Vélez jugará por primera vez en su historia la final de la Copa Argentina. Le ganó 4-3 a Boca en un partido lleno de épica bajo la lluvia en el Kempes, dio el golpe en el momento de la temporada en que más lo necesitaba y se afianza como el mejor equipo del fútbol argentino tras una noche repleta de emociones en Córdoba.

Boca arrancó con todo. Tuvo en los primeros minutos la intensidad que quiere Fernando Gago y dominó a Vélez, al que le costó entrar en ritmo, a tal punto que a los 58 segundos de juego tuvo su primera ocasión de peligro. Ignacio Miramón, a la salida de un tiro de esquina, capturó un rebote dentro del área y le pegó de primera. Su remate se fue cerca del palo izquierdo de Tomás Marchiori. ¿Quién se iba a imaginar que a Miramón, movedizo en el mediocampo, le iba a quedar apenas media hora en cancha?

Era mejor el equipo de Gago, que a los cinco minutos del primer tiempo tuvo una ocasión aún más clara. Edinson Cavani tomó un regalo que le sirvió Damián Fernández, gestionó bien esa jugada de ataque y habilitó a Exequiel Zeballos, lanzado en velocidad por la derecha, pero el Changuito no supo poner un freno, se llevó la pelota por delante y definió incómodo ante la salida de Marchiori. Era mejor Boca, pero en unos segundos se vino abajo.

Claudio Aquino, uno de los mejores jugadores del año en el fútbol argentino, mostró toda su calidad para limpiar una jugada que se había ensuciado para Vélez y abrió el camino de la victoria. Lo hizo Francisco Pizzini, de cachetada tras un habilitación de Elías Gómez, a los seis minutos del primero tiempo.

A partir del gol de Pizzini se vieron los mejores minutos de Vélez, al que le fluía de otra manera el juego en la mitad de la cancha. Todo pasaba por Aquino, todo giraba alrededor de sus gambetas, de sus pases cortos, de su movilidad. Muy lejos había quedado el buen comienzo de Boca, que ahora parecía sufrir el partido.

El 2-0 es una muestra del desconcierto del equipo de Gago. Jorge Figal podrá excusarse en el mojado césped, pero lo cierto es que cometió un grosero doble error. Primero, fue el que habilitó a Matías Pellegrini, quien se escapó por la izquierdo; después, en un intento de despeje metió un golazo en contra que descolocó a Brey. Travesaño y gol.

Parecía un golpe de nocaut y pudo serlo, ya que apenas dos minutos más tarde Braian Romero tuvo el 3-0 tras un rebote largo del arquero. Sin embargo, este partido será recordado por décadas por la capacidad de reacción de uno y de otro.

«Movete, Boca, movete… movete y dejá de joder… esta hinchada está loca… hoy no podemos perder», cantaban los fanáticos boquenses. El mensaje era claro. El conjunto boquense parecía dormido. Por eso, Gago rompió hizo un cambio tempranero: ingresó Milton Giménez y el que pagó los platos rotos fue Ignacio Miramón.

Boca nunca brilló, pero logró reaccionar en el final del primer tiempo. En conexión uruguaya, Edinson Cavani conectó de cabeza un centro a medida de Marcelo Saracchi y rompió la resistencia de Marchiori. El descuento lo empujó a ir más y ni siquiera la expulsión de Luis Advíncula, una nueva infantil expulsión del peruano, logró frenar el envión.

A Boca le costó toda la noche, pero tuvo actitud para ir a buscarlo. Zeballos arrancó el segundo tiempo jugando por la banda izquierda, su posición natural, y fue justamente por allí que el Changuito llegó al empate. Como más le gusta a él: encarando de la izquierda al centro y sacando un potente remate.

Ahora el momento del partido era del Xeneize, que con una nueva intervención de Zeballos se puso 3-2, obra de Tomás Belmonte. El golpe de nocaut ahora era para Vélez, pero no. Esta batalla no se iba a terminar antes del último round, sino que se iba pelear hasta el último segundo. A medida que pasaban los minutos la lluvia era más fuerte y Agustín Bouzat, uno surgido en Boca como para que le épica fuera mayor, se despachó con un doblete y selló el 4-3 final. No habría más reacción de Boca porque no había mas tiempo. Así terminó una noche histórica en el Kempes.



Fuente Clarin

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