a poco, el colombiano comenzó a manejar la pelota con conducción, gambeta corta y su pegada en la pelota parada.
Sin embargo, Corinthians era muy peligroso cada vez que recuperaba y encontraba a su rival en desventaja numérica. Y casi liquida la serie con otro magistral pase de Depay que Rodrigo Garro no pudo definir mano a mano con Arias. Esta vez, el arquero achicó y tapó con el pecho.
No estaba lúcido Santiago Sosa, siempre aplomado. Perdía en el medio Juan Nardoni. Chocaban Maxi Salas y Maravilla Martínez. Hasta que Agustín Almendra abrió para Gabriel Rojas, el lateral que fue punzante por la izquierda jugó para Salas y el enganche del “7” bravo hizo pasar de largo a José Martínez. No obstante, el venezolano barrió con los brazos bien abiertos y cometió un penal que el árbitro Felipe González cobró sin dudar.
Entonces, Quintero se paró frente a la pelota y remató con gran responsabilidad. Fuerte, arriba y al medio. Nada de sutilezas. Y el gol se hizo carne en las gargantas de sus hinchas.
Y todavía estaban festejando en las tribunas cuando Salas sacó rápido un lateral -con ayuda de un alcanzapelotas-, Maravilla asistió a Juanfer y el colombiano definió ante Hugo Souza. Se durmió Corinthians y Racing lo dio vuelta con el segundo gol de su gran figura.
Estuvo cerca de igualar el equipo brasileño, pero Arias volvió a mostrar todos sus reflejos para anticipar a Yuri Alberto con sus piernas. Habían gestado una gran jugada Depay y Garro.
Ramón movió el banco para el comienzo del segundo tiempo. Salió el peruano André Carrillo e ingresó Alex Santana, un mediocampista con mejor panorama. Y al ratito, buscó respuestas en Breno Bidon y Talles Magno. El riojano reforzó el ataque y Racing contrarrestó con intensidad. Especialmente, con Nardoni, que creció notablemente, que se corporizó en un pulpo para recuperar en el mitad de la cancha.
Y aunque Memphis y Depay volvieron a montar una gran jugada, Breno Bidon resolvió mal. Tampoco lo hizo bien Salas después de otro excelente pase de Quintero. El disparo del delantero se perdió contra el primer palo cuando ameritaba un tiro cruzado.
Costas entendió que había que poner pierna fuerte en el medio y apostó por Bruno Zuculini, reemplazante de Almendra. Entró energizado el volante central. Y el partido se rompió porque Corinthians se jugó todo en campo rival y Racing se sostuvo con orden y concentración, ya sin Quintero, agotado, y con Luciano Vietto para presionar arriba.
Corinthians llenó el área de centros que devolvieron los centrales. Y el final fue un estallido de felicidad para este club que persigue la gloria continental hace tantos años. Con los brasileños definiendo cada contienda internacional, Racing dio la cara por Argentina. Falta un paso, claro. Pero ya habrá tiempo para pensar en Cruzeiro. Ahora, solo queda celebrar.